De la serie Memorias pendientes, Impresión digital, Adrián Fernández.
El placer de tener una mascota, Óleo sobre tela ,Ángel R. Ricardo Ríos.
Repatriado. Plata sobre gelatina, Juan Carlos Alom.

La Feria Internacional de Arte de Bogotá se ha consolidado como uno de los centros fundamentales en el intercambio cultural y en la consolidación del mercado latinoamericano. Durante cuatro días confluyen galerías, curadores, artistas y público en una de las vitrinas culturales de mayor trascendencia en las artes plásticas de la región.

La feria celebrará su edición 15 con un programa de actividades que se destaca por ser uno de los más refrescantes y arriesgados en sus modelos comerciales. Galería Servando propone nuevamente la participación gracias a los resultados que se han logrado en otras ocasiones, donde el arte cubano estuvo representado por varios de los artistas de nuestra nómina y fueron expuestos sus últimos trabajos.

Esta vez el proyecto propone un diálogo entre tres artistas: Adrián Fernández, Ángel Ricardo Ríos y Juan Carlos Alom, cuyo nexo se establece a través de la exploración que realizan del espacio que les envuelve, ya sea desde lo físico real, imaginario o posible, e íntimo.

Adrián Fernández es uno de los artistas imprescindibles de su generación en Cuba. Mostrará una serie fotográfica exhibida en la recién finalizada XIII Bienal de La Habana. Las imágenes se conciben como paisajes donde se insertan esculturas de metal que hacen referencia a un espacio imaginario, posible, pero a la vez engañoso creado por el artista. 

Juan Carlos Alom constituye uno de los creadores cubanos de más sobresaliente trayectoria dentro de los ámbitos de la fotografía y el cine documental y experimental. Su quehacer participa, junto al de otros grandes artistas cubanos, del impulso generacional de los años noventa, empeñado en oxigenar los antiguos presupuestos discursivos y estéticos del género.

Por último, se exhibe un conjunto de obras recientes de Ángel R. Ricardo Ríos, quien nos conduce a un espacio dominado por la naturaleza, situándonos ante una experiencia visual extraordinaria determinada por la apoteosis del color, el exceso y la liberación del gesto. Es una pintura eminentemente gestual, en la que no existen reglas ni estereotipos, una suerte de superficie desenfrenada en la cual las formas parecen expandirse rompiendo los límites del cuadro. Entre lo figurativo y lo abstracto, se reconocen motivos florales que devienen pretextos para aludir a otro de sus temas esenciales: lo sensual y erótico.