Una de las leyendas más conocidas es la de un inmenso pájaro que por las noches sobrevuela el Castillo de Nuestra Señora de los Ángeles de Jagua, y que al posarse toma forma de mujer vestida de azul. Dicen los pueblerinos que es el fantasma de la esposa de Juan Castilla Cabeza de Vaca, primer comandante de la fortaleza, que se supone está enterrada bajo la capilla de la fortaleza.

Muestra de las historias locales es también el Palacio de Valle, una bellísima edificación que fuera construida sobre las ruinas de la casa que levantara el granadino José Díaz, quien se unió con la india Anagueía. Cuentan que el español quería una casa estilo morisco que le recordara a su Granada natal, y la hizo "aparecer" con invocaciones y conjuros. Uno de sus hijos, temeroso del Santo Oficio, la destruyó, y tiempo después sobre sus ruinas el rico industrial Valle, casado con una artista, construyó su palacete.

Pero quizás ninguna leyenda esté tan viva como la historia real del mayor sonero de Cuba, el cienfueguero Benny Moré, quien nació en Santa Isabel de las Lajas el 24 de agosto de 1919 y falleció el 19 de febrero de 1963 en La Habana.

«El Bárbaro del Ritmo», como quedó inmortalizado para la historia, desanda hoy en bronce su amado Prado cienfueguero, y ha quedado para siempre como símbolo de esta tierra, donde dio su último concierto, el 17 de febrero de 1963 en el pueblo de Palmira, a unos kilómetros de su pueblo natal Santa Isabel de las Lajas.

Allí, sabiéndose moribundo de una afección hepática que lo llevaría a la tumba, cantó para su público su melodía inmortal: «Cienfuegos es la ciudad, que más me gusta a mí...»