Festival del Caribe, “Fiesta del Fuego”. Casa del Caribe del 3 al 9 de Julio
Obviamente esto necesita una pequeña explicación que alcanza las peculiares características de las deficiencias al parecer inevitables en la comunidad cubana. El trabajo del Cabildo Teatral Santiago en la búsqueda de una proyección escénica trashumante, que buscase al pueblo y no esperar a que él pueblo tuviese la formación y la información necesaria para buscar el teatro, conjuntamente con preocupaciones de orden etnológico y sociológico del equipo de investigación del entonces Taller Cultural, hoy Taller Cultural Luis Díaz Oduardo coincidieron en la indagación sistemáticas de amplios sectores populares de la región Oriental del país, incluyendo Camagüey y Ciego de Ávila, dentro de los cuales se encontraban los integrantes muchas veces agrupados tanto en núcleos familiares como en comunidades de descendientes de antillanos que arribaron a nuestra isla en todo el territorio al oeste de la antigua Trocha de Júcaro a Morón, impulsados por los posibles beneficios económicos que aparentemente ofrecían un acelerado desarrollo capitalista azucarero tardío en estas provincia en razón de las necesidades de azúcar del mercado norteamericano por los reclamos derivados de la 1ra guerra mundial.
Debo aclarar, con toda la precisión de la cuál sea capaz que una de las primeras conclusiones, es decir, una de las enseñanzas que extrajimos de estos iniciales contactos, fue que los términos de cultura y arte no significan lo mismo. La cultura es mucho más amplia que el arte. La cultura contiene al arte pero lo trasciende, pues en última instancia la cultura no es otra cosa que los modos de vincularse los seres humanos entre si. Y aquí vale recordar la frase del Padre Varela de que “Las verdades simples son las más exactas”.
¿Era la cultura cubana en término de cultura nacional un conjunto simbólico asimilable a una denominación más generalizada como cultura caribeña? ¿Hasta donde la reorientación política y económica de la vida nacional cubana hacia el norte, a favor de Estados Unidos, no había sido una fuerza obrando desde afuera y desterrando a Cuba de su espacio cultural legítimo? ¿Qué nos enseñaba la geografía y la historia al respecto?
La mayor precisión de los conceptos de cultura y arte, su interacción, su manera de condicionarse entre si, nos condujo a la certeza de la existencia y la importancia de grupos portadores de manifestaciones de nuestras tradiciones para los cuales trabajar en y para sus comunidades era razón de ser de sus vidas como grupo y de las propias comunidades como comunidades.
Este sentido de organicidad de basamento fundacional, de cotidianidad repetida en su propio asombro cada día comportaba la certidumbre de que, sin desdeñar los valores y contribuciones de las producciones artísticas más virtuosas, en estas manifestaciones culturales de base residía en última instancia la soberanía nacional.
Creíamos entonces, y estamos seguros ahora que la isla puede ser agredida desde múltiples frentes, que puede ser ocupada total o parcialmente por el enemigo, pero que mientras exista cultura popular tradicional en la articulación entre grupos portadores y comunidades a la cuál ya nos referimos, la patria cubana continuará existiendo. Es decir, la patria cubana es inextinguible.
Estas líneas de trabajo conjunto y conciente del Taller Cultural Santiago y el Cabildo Teatral tuvieron sus primeras confrontaciones públicas y con todo éxito, en los meses de abril de los años 81 y 82. Y entonces, luego de la 2da celebración del Festival del Caribe saltó la evidencia de la coincidencia de nuestro resultado de la investigación de campo con la profunda reflexión teórica del Dr. Armando Hart, entonces Ministro de Cultura, y esta coincidencia condujo a la fundación de la Casa del Caribe, por Resolución de la Asamblea Municipal del Poder Popular de Santiago de Cuba en junio de 1982. Así pues, Festival del Caribe y Casa del Caribe constituyen ejemplos tangibles del valor de la indagación científica conjunta en término de meditación teórica y en término de reconocimiento empírico.
Un cuarto de siglo celebrándose ininterrumpidamente el Festival del Caribe, Fiesta del Fuego ha venido a satisfacer la necesidad expresiva de entidades representativas de la cultura nacional cubana, que hasta entonces carecían de espacio idóneo. Como la solidaridad es el valor cultural más alto en tanto necesidad de expresión humana del amor, cada festival rinde homenaje a la cultura de un pueblo, a una fecha histórica trascendente o a la obra de alguna individualidad.
¿Por qué el XXV Festival del Caribe dedicado a la República Bolivariana de Venezuela? Muchas razones saltan a la vista: expediciones salidas de Venezuela ayudaron al Ejército Libertador en nuestra primera Guerra de Independencia, la conocida como la Guerra Larga o Guerra de los Diez Años. Porque entre los 23 expedicionarios que desembarcaron en Duaba el 1ro de abril de 1895 hay un venezolano que, luego de la dispersión inicial de los expedicionarios, no abandonaría al General Maceo hasta que este logra encontrar fuerzas mambisas.
Porque Carlos Aponte, venezolano, combatiente junto a Sandino en Nicaragua, compañero de Julio Antonio Mella en su exilio en México, murió combatiendo junto a Antonio Guiteras en el Morrillo en 1935, porque Venezuela fue un centro constante de ayuda en nuestra última Guerra de Liberación Nacional contra la tiranía de Batista, apoyada por Estados Unidos. Y por encima de todas estas razones, que pudieran denominarse circunstanciales, porque el ideal de una América unida del Río Bravo a la Patagonia fue un ideal bolivariano que retomó con toda conciencia y con todo sentimiento más tarde José Martí, aquel viajero que llegando a Caracas, no preguntó donde se comía o dormía sino fue directamente a la estatua del Libertador y allí estableció una comunión de sentimientos, de pensamiento y de acción que según sus propias palabras, con toda la dimensión poética que ellas siempre poseían, movieron a la imagen en bronce del héroe a llorar como si recibiera a un hijo.