Los roques. Navegar, bucear, pescar y descansar en un paraíso natural
Enrique Bernardo Núñez, uno de los grandes escritores venezolanos, escribe de Isla Margarita en su novela Cubagua, (1931): “En otro tiempo existía aquí una raza distinta, sacaban perlas, tendían redes, consultaban los piaches. Nacían y morían libres, felices, ignorados. Después llegaron descubridores piratas, vendedores de esclavos... los piaches huyeron, se levantaron poblaciones, la tierra pasó a otras manos. Ahora un denso silencio se desprende de las cimas.” Los Roques es uno de esos lugares del mundo que sobrecogen, más que por su belleza, por su calma.
El Archipiélago debe su origen al crecimiento de dos barreras de coral, al norte y al sur. Un estrechísimo y largo Cayo Sal, al que sigue Nube Verde, forman la barrera sur. Desde éste, y en dirección norte, la Gran Barrera Arrecifal del Este, golpeada por corrientes y fuertes vientos alisios. Continuando hacia el noroeste, el Gran Roque, Pirata, Cayo Muerto o Francisquí, conforman la zona de recreación, es decir, la zona de servicios del Archipiélago.
Una mirada hacia atrás Restos de huesos, piedra y concha encontrados en los yacimientos de la Estación de Biología Marina de Dos Mosquises Sur, indican que, con anterioridad a la llegada de los españoles, los asentamientos permanentes de población no existían. Hasta aquí tan sólo se acercaban pescadores procedentes primero de Aruba, Curaçao y Bonaire y, después, del interior y las costas de Venezuela. A partir del año 1910, los pescadores de Isla Margarita empezaron a desplazar a los holandeses y crearon el primer asentamiento estable de población en el Gran Roque. Pescaban langosta y botuto, el caracol marino más grande del Caribe, de concha intensamente rosada, a cuya carne se atribuían propiedades afrodisíacas. El botuto comenzó a ser tan comercializado que estuvo a punto de desaparecer. Ahora tanto su pesca como la de la tortuga verde están prohibidas. Sobre la década de los sesenta el turismo venezolano empezó a llegar en barco. La degradación continuó hasta que, en 1972, se declaró Parque Nacional y se puso el punto de partida para su recuperación. Desde entonces, la navegación y el submarinismo están controlados en el Archipiélago. Con una temperatura media de 30ºC que sólo alivian los vientos alisios impidiendo las lluvias, y la casi total ausencia de agua potable que sólo en Cayo de Agua es posible encontrar de manera natural, ¿qué hace de este lugar un milagro?.
La tierra, el mar, la luz Eso es Los Roques, nada más, nada menos. Aparte de la aldea del Gran Roque, no encontraremos en todo el Archipiélago ningún otro asentamiento estable de población fuera de la Estación Biológica Marina de Dos Mosquises y algunas pequeñas residencias en Francisquí, pertenecientes a adineradas familias venezolanas. El resto, tierra, mar y luz. La flora y fauna es, en los cayos, muy pobre, cactáceas y espináceas y, ante todo, mangles. El mangle es un arbusto típico cuyas ramas se entierran en el limo del mar. Hay reptiles como iguanas, lagartos, salamandras o el mea mea. Aves terrestres como la reinita común y el canario del mangle. Aves marinas que emigran desde norteamérica. Pero la verdadera riqueza de Los Roques está en sus fondos marinos. Los arrecifes de coral dan origen a un mundo subacuático de mil formas y colores, y hay muchas variedades de peces que se han adaptado a ellos. Y la luz es el elemento que imprime color a este escenario, el sumo hacedor del Archipiélago Los Roques, que transforma el mar en una vasta mezcla de azules y verdes que parecen suspendidos en el agua como manchas de aceite.
El Gran Roque La isla principal, tiene una superficie de 1’7 Km2. En ella reside la mayor parte de los habitantes, cerca de 600. Cuenta con las únicas infraestructuras del Archipiélago, pista de aterrizaje, planta desalinizadora de agua y generador de electricidad. Aquí están, además, la Jefatura, el puesto de la autoridad única en el que los visitantes deben pagar las tasas de entrada al Parque y el Centro de INPARQUES, que expide permisos especiales para realizar actividades fuera de la Zona de Recreación. La aldea está al sudoeste de la isla y en ella se encuentran las posadas que regentan los lugareños o algunos operadores autorizados.