Semana SantaEn la antigua Guatemala
En la lejana fecha de 1543, y en la zona occidental del altiplano de Guatemala, los conquistadores españoles fundaron San Cristóbal de los Caballeros; quien con los años cambiaría su nombre por el de Antigua Guatemala. La erupción del volcán Agua la destruyó en 1773. Dos años después se intento refundar la villa, pero nuevos terremotos e incendios lo impidieron y así quedó para siempre, conocida como La Antigua Guatemala, Monumento Nacional en 1944, Ciudad Monumento de América en el 1965, y Patrimonio de la Humanidad desde 1979. Antigua Guatemala tiene el encanto de ser una de las mejores exponentes de las ciudades barrocas hispanoamericanas del siglo XVIII, y ser también una ciudad-museo. Entre marzo y abril, se viste de tonos religiosos para acoger con gran participación popular las celebraciones de la Pascua florida en la Semana Santa. Durante estas festividades se brinda particular atención al vestuario de las imágenes religiosas, para el que rige un código fijo de colores. Hay que poseer experiencias y dotes artísticas para vestirlas e imprimirles apariencia de movimiento. Las cabelleras son de pelo natural; y el acabado final incluye joyas y accesorios. Pero lo más llamativo son las «alfombras antiqueñas», que se extienden por sobre las calles y que se consideran las mejores de todo el país. Manifestación de arte efímero, son de aserrín coloreado y muestran dibujos casi abstractos o naturalistas. La manufactura de las alfombras se hace por cuadra y participan en ella familias enteras. Cuando el visitante entra con las procesiones a los templos, se encuentra los «Altares de velación», espléndidos conjuntos con una imagen representativa de un pasaje bíblico, telones de papel pintado como fondo y otras alegorías artísticas, creados por su Hermandad y atendidos por ella. Al pie del Altar se extiende otra alfombra, donde sólo trabajan los mejores, y a su alrededor se extienden las ofrendas, flores o frutas, lo que se conoce como «Huerto de la velación». La tradición ha creado también el «pentagrama fúnebre», marchas luctuosas que identifican musicalmente a cada Hermandad. Son muy celebrados los «pregones cuaresmales », que anteceden, acompañan y culminan las actividades de la Semana Santa, de las que el viajero se marcha admirado por las artes y tradiciones de sus pobladores, a pesar de la ominosa advertencia de las ruinas y el volcán.