Playa del Malecón.
Playa de Los Muertos.
Playa de Conchas Chinas.
Mismaloya.
Yelapa.

Podemos comenzar con la que tenemos más cerca, el Malecón, la playa del pueblo no se usa como playa de recreo pero está presente en la vida de cada persona que llega a Puerto Vallarta. En ella encontraremos paracaídas y también pelícanos que han hecho del final de esta, su casa y centro de reunión, muy cerca de una pequeña lonja donde se vende el pescado fresco cada día. Con algo más de cuidado y decoración podría ser un bello lugar para llevar a cabo muchas más actividades de ocio de día y de noche.

La Playa de los Muertos es la más cercana al pueblo, la más “Vallarta” con sus restaurantes alineados, vendedores que tienen una gama inimaginable, aunque eso sí, todos especializados porque venden una sola cosa: plata, cerámica, helados, tatuajes, pareos…o te hacen trencitas si te dejas. En ella se encuentra el caballito original, símbolo de Puerto Vallarta y tiene en el horizonte las tres piedras llamadas “Los Arcos”, con una vegetación exuberante que da vida al paisaje.

No deje de pasar un domingo en ella, mi lugar favorito es el Beach Café al final, buena música, palapas, comida muy rica y accesible y un ambiente “mix” muy relajante.

De Playa de los Muertos salen las pangas a otras playas bellísimas del sur, a las que puedes acudir si después de unos días de bullicio has tenido suficiente, solitarias con acceso único desde el mar son una experiencia maravillosa. Una de mis preferidas es Yelapa. El viaje en panga es excitante por la velocidad y los saltos. Yelapa encantadora con un hotelito donde poder quedarse una noche, sus famosos pies o pasteles de queso o manzana vendidos en la playa te ponen el detalle dulce del día y lo mejor la sensación de que nadie puede encontrarte.

Quimixto nos brinda la oportunidad de hacer algo de ejercicio antes de deleitarnos en las olas del mar. Podemos visitar su cascada, tanto a pie como a caballo, pasando por hermosos ríos.

Otra opción en esta misma dirección es Las Ánimas, un poquito más lejos. El viaje es muy placentero, pasando por lugares de gran valor ecológico donde poder hacer snorkel. Al llegar, lo más fascinante y diferente al resto, es la vegetación verde y salvaje que encontramos a nuestras espaldas. Los colores casi irreales combinando toda la gama de verdes y azules. Se puede comer en algún restaurancito, montar en kayak o simplemente zambullirse en el agua, leer y pasear.

Si decidimos ir hacia el norte, ya en el Estado de Nayarit, la oferta es igualmente bella, siendo la sensación más cercana a las playas de las islas desiertas, anchas y muy largas, con pájaros volando y el sonido de las olas, para perderse y perfectas para los amantes del surf o los que buscan la paz más absoluta.

Os llevamos a dos, Sayulita y San Pancho.

OLAS Y SURF

Coger el auto a veces puede ser estresante, pero para los amantes del surf es algo excitante, relajante e inspirador, especialmente cuando los caminos son de un verde tan puro que parecen la dirección hacia el edén del mar.

El surf es un hobby lleno de adrenalina y pasión por cosas tan importantes como son el mar, la arena, la playa, la meditación y la naturaleza al máximo. Definitivamente una vida de emoción y aventura total.

Para esos que buscan la aventura, en Vallarta hay playas increíbles, llenas de olas y secretos que harán que tu alma se purifique.

Para principiantes y no tan principiantes, está el pueblo de Sayulita. Allí podrás gozar de días muy hippies, llenos de reggae, surf, peace and love. Usualmente las olas son pequeñas así que ya saben surfing boys and girls, sólo long boards o tablas de práctica.

Otra playa, mi favorita, es San Pancho, a tres kilómetros de Sayulita. La palabra que define San Pancho es el silencio, la paz, los pájaros, la sensación de estar en un lugar salvaje no tocado aún de lleno por el hombre.

Para los que son ya pro surf, San Pancho tiene los mejores point breaks [puntos de quiebra] del área, y el mensaje es: sigan con las olas y sus vidas darán giros de mucha paz y felicidad.