Lo había intentado todo. Su entrañable amigo Romeo (el de Shakespeare) le dió la fórmula de su amor eterno con Julieta, pero no resultó. Necesitaba algo más efectivo, un bolero.

EL FENOMENO LUIS MIGUEL Por: Jorge Smith

Luis Miguel creció ídolo desde que su padre, un conocido artista, lo iniciara en el mundo de la canción. César Portillo de la Luz, Alvaro Garrido y otros compositores lo alaban y agradecen el papel que ha jugado en el auge actual del bolero, con trabajos como los discos Romances, dichos en su manera muy personal, moderna pero con atisbos de la vieja época en que fueron elaborados. Como él mismo nos confirmó en su visita a Madrid, los boleros le encantaban desde niño, tanto que no pudo elegir uno como favorito. También se confesó defensor de la lengua española, idioma perfecto para cantarle al amor. Nada mejor para poner el punto y final a este viaje por la historia musical y definir el espíritu de los boleros que sus palabras: “El amor es la razón por la que estamos aquí, es todo”.

NACE EL MAS UNIVERSAL DE LOS GENEROS Cuba. Finales del siglo XIX. La canción caribeña buscaba nuevos aires. La guitarra trovadora, amulatada y criolla, rompió con las influencias europeas: los viejos artificios del aria operística italiana, la línea melódica de la romanza francesa y la canción napolitana. Guitarras y voces se convirtieron en protagonistas. Nacía uno de los movimientos más significativos de la música popular del continente: la vieja trova cubana, grupo encabezado por José (Pepe) Sánchez. Tomado su nombre de una danza española muy de moda en los salones de la época, el bolero tuvo en ese movimiento sus raíces y como padre a Pepe Sánchez, autor de Tristezas, pieza que marcó el surgimiento de una forma de decir que traspasó las fronteras latinoamericanas para convertirse en el más universal de los géneros. Cantable y bailable -hechos que lo diferencian de su homólogo español-, el bolero fusionó lo hispano y africano y encontró en el habla popular una poesía de mayor difusión. Su basamento: el amor frustrado, el odio contenido, rupturas por engaño y también los romances felices, fueron y son, hasta la fecha, su materia prima única y exclusiva. La creación de sextetos y septetos en los inicios de los años 20 y el surgimiento del son, disminuyeron, pero no exterminaron la presencia del género y de la canción cubana. Los 40 resultaron renovadores para el bolero cubano. Se adoptó una concepción rítmica y melódica constante, fenómeno que facilitó una expresión más lírica. Surgía así el feeling, un movimiento el cual irrumpió cuando la canción se encontraba en una especie de nebulosa, sin formas definitivas. A César Portillo de la Luz y José Antonio Méndez, máximos exponentes del feeling y autores de Delirio, Contigo en la distancia, Novia mía y La gloria eres tú, respectivamente, se unen Luis Marquetti (Plazos traicioneros, Allí donde tú sabes), Isolina Carrillo (Dos gardenias, Viviré para amarte) e intepretes de la talla de Bola de Nieve, Rita Montaner y el Bárbaro del Ritmo, Benny Moré, tan sonero como bolerista. EL BOLERO VIAJA A MEXICO México. Principios del siglo XX. Las compañías de teatro vernáculo cubanas llegan a Yucatán y con ellas los géneros musicales que por aquel entonces se difundían en la Isla; guarachas, claves y boleros. Y, precisamente, este último es el que cobra fuerza y encuentra sus seguidores. Guty Cárdenas populariza ya en la década del 20 Presentimiento, número con el cual comienza el ascenso del bolero en México. Pero es sin duda Agustín Lara con Mujer, quien definió los perfiles de un estilo que asombró y revolucionó el gusto popular mexicano y posteriormente traspasó fronteras. Sus letras rompieron con los clásicos temas de la traición y el engaño, y su sensibilidad en la interpretación, lo colocaron rápidamente en la cumbre. Críticos y conocedores de la obra del destacado compositor coinciden en señalar que con Lara el bolero llega a su edad de oro, pues “comenzó a crear de forma tan personal y original que no sólo triunfó a nivel mundial, sino que también influyó con su corte melódico y estilo en algunos de los creadores cubanos”. Los tríos, encabezados por Los Panchos, profundizaron aún más el gusto generalizado por una música cuyas letras seguirán cantando al amor.

¿MUERE EL BOLERO? NO, RENACE Aunque no son pocos los que afirman que el bolero está en desuso y que su muerte es inminente, lo cierto es que no parece haber llegado aún su hora final. El mexicano Armando Manzanero y el cubano Pablo Milanés, por sólo citar dos ejemplos, demuestran con sus letras que la esencia melódica del bolero sigue resistiendo el paso de los años. El género no ha muerto, aún le queda mucha vida.