El mar y las montañas
Explicar Puerto Vallarta en unas líneas es algo difícil y arriesgado. Puerto Vallarta es un lugar con energía propia que como dicen sus habitantes o te adopta o te invita a marcharte. Ella es dueña y señora, elige a quien la acompaña, aunque no en vano se denomina el lugar más amigable del mundo y así es con todos los que la visitan, acogedora y hechicera.
Cada día es una sorpresa, cada día de verdad empieza el resto de tu vida porque nunca sabes lo que va a ocurrir, no se sabe como todo se arregla y encaja en el último momento con una precisión solo posible en este increíble país llamado México.
Puerto Vallarta se encuentra situado en la parte occidental del estado de Jalisco, en México central mirando al Océano Pacífico, en Bahía de Banderas. Esta es la bahía natural más grande y profunda de México y la segunda de Norteamérica, con 40 millas de línea de costa. Sus aguas están protegidas de las inclemencias del tiempo al estar enmarcada por la Sierra Madre al este, ya que sus altas montañas protegen la bahía contra los vientos y sirve para moderar el clima que es semitropical y húmedo. En el extremo norte tenemos Punta Mita y Cabo corrientes al sur. Estas características únicas hacen que sea uno de los mejores lugares para la pesca deportiva y que posea especies como las ballenas, delfines, tortugas marinas o mantas raya. Puerto Vallarta despertó al mundo cuando John Huston llegó a Mismaloya para rodar la película “la noche de la iguana” en 1963, en ese momento tenía 2000 habitantes, un taxi y un hotel. A partir de entonces y por la expectación mundial que rodeó a sus actores, sobre todo el romance entre Richard Burton y Liz Taylor (aún casada con Eddie Fisher), el pueblo comenzó a desarrollarse y a él llegaron visitantes hasta convertirse en lo que hoy conocemos.
Puerto Vallarta se ha convertido en unos de los destinos más visitados de todo México con 2.2 millones de visitantes y con una población de 350.000 personas. Sus características especiales de puerto turístico moderno, que ha conservado las tradiciones y detalles de pueblo mexicano, hacen que tenga una población amplia, que mezcla los mexicanos y los extranjeros fundamentalmente americanos, que pasan parte del año en Puerto Vallarta o en las localidades cercanas, como Bucerías o Nuevo Vallarta. Puerto Vallarta vive en ocasiones a merced de la ola de las temporadas turísticas y en los meses de junio a octubre se vive la temida temporada baja en la que la afluencia de visitantes baja notablemente. En estos momentos el turismo local es muy importante en cifras, cuando en México se disfrutan las vacaciones de verano. La mezcla de locales y visitantes de variadas procedencias, hacen que el ambiente sea muy especial con una sensación total de buena convivencia y respeto por todos. Es un pueblo con inquietudes culturales, numerosas galerías de arte, eventos y acontecimientos tienen lugar todo el año. La música y el cine son dos de sus ingredientes principales con conciertos permanentes e incluso cuenta con una filmoteca. Puerto Vallarta ofrece en definitiva una naturaleza que impresiona por su belleza y que es inagotable para disfrutar en sus playas y montañas, un pueblo sofisticado y a la vez natural y auténtico, una noche como pocas y una población acogedora y amigable que te hacen sentir en casa. Cada mañana al salir a la calle miras sus montañas con sol, brisa o lluvia y piensas que los dioses eligieron este lugar y en la noche al ver al luna “colgada” estás convencida que definitivamente es un lugar único.
DOMINGOS EN PUERTO VALLARTA
Domingos en Puerto Vallarta, gente apresurada hacia la iglesia, palomas revoloteando por la plaza, turistas con pareo y caras de sueño después de un sábado de diversión. Muchos niños, bebes diminutos con carita curiosa.
Camiones, autos que suben y bajan con la música a todo volumen que se mezcla con los cánticos que salen de la catedral. Todo se une con una naturalidad solo propia de este lugar. Vegetación, azul cielo, músicos con su guitarra y el mar a un lado. Cada pieza tan heterogénea parece sin embargo encajar en este puzzle único que es puerto Vallarta, donde todos encuentran su lugar.
Tardes de domingo, playa y música. Hojas verdes de palmeras bailando al son de las congas. Verde, amarillo, colores vivos que me llenan la retina. Arena ardiente quema mis pies y el agua se evapora en mi piel al instante.
Sol y sombra, palapas, cuerpos perezosos y relajados, vendedores incesantes, tatuajes al momento, collares, pareos, tapetes, todo es posible bajo la tarde clara y luminosa de Puerto Vallarta, con el Pacífico de plata a mi espalda. De nuevo los pájaros y los niños con energía sin fin, corren ajenos a como se mueve el mundo. Las construcciones blancas, encaramadas en la montaña son los únicos espectadores estáticos de este espectáculo.
El próximo domingo todos nos reuniremos de nuevo en Puerto Vallarta.