Fue la casualidad la que aproximó a Giulio Amaturo al mundo de los Habanos. Sucedió hace más de una década, durante un viaje a México. Siendo un hombre curioso por naturaleza, al que le encanta siempre aprender cosas nuevas, una vez de regreso a Italia decidió iniciar una búsqueda que lo ayudara a entender mejor ese universo y tuvo la suerte de participar en el primer Curso para Catadores que se realizó en Turín, su ciudad natal. De esa manera Giulio, quien se ocupa de la gestión de riesgos en una gran compañía de seguros, encontró una pasión que marcaría su vida.

Algo similar le sucedió a Aurelio Tufano, cuyo encuentro con los Habanos estuvo también signado por el azar. Él trabaja en comercio electrónico y desde hace unos 20 años tiene una tienda de informática y telefonía. Nunca ha sido un fumador de tabacos o de cigarrillos, pero hace unos 15 años un amigo comenzó a mostrarle el amplio y rico mundo de los puros y licores premium. Luego de explorar un poco entendió que, como no podía ser de otra manera, los Habanos eran sus favoritos. Desde ese momento comenzó un viaje de estudio, curiosidad y comparación con otros entusiastas para tratar de aumentar su conocimiento, incluso visitó La Habana tres veces. Al igual que Giulio, completó el Curso Catadores, además de la Academia Habanos. 

Fue la suerte y la pasión por los Habanos lo que unió a estos dos italianos en una alianza tan poderosa que los llevó a vencer en la segunda edición del concurso Habanos World Challenge (HWC), celebrado como parte del XXI Festival del Habano. 

Al entrevistarlos, ambos coincidieron en que participar en ese certamen fue un gran desafío y una gran oportunidad para mejorar su conocimiento sobre el Habano. Fue una buena oportunidad para comparar y conocer a muchos entusiastas como ellos, con quienes tuvieron la suerte de crear lazos de estima y amistad. Ganar fue una gran satisfacción; para ellos y para Italia, un país que ha contribuido a su curiosidad por los Habanos y al que ahora le devuelven el favor difundiendo esa pasión.

Aseguran que ganar un evento tan importante, después de mucho esfuerzo y con oponentes tan válidos, ha sido una gran alegría que apreciarán y recordarán para siempre, sobre todo por episodios exigentes como los de la final o el Habanos Moment, en el que uno está solo en el escenario y debe tratar de expresar todo por lo que se ha preparado cuidadosamente en los meses anteriores. Cuando el nivel es alto, hay pocos márgenes de error y se debe ser muy brillante para dar algo extra, comentaron.

¿Qué se necesita tener para participar en HWC?, preguntamos a Aurelio y Giulio. La respuesta no se hizo esperar: tener un gran espíritu de equipo. Es cierto que el conocimiento técnico es básico, pero la cohesión es esencial y eso era notorio en la pareja italiana. No eran pocos los que se acercaban a ellos para saber desde cuándo se conocían.  “La competencia es muy desafiante, precisamente porque las cualidades requeridas son muchas: conocimiento técnico y lingüístico, brillantez e imaginación, flexibilidad y capacidad de improvisar (¡quizás por esta razón la final fue Italia-Cuba!) y la facultad de saber manejar la tensión. Tampoco puede faltar la humildad y la voluntad de estar siempre listo para aprender cosas nuevas sobre el mundo de los Habanos”, aseguraron los ganadores.

Es por esas razones que ellos recomiendan a aquellos que aspiran a ganar el prestigioso premio: “estudiar, esforzarse, pero sobre todo divertirse y ¡leer nuestros consejos anteriores! Fumar y compartir información con todos los aficionados al Habano”. Después de vencer en el HWC, siguen siendo los mismos: dos grandes entusiastas, cuyos conocimientos les ha hecho ganarse el respeto de aficionados y especialistas dentro y fuera de su país.

En entrevista concedida a la prensa cubana Aurelio Tufano dijo que los encuentros de este tipo son una oportunidad única para profundizar en la cultura de los Habanos y la tradición que los rodea. Y es que para él, en cada Habano se encuentra una parte de la historia de Cuba. “Cada vez que fumamos o hablamos de un Habano estamos haciendo cultura y estamos mostrando a los demás una forma de pensar y vivir, a menudo, diferente de la nuestra. El HWC es el momento en que cada participante y equipo muestra su amor por este mundo. En una competencia como esta, el interés del público está vivo y provoca una gran curiosidad. Por eso el trabajo es transmitir esta cultura. Creo que puedo hablar en nombre de todos los participantes pasados y futuros: competir en el HWC incrementa la pasión y nos anima a enriquecer nuestros conocimientos”.

Aurelio Tufano y Giulio Amaturo afirman que cada marca y vitola tiene su momento. Ambos tienen una debilidad por cepos gruesos y finos como el Laguito No. 1, aunque Aurelio dice ser un apasionado de los Habanos Partagás y Bolívar. La belleza de fumar un buen Habano, consideran, está precisamente en ese universo de posibilidades infinitas, en apreciar sus características, historia y la cultura que lo creó. “Fumar un Habano es un privilegio que no todos pueden o saben apreciar. No importa cuál sea tu vida, tu trabajo, tu clase social: cuando fumas un Habano entras en un mundo de reflexiones, que agrupa a todos aquellos que sienten el deseo de hacer algo hermoso y aspiran a enriquecer nuestra hambre de aromas y sabores”.

De ahí la importancia de un evento como el Festival del Habano, el cual catalogaron como una gran vitrina, donde se exhibe el maravilloso mundo que gira en torno a la cultura del considerado mejor tabaco del mundo. “Es una experiencia que recomendamos a todos los aficionados. Lo más hermoso de ese certamen es el espíritu de congregar y la oportunidad de conocer entusiastas de todo el orbe: personas que pueden ser muy diferentes y que provienen de culturas distantes, pero que están unidas en su vínculo al Habano y todo lo que este representa”.