Vocación por el Vino Segundo Tiempo
Muchos jóvenes profesionales del vino han comenzado a despuntar en la Isla, como muestra evidente del futuro de la profesión de sommelier, pues aún en un proceso de crecimiento y aprendizaje, ya ellos retribuyen cuanto se les enseñó con la frescura y novedad de una «añada joven».
Para Jassive Assef, la labor de apasionados expertos como Martha Señán, Miriam Alfonso, René García, Fernando Fernández y Yamir Pelegrino, entre otros, ha labrado un camino decisivo para la identifi cación de este tipo de profesional en Cuba. Esta joven, que defi ne a la sommelería como mucho más que un ofi cio, le atribuye especial valor a la enseñanza de técnicas y habilidades, a la cual confi rma, «debemos entregarnos con pasión en cursos, talleres o eventos que se nos presenten, como médicos del alma que somos».
Elen Acanda, sommelier en ejercicio del restaurante Santo Ángel y reconocida como la Mujer Habano Sommelier en la edición 2008, apuesta porque los éxitos del gremio favorezcan el reconocimiento del Club de Sommeliers de Cuba con todo la legitimidad que merece, como paso decisivo para garantizar la estabilidad progresiva de este espacio en el futuro más cercano. Por otra parte, le concede un peso decisivo al estudio sistemático, a la actualización y socialización del know how en los eventos internacionales y nacionales, como faceta determinante para una formación profesional «que nunca acaba, pues día a día, en el hacer cotidiano, se incorporan conocimientos técnicos y cultura general».
A Plácido Sariol Roque, se le encuentra en el hotel Ancón de la colonial y turística ciudad de Trinidad, tal vez como uno de los ejemplos más completos y lúcidos de cuánto los profesionales del resto del país han estado contribuyendo a este protagonismo de la sommelería.
A su juicio, algo muy importante es que el gusto por el vino poco a poco ha vuelto a enraizarse en Cuba. «Hoy las familias comen con vino, y los cubanos poco a poco no solo saben de vinos sino también de tabaco, ron, café, productos que identifi can nuestra identidad ante el mundo. Todo ello va enriqueciendo nuestras prácticas culturales nacionales y locales, estimulando la profesionalización del gremio a cargo».
Alberto Cuello Tirado, quien trabaja en la Casa Española, prefi ere defi nir la pasión por el vino, como «la ilusión de una vida, por medio de tradiciones y prácticas donde climas, suelos y cepas se funden con la sabiduría de manos expertas».
Para él hoy se respira en el país un buen clima para el vino, si bien, sería muy saludable que se restituyera la plaza de sommelier en las entidades del sistema de turismo, lo que le otorgaría verdadero reconocimiento a esta profesión, que siempre prestigiará a cualquier casa gastronómica competitiva.
Los cubanos hemos ido incursionando en este mundo mágico y maravilloso de la sommelería. Aunque sólo estamos en el comienzo y hay mucho por hacer, tenemos una buena situación, pues existen profesionales con bastos conocimientos y dominio total de la actividad, y anualmente se preparan una gran cantidad de muchachos jóvenes.