Faustino Oramas, "El Guayabero", fue un famoso trovador y juglar holguinero

LA LABORIOSIDAD DE LOS HOLGUINEROS, SU PECULIAR LENGUAJE CUIDADO, ASÍ COMO LA SIMPATÍA INHERENTE A SU CULTURA, SON RASGOS MUY CUBANOS, ACENTUADOS ESPECIALMENTE EN ESTA PROVINCIA

Viene de antaño en el pueblo holguinero la condición de agradecidos por su buen nacer. Esforzada dedicación para merecer lo que se tiene presupone un constante ejercicio de crecimiento en la dimensión humana; máxime, cuando a la par del bregar por la existencia, se desarrolla una especial motivación por la pertenencia y el arte de agradar.
Según datos de 1863, la tenencia de 76 ingenios azucareros y 753 vegas, denotan la laboriosidad de sus pobladores, rasgo en que los llamados isleños o canarios (procedentes de Islas Canarias) tuvieron un relevante protagonismo. Para la infaltablemente rigurosa atención que el cultivo del tabaco requiere, fueron estos inmigrantes insulares quienes contribuyeron a erigir estas labores agrícolas en toda una cultura del sustento, amén de componente en la formación de la nacionalidad cubana. Súmese a lo anterior los singulares procesos etnoculturales que ocurren en esta región, con la mezcla directa de españoles e indias. Esto propició una suerte de espontáneo esquema de integración social de blancos con indígenas, patentizado en las escrituras eclesiásticas con registros de bautismo de mestizos, conservadas en los archivos parroquiales que datan de los siglos XVIII y XIX.
Destacan también estas regiones por un interesante conjunto de topónimos que denotan defensa por la perpetuidad de lo aborigen, entre ellos Báguanos, Cacocún, Maniabón, Yuraguano, Yareyal, Aguarás (San Agustín de), Macagua, Tacajó, Güirabo, Yayal, Deshesa y Guirajal, entre otros más, al igual que una cuidadosa preservación del idioma español, que hacen a Holguín, a la vez que ciudad distinguida por la corrección del lenguaje y comunidad de hablantes con alta cultura, defensores de su fonética popular con peculiares matices. Ostentar un elevado prestigio lingüístico y sano conservadurismo lexical, que también se presenta en Bayamo, Las Tunas y Camagüey, no excluye una interesante variedad de términos y expresiones costumbristas –muchas de ellas venidas del habla de Islas Canarias e igualmente presentes en otras regiones del país– entre los que figuran ordinario (poco educado), recular (marchas atrás), comegofio (estúpido, inútil), pejiguera (algo que molesta, entorpecedor), muermo (gripe, catarro), pijotada (cosa insignificante, bobería), tolete (poco inteligente), guindar (colgar), atajar (alcanzar, detener) y ratón (tacaño), amén de determinados términos vulgares, “especialmente regionales”, aunque nada exentos de originalidad y comicidad.
La agilidad del pensamiento ha acompañado a los holguineros tanto para manifestar rechazos como afectos, con un siempre imprescindible componente de buen humor. Así, la imponente edificación de estilo neoclásico con grandes arcadas y espaciosos salones, terminada de erigir en 1868 como mansión del acaudalado español Francisco Rondán, frente a la antigua Plaza de Armas, hoy Parque Calixto García, fue convertida en la Casa del Gobierno colonial (o Casa Consistorial). Según versiones históricas, cuando el sitio de Holguín en octubre de 1868 por las tropas mambisas, al mando del General Julio Grave de Peralta, se reforzó la presencia de soldados españoles en esta institución gubernamental, cuyo uniforme poseía elementos de vivos colores que llamaron la atención de los patriotas, dando en vocearle pericos al enemigo, en tono burlesco y desafiante, lo que motivó comenzara a identificársele como La Periquera. En la actualidad, se encuentra allí un importante museo polivalente.
El paso subterráneo existente en la Avenida de los Libertadores, construido durante la década de 1980, que facilita y protege el acceso de los peatones hacia el Estadio Calixto García, es conocido y reconocido como el Pirijod de Manuel. Tal denominación obedece a la pronunciación aproximada en idioma ruso de este tipo de vial soterrado, en cuya marquesina ubicada a la entrada se encuentra inscrito dicho nombre en letras rusas. Por su parte, fue Manuel un holguinero que inspirara la realización de esta obra “ante el imperativo de pasar con sus nietos la avenida para ver los juegos de pelota en el estadio”.
La musicalidad no puede excluirse como componente esencial de la cubanía. Cuenta Holguín con representativas muestras de esta manifestación de la identidad criolla, como son el Teatro Lírico de Holguín Rodrigo Prats, próximo a alcanzar las seis décadas, al igual que la exclusividad de contar entre sus nacidos al inolvidable músico, compositor y trovador juglaresco Faustino Oramas Osorio, “El Guayabero” (1911 - 2007) famoso por sus rimas impregnadas de un sentido picaresco sin igual, apoyadas por el doble sentido de sus letras.
Musicalidad, también, manifestada en otras facetas de la cotidianeidad como es la cocina, gracias a una ingeniosidad negada a dejar de habitar en los genes de un pueblo que ha merecido ser galardonado –también único– por su simpatía. No dude, entonces, al menos probar la receta de la Sopa con Música.


Sopa con música

Debe su nombre esta curiosa, a la vez que sana y nutritiva elaboración, originaria de la cocina regional de Gibara (municipio costero, perteneciente a la provincia de Holguín), al peculiar sonido que producen la conchas de la coquina (Donax trunculux), molusco bivalvo que habita en las arenas de las playas, a poca profundidad, junto con la cuchara con que se toma y el plato donde es servida.

Ingredientes:
Coquinas en sus conchas 460 g
Agua 3 L
Caldo de las coquinas 2 L
Hoja de laurel 1 unidad
Pimienta dulce en granos, al gusto
Aceite 60 mL
Ají maduro (rojo) 10 g
Ají verde     10 g
Cebolla 60 g
Ajo fresco 10 g
Tomate fresco maduro 120 g
Puré de tomate, al gusto (Opcional)
Arroz 120 g
Pimentón dulce, al gusto
Sal, al gusto

Preparación:
Lavar las coquinas, friccionándolas entre ellas para retirar bien la arena. En cazuela u olla, poner a calentar 3 L de agua y cuando hierva, incorporar las coquinas enteras y revolver hasta que se abran las conchas. Colar esta cocción, separar al caldo de las conchas y reservar ambos productos. Dejar refrescar las conchas, extraerles los moluscos y reservarlos.

Elaboración:
En recipiente adecuado, poner a calentar 2 L del caldo obtenido de las coquinas, añadir la hoja de laurel y la pimienta dulce en granos. En una sartén, confeccionar un sofrito salteando con el aceite caliente, el ají, la cebolla, el ajo y el tomate fresco, todo finamente cortado. Extraer del caldo la hoja de laurel y los granos de pimienta dulce. Incorporarle el sofrito y la masa de las coquinas. Añadir el arroz, previamente limpio y lavado, y el pimentón dulce, diluido antes con un poco de caldo. Dejar cocinar todo hasta que se ablande el arroz. Si adquiere mucha densidad, puede añadirse más caldo. Puntear de sal, si así lo requiere. Servir en platos soperos con algunas de las conchas en su interior, no solo como decoración sino también como identidad de la receta. Puede acompañarse de una rodaja de limón. Da para 4 comensales.

Fuente: Gámez Ronda, Alberto: Sabor a Gibara. Recetas culinarias. Ediciones Selvi, España, 2015.