Rostros del Caribe: casi cuatro décadas de travesía
Treinta y nueve ediciones ininterrumpidas del Festival del Caribe se puede decir fácil y rápido. Sin embargo, cada edición es un desafío, un reto mayor, en el que está explícitamente la política cultural cubana, así como el apoyo y el tesón del Ministerio de Cultura, la Dirección Provincial de Cultura de Santiago de Cuba y la Casa del Caribe, entre otras instituciones.
Es una festividad de la cultura popular, los grupos portadores, el pueblo. Tanto que se puede preguntar en cualquier esquina de la ciudad más caribeña de Cuba y cualquier transeúnte te dirá qué es la también llamada Fiesta del Fuego. Cada año, literalmente, Santiago arde del 3 al 9 de julio.
Las llamas cubren la urbe, incluso se extienden a poblados aledaños como El Cobre —con el tradicional peregrinaje a la Loma del Cimarrón—, pero también abarcan la región de América Latina y el Caribe con los países invitados de honor a los que se ha dedicado el evento. La más reciente edición fue incluso más abarcadora y las llamas se expandieron hasta la República Oriental del Uruguay.
A golpe de candombe, tango y milonga
La dedicatoria a Uruguay generó mucha expectativa, porque si bien ya ha quedado claro que el Caribe es mucho más que una región geográfica, algunos no alcanzaban a imaginar cuánto en común con la cultura caribeña pudiera tener la uruguaya. Eduardo Lorier, embajador de Uruguay, apuntaba que el Caribe tenía una relación muy estrecha con la migración africana a su país. «Montevideo fue el puerto de acceso de los negros para todas las entradas al virreinato del Río de La Plata por parte del reino de España, porque toda la costa atlántica estaba dominada por los portugueses, que eran enemigos de los españoles. Allí estaba asentada la marina española y el ingreso de los negros a Buenos Aires, Lima y toda la zona del virreinato de Perú. Eso deja en Montevideo toda una gran herencia material de inmigrantes negros y espiritualidad negra que se traslada a formas que hoy son el candombe, nuestra música más representativa, y el tango, que justamente proviene de la música africana».
El candombe y el tango fueron declarados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco en 2009. El primero es una forma de comunicación, danza y religión que aunó elementos del bantú y el catolicismo, y llegó a convertirse en icono de la negritud en la capital uruguaya. En febrero es el protagonista del «desfile de llamadas» en barrios montevideanos como Sur y Palermo. El tango, junto al candombe y la milonga, integran un tríptico musical proveniente de la misma raíz africana. A golpe de candombe, tango y milonga vivimos las noches del Festival del Caribe 2019.
Mientras en las jornadas diurnas del Coloquio Internacional «El Caribe que nos une» se discursaba sobre «El eurocentrismo en Uruguay, la idea de un país donde lo popular y lo periférico son entidades invisibles», a cargo de Alejandro Cruz, curador de la delegación uruguaya, también se dialogó sobre «El aporte afro en la formación de la nacionalidad uruguaya, las bases para una historia común entre Cuba y Uruguay», y se le hizo un homenaje a Hugo Cheché Santos, reconocido exponente de la música popular afrouruguaya.
La coordinadora de la Comisión Central del encuentro académico, Aracelys Avilés, esclarecía que, aunque el país invitado de honor no estaba en el Caribe, tenía puntos en común, entre ellos la trata de esclavos. «Más allá de eso es una prueba de que el Caribe es una cultura inclusiva, que acepta todo lo que no tenga un matiz colonizador, sino que venga en un ámbito de paz. Es más por esa razón que porque hayan tenido esclavos y tengan una expresión afro».
Para Glenda Rodán, directora nacional de los centros del Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay, estar en el Festival del Caribe es un sueño largo. Lo expresó durante la tradicional entrega de la llave de la sede santiaguera del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, que fue la Casa de Uruguay durante la Fiesta del Fuego. «Esto, que es un sueño de dos uruguayos que yo conozco: Sara y Oscar. Alguna persona puede no entender qué hacemos nosotros, que estamos allá en el sur, como dice Serrat, con ustedes, que tienen esta maravillosa vegetación, esta alegría, esta música. Claro que tenemos que ver, porque somos latinoamericanos. Latinoamérica y el Caribe tienen que ser una sola nación. La cultura es la única herramienta que tienen los pueblos para enfrentar la violencia, el hambre y todo lo que venga, porque la cultura jamás se para. La cultura une a los pueblos».
La delegación uruguaya impregnó con su sello distintivo el Desfile de la Serpiente, tradicional y multicolorido pasacalles de las delegaciones asistentes que el pueblo santiaguero siempre aclama. Desfilaron miembros de la Intendencia de Canelones, dos bailarines profesionales de tango e integrantes de la Academia de Ballet Siembra Ana María Ruiz Ellis. También vimos recorrer la calle frente al Ayuntamiento de Santiago de Cuba a delegaciones de México, Colombia, Puerto Rico, Curazao y a nuestros grupos portadores.