Acerca del entrañable cariño y la profunda admiración que profesamos por la capital de todos los cubanos se han escrito innumerables ensayos y crónicas donde nuestros sentimientos recorren emocionados las narraciones acerca de barrios, calles y rincones de nuestra querida Habana. No obstante, corresponde a la música asumir el prodigio de ese idilio que se nos puede aparecer incluso de escuchar nada más solo un acorde, suficiente para reconocernos cautivos en el entramado de los lazos de identidad de esta ciudad. 

El videoclip del instrumental de Lucía Huergo titulado Danzón Habana ha quedado como el definitivo tema musical que nos remite de inmediato al entorno capitalino. Sin embargo, cuando se trata de una canción, semejante voluntad de expresar la cálida interrelación entre el espacio físico de la urbe y sus habitantes, esta puede alcanzar elevadas cotas de lirismo. En tal sentido, encontramos piezas donde el canto asume el elogio a través del empleo de adjetivos que la eternizan en su belleza, como es el caso de Hermosa Habana, a cargo de Los Zafiros, mientras que en La Habana mía, de Amaury Pérez, el autor le concede a nuestra ciudad la virtud para regenerarnos infinitamente como seres humanos. 

Si queremos enaltecer el alma debido a una intensa confesión de amor por la nostalgia que sufriríamos si nos fuéramos a vivir en otras tierras, escuchemos entonces las impecables Sábanas blancas, de Gerardo Alfonso. En cambio, X Alfonso canta en Habana al citadino que regresa del extranjero, consciente del bienestar que lo envuelve por estar de vuelta entre los suyos. Profecías de tan alto vuelo poético como la que manifiestan los cubanos por el aura que distingue a la capital de la Isla se revelan una vez más en la evocadora Habáname, de Carlos Varela, sensible declaración del compromiso emotivo que lo ciñe a la ciudad, o en la delicadeza misma hecha canción de La Habana en febrero, a cargo de Liuba María Hevia. Por supuesto, abundan también aquellos temas con un ritmo más movido, como el legendario Que se sepa, yo soy de La Habana, de Irakere, o el memorable Locos por mi Habana, de Manolito Simonet y su Trabuco, al clamar jocosamente por la presencia de muchos psicólogos para atender a quienes apasionadamente queremos a La Habana.

Juan Formell, de quien se afirma que al frente de Los Van Van aportó numerosas crónicas acerca de nuestras vidas, también le ha rendido oportuno tributo a la capital cubana en diferentes momentos de su trayectoria. Estos temas son La Habana joven, La Habana no aguanta más y La Habana sí, piezas muy populares en el extenso repertorio de la orquesta. 

A los que nos visitan procedentes de otras tierras, les recomendamos que no dejen de ahondar entre las decenas y decenas de piezas dedicadas a La Habana, presentadas en los más diversos géneros de la música cubana e interpretadas por creadores diversos, todo un admirable tesoro del patrimonio cultural de nuestra nación.