Una ciudad para vivir
Los desafíos de una ciudad histórica en pleno siglo XXI imponen a los habitantes de Santiago de Cuba un impostergable compromiso frente a su patrimonio. Hacedores de la memoria cotidiana, sus hombres y mujeres tienen la responsabilidad de vivificar la zona, al tiempo que preservar sus valores arquitectónicos e históricos. Uno de esos héroes contemporáneos es, sin dudas, Omar López, quien desde 1996 ocupa el cargo de Conservador de la Ciudad. Con especial apego a los sitios tradicionales, López ha desarrollado por casi veinte años una dinámica labor en pro de la conservación de la zona. En entrevista con Excelencias, el líder santiaguero confiesa los sentimientos que lo unen a esta antigua villa.
«En realidad no tengo preferencias emocionales dentro de mí, simplemente me siento santiaguero y valoro muy en alto su historia y cultura local, su aporte decisivo a lo nacional e incluso estoy convencido de una irradiación que va más allá de nuestras fronteras. Santiago tiene una personalidad modelada en 490 años de existencia, matizada con innumerables páginas significativas de historia y cultura, que han quedado impregnadas en sus calles y plazas, en sus edificios y ambientes, en su incuestionable mestizaje cultural. Por eso disfruto cada día que vivo en esta ciudad, en sus callejones y laberintos, en sus miradores y museos, en tantos sitios históricos que no tienen límites y permiten percibir lo heroico como esencia de lo cotidiano y lo solidario como un modo de vida.»
Como una constante inspiración para su trabajo, el arquitecto destaca los valores patrimoniales de la zona: «Al hablar de Santiago de Cuba, de manera indiscutible tenemos que remitirnos al papel destacado que jugó siempre esta ciudad en la historia. A su vez, es la ciudad histórica un destacado ejemplo de ocupación del territorio y del desarrollo del urbanismo americano. Su condición de ciudad paisaje, ciudad mirador, ciudad escalonada, marinera y caribeña, entre otros, se conjuga con una arquitectura singular de gran arraigo por su capacidad de adaptación climática y sísmica y en especial por su carga estética, extraordinario muestrario del acontecer constructivo de prácticamente cinco siglos. Un lugar privilegiado ocupa la cultura popular, el pregón y las manifestaciones musicales y danzarias, el son, la tumba francesa, la conga, entre muchas otras expresiones de una cultura que sumó a las raíces fundamentales hispánicas y africanas, la savia nutriente de lo francés y lo chino. Creo que el concepto de ciudad viva resume el Santiago de hoy, una existencia multifacética y diversa, esencia de una herencia que sigue encontrándose y renovándose como expresión de continuidad hacia el futuro. »
Caracterizada por el carácter científico que ha impuesto a los proyectos de la zona, la Oficina del Conservador de la Ciudad ha asumido el importante papel de aglutinar todos los esfuerzos del territorio en pro de la conservación del patrimonio y ha promovido acciones para afianzar la conciencia ciudadana y su concepto participativo en la recuperación de la ciudad. Entre los referentes de su labor resalta el proyecto de restauración de La Habana Vieja y en las arenas internacionales señala el caso de Santiago de Compostela. Sin embargo, esas influencias no han impedido que el esquema de manejo y gestión del patrimonio en la zona desarrolle, desde una perspectiva propia, una estrategia de trabajo que atienda a las potencialidades del territorio y al reconocimiento de la singularidad de sus valores. Acerca de este y otros desafíos que debe enfrentar la Oficina del Conservador, su principal directivo apunta:
«Nuestro trabajo es un continuo desafío, la ciudad histórica no se detiene, vive. Estamos hablando de la complejidad del uso del espacio público, de resistir a los facilismos técnicos, preservar la imagen y el ambiente urbano, mantener el equilibrio de las funciones y especialmente no sobredimensionar su capacidad de escenario. Nuestro mayor desafío es conservar la ciudad para que viva, para que transcurra, no queremos una ciudad vitrina, queremos una ciudad para vivir plenamente. Ello depende mucho de la sensibilidad, la delicadeza y el arte de saber hacer sin destellos innecesarios. Preservar la magia y el encanto de la espiritualidad es reto mayor que también nos ocupa, la lucha constante para que la riqueza cultural fluya y no se confunda con la caricatura, el alma del pregón, la nostalgia del trovador, la irresistible corneta china deben cuidarse con esmero y tesón, su fragilidad es evidente. Si todos ponemos un grano de arena, construiremos una sólida muralla de comportamientos a favor de una ciudad más bella y mejor. »
¿Qué espacio ocupan en su trabajo la labor investigativa y las funciones inherentes a su responsabilidad social?
«Soy Conservador de la Ciudad siempre, nunca me quito el traje, aunque a decir verdad, la complejidad del trabajo me deja grandes añoranzas en diversas facetas de mi trabajo. Quisiera poder investigar más, escribir más, impartir más conferencias a los jóvenes profesionales, etc., pero asumo mi papel de organizador, de convocador, de integrador de esfuerzos. De todas maneras siempre tengo algún proyecto de investigación en marcha, o algún libro a medio escribir. Son empeños que nunca olvido e insisto en sacarlos adelante, en ellos se alimenta lo mejor del profesional que hay en mí. »
Al cumplir 490 años de fundada, ¿cómo se muestra hoy la ciudad de Santiago de Cuba a los visitantes que acuden a admirarla?
«Ser una de las ciudades tempranas de Cuba y América es una fuente incuestionable de orgullo pero a la vez es una enorme responsabilidad. Santiago en sus 490 años se viste con sus mejores galas, todo el pueblo santiaguero está dando lo mejor de sí para llegar a este significativo cumpleaños con una ciudad más hermosa. Venir a la Ciudad Héroe les permitirá un contacto esencial con sitios sagrados de la historia nacional, una ciudad orgullosa de sus héroes, de sus victorias, de sus hijos ilustres. Podrá admirar las bondades de una ciudad que vive en constante diálogo con la naturaleza circundante, entre el mar y las montañas, dibujada en los claro oscuros del intenso sol, y fresca como los vientos marineros. Es esta una ciudad para desandarla, para recorrer sus laberintos y descubrir su arquitectura y sus secretos. Hoy la actividad plena de miles de hombres, trata de insistir en su belleza indiscutible incorporándole nuevos tintes y luces, todos queremos que sea como lo merece esta ciudad madre, en ella depositamos desde el primer hasta el último aliento de nuestros corazones para que reciba a todos los que nos visiten con la sonrisa de la hospitalidad y de la eterna vida. »