La Mayorquina, Puerto Rico
EN el año 1848, el mallorquín don Antonio Carbonell fundó La Mallorquina, en el número 15 de la calle San Justo, en San Juan de Puerto Rico. Hoy, 141 años más tarde, sigue funcionando con todo su esplendor, pero en el 270 de la misma calle.
San Juan de Puerto Rico es una joya en el Caribe. Sus casas rehabilitadas, tiendas y restaurantes la hacen diferente y sobre todo un placer para visitantes que aprecian el valor de conservar un pasado histórico de tanto valor como éste. En una de sus pequeñas calles, San Justo, apareció ante nuestros ojos uno de esos locales que tienen algo que te dice que detrás de sus puertas hay una bella historia, forjada a base de años y clientes que han pasado por allí. La Malloquina fue fundada como un negocio de comidas orientado a la oficialidad española y a la élite del momento, aunque existía otro local anexo para militares de rango más bajo y clientes más humildes.
Han pasado ya 142 años desde entonces y continúa en el mismo local aunque hayan cambiado el número de la calle y también los dueños originales. En 1937 el restaurante fue vendido al asturiano Julián Rojo Fabián por la cantidad de $20.000, una fortuna en aquel entonces. Fue el principio de una dinastía familiar que continúa hasta hoy. Es el matrimonio Rojo -Gaztambide quien con sus cuatro hijos posee el negocio con José el hijo mayor, como gerente y propietario del inmueble por deseo, expresado en la herencia, de sus tíos ex-propietarios de la casa.
El local tiene un valor intangible forjado a través de los años y vivencias acumuladas en sus paredes. Muchas de las obras de arte y muebles que vemos son valiosas antigüedades. Destacan los espejos de sus paredes con marcos de madera italiana que fueron traídos por el Marqués de la Esperanza para su casa Palacio antes de que La Mallorquina existiera. También resultan impresionantes cuatro jarrones sobre sus pilastras que tienen en su “piel” los recuerdos de los temblores producidos en el año 1918.
Comentan sus dueños que algún día quizás caven para descubrir las losetas originales de mármol blanco y negro que se esconden bajo el suelo actual y también para descubrir un aljibe que se supone está en los fondos del local.
En cuanto al menú, conserva su carácter original, con platos típicos de la cocina de Puerto Rico y también algún plato español. Así podemos encontrar langosta, asopaos con pollo, arroz prieto con bacalao o tortilla española con salsa. Los postres son en su mayoría caseros como el brazo gitano de guayaba, o el flan de coco y caramelo. Para finalizar, un café puertorriqueño por un dólar. Si lo que desea es una bebida, La Mallorquina también le ofrece una barra donde degustar bebidas tan famosas como un daiquirí, piña colada o un fruit punch.
Son muchos los turistas que pasan cada día por sus mesas pero también es un lugar de reunión de puertorriqueños que han sido clientes durante años, tantos que figura en el libro de récords porque un cliente almorzó en la misma mesa todos los días durante 40 años. No le pedimos tanto pero si tiene la oportunidad no deje de visitar La Mallorquina, sin duda un lugar con encanto.
Como curiosidades numéricas podemos decir que actualmente cuenta con 21 empleados. Roberto, el chef, es el más antiguo y lleva 35 años trabajando allí. La media de clientes está alrededor de unos 200 con un consumo medio de 7$. La extensión del local, según los planos catastrales, es de 2.475 m2 o 2.663 pies cuadrados, con un valor estimado de $120.