El maravilloso encanto del barroco tropical caribeño de la más colonial de las ciudades cubanas envuelve con todo su abolengo de cinco siglo a una marca de habanos de calidad excepcional. Trinidad, una ciudad excepcional da su nombre a una marca de Habanos

El maravilloso encanto del barroco tropical caribeño de la más colonial de las ciudades cubanas envuelve con todo su abolengo de cinco siglo a una marca de habanos de calidad excepcional.

Trinidad, una ciudad excepcional da su nombre a una marca de Habanos

Una ciudad tocada por la magia de los tiempos, la savia multirracial de América, Europa y Africa; española, indígena y criolla; noble mestiza forjada al ritmo de repiques de tambor, rasgueos de guitarra y danzas de salón, la Santísima Trinidad de Cuba, fundada en 1514 por el adelantado de la corona Don Diego Velázquez de Cuéllar, acaba de sumar un nuevo blasón a su escudo. Verdadera obra de la divinidad de manos ungidas de un poder heredado a través de los tiempos, orlada de misterios y sortilegios, una marca de exclusivos habanos, reservados hasta ahora como presente excepcional para amigos dignatarios de otros países, une su destino, en su nombre, al de aquel templo urbano de casi cinco siglos. Trinidad la bella, la hermosa, la intocada, se adueña del perfume del mejor tabaco del mundo y le concede, a cambio, el espíritu elegante de sus palacios, la leyenda de lo imperecedero perceptible en sus calles empedradas, sus balcones de maderas preciosas y sus ventanales protegidos por verdaderos filigranas de hierro, obra de anónimos artistas. Dentro de muy poco tiempo, en febrero de 1998, un nuevo habano, elaborado con la mejor hoja de Vueltabajo, saldrá a recorrer el mundo en su formato único hasta ahora, un portentoso Lancero, símbolo de buen gusto, potencia y gloria, y en su anilla de identificación, escrito en letras negras sobre papel dorado, exhibirá el nombre Trinidad, todo un símbolo de una época de gloria imborrable.

TRINIDAD, LA MAS COLONIAL DE CUBA Rodeada de verdes montañas, a escasa distancia del mar Caribe, que la baña con su suave brisa, Trinidad aparece a la entrada del valle de los Ingenios, una zona de floreciente riqueza azucarera en el siglo pasado, precursora también del cultivo del tabaco, ubicada al sur de la actual provincia de Sancti Spíritus, moderno centro urbano de la conocida región tabacalera de Remedios, en el centro de la Isla. Cuenta el laborioso historiador de la ciudad, Carlos Zerquera y Fernández de Lara, uno de los descendientes de aquellas familias de fundadores, que «en la mañana del viernes 23 de diciembre de 1513, de paso para la bahía de Jagua, a donde se dirigía para fundar la tercera población cubana, la villa de La Trinidad, arribó el Adelantado Diego Velázquez y junto a los 20 hombres que lo acompañaban escuchó la misa de Navidad de ese año, que ofició el franciscano Fray Juan de Tesin, su capellán.» Casi cinco siglos después, cual una doncella privilegiada por la fuente de la eterna juventud, Trinidad de Cuba ha logrado burlar las huellas del tiempo y hasta sus rasgos más antiguos le conceden la belleza que adorna las obras de arte, un lugar inigualable para la contemplación de cada uno de sus rincones. Capital de las montañas centrales de la Isla, Monumento Nacional declarado por la UNESCO en 1988 Patrimonio Cultural de la Humanidad, Trinidad es la ciudad colonial mejor conservada de Cuba, la única ciudad-museo, pero un museo viviente, donde el arte de generaciones se prolonga en la obra de sus habitantes de hoy, quienes hacen de su conservación una cuestión de honor y orgullo personal.

TRINIDAD, UN HABANO PARA EL NUEVO MILENIO Mezcla sublime de historia y de sueños, de trabajo y riquezas, de fiestas populares, procesiones, cenas de nochebuena, y combates independentistas, resumidos en calles, fachadas, tejados de barro y paredes decoradas a mano como oropel de laboriosas generaciones, concentrado aroma de siglos, se resumen en la personalidad del puro que ostenta el nombre de Trinidad, un habano que ha tenido efímeras presentaciones en París, Londres y Ginebra, como plenipotenciario embajador de un país que refrenda con esta marca la excelencia de la industria tabacalera cubana . En la fábrica de El Laguito -la misma que elabora los famosos Cohiba- comenzaron a producirse estos tabacos en 1969, elaborados puntualmente a petición del Consejo de Estado, instancia suprema de gobierno en Cuba, para ser ofrecidos como exquisito regalo a altos dignatarios extranjeros. Emilia Tamayo, actual directora de la fábrica de El Laguito, precisa que la única vitola de galera utilizada hasta ahora por Trinidad es la Laguito No.1, que le concede una apariencia de sublime distingición. A quienes lo comparan con el Cohiba sólo puede decirle que es totalmente diferente. Cuando Marvin Shanken, editor de la revista Cigar Aficionado, tuvo la rara oportunidad de entrevistar al presidente Fidel Castro para conversar de tabacos, procuró confirmar la versión de que el líder cubano había elegido Trinidad como marca preferida para sus regalos a otros jefes de Estado. El mandatario cubano respondió que no, que siempre ha obsequiado Cohiba, la marca que por azar creó un humilde torcedor amigo del jefe de su escolta y devino su preferida durante mucho tiempo. Sin embargo, Fidel ad­mitió que había aconsejado a los funcionarios a cargo de la producción de tabacos en la Isla poner en el mercado nuevas marcas de habanos, que respondieran a nuevas ligas, con lo cual podrían dejar atrás viejos conflictos en torno a conocidas marcas de puros cubanos que son producidas en otros países con el nombre que los hizo famosos varias décadas atrás. Si tenemos la mejor materia prima, los mejores suelos y la mayor experiencia, porque no vamos a producir nuevas marcas, se preguntaba el presidente Fidel Castro. De ahí la decisión de las máximas autoridades de la industria tabacaleras cubanas de iniciar en 1969 la producción de Trinidad, aunque en forma restringida, como regalo diplomático y de gobierno, tomando en cuenta que en torno a la bella ciudad colonial del centro de Cuba se fomentó ya en el siglo XVII una de las principales zonas tabacaleras de la Isla, lo que de hecho convierte su nombre en denominación de origen. Hasta ahora Trinidad ha sido una marca de muy restringida producción. Según Emilia Tamayo sólo se elabora la cantidad exacta que va a ser obsequidada por el Consejo de Estado. Si recibimos una orden de 50 Trinidad el torcedor recibe las 50 anillas, y si alguna se deteriora debe devolverla para recibir otra. Ese signo de la más estricta exclusividad fue el principal atractivo de las primeras subastas con fines caritativos de algunos cajones de Trinidad ofrecidos por la revista Cigar Aficionado en sendas degustaciones de carácter mundial, denominadas Cenas del Siglo celebradas en París, en 1994, y Londres, en 1995, ocasiones en las cuales se presentó la marca. Entonces, las primeras cajas de 50 puros se vendieron a 8 000 dólares y las últimas a 33 000, una evidencia de la avidez de los más exiquisitos amantes de habanos por apoderarse de esta rareza de la industria tabacalera cubana, próxima a insertarse en el mercado internacional. La marca Trinidad será precisamente la principal protagonista en 1998 de un vasto programa de actividades que organiza la firma Habanos S.A. en celebración del advenimiento del nuevo milenio bajo el nombre «Habanos en los umbrales del 2000», que se extenderá hasta 1999. El colofón de esos festejos el año entrante tendrá lugar en La Habana, entre el 16 y 20 de febrero, y serán clausurados con una Cena de Gala en la que se anunciará el comienzo de la comercialización a gran escala de la marca Trinidad ante de­tallistas de todo el mundo, personalidades del industria y comercio tabacalero, así como invitados es­peciales y admiradores de los habanos, entre los que no se descartan cono­cidos artistas de Hollywood, intelectuales y líderes políticos.