La crisis europea y el estancamiento de la demanda de otras potencias del Norte impulsan a América Latina y el Caribe a buscar reacomodo comercial puertas adentro y en el Asia en desarrollo.

Los españoles se sulfuran y maldicen en las calles el ajuste neoliberal de Mariano Rajoy, totalmente inoportuno ante un escenario nacional de desempleo récord. Pero el gobierno otea en otra dirección. Los mercados presionan a España a solicitar un rescate financiero a la Unión Europea y al FMI, aunque rollos similares en Irlanda, Portugal y Grecia no aplacaron la crisis. Alemania vuelve a vestirse como mala de la película y los economistas se desgastan discutiendo cuánto le falta a la eurozona para entrar de nuevo en recesión. Algunos afirman que la contracción económica ya es un hecho.

La tormenta, que se desató en el Viejo Continente con la crisis financiera global del año 2008, adquiere cada vez mayor intensidad. Los truenos europeos ya estremecen el comercio al otro lado del Atlántico sur. América Latina y el Caribe habían resistido hasta inicios del 2012 el despelote económico europeo y la inestabilidad de otras dos locomotoras de la economía mundial: Estados Unidos y Japón. 

La fortaleza de esta región, en apariencia sorprendente, respondió a la reorientación de la especulación bursátil, después del 2008, hacia productos básicos que son la columna principal de las economías latinoamericanas. Esto favoreció un alza de sus cotizaciones más acelerada que el apetito por esas materias primas. 

Un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), organismo de Naciones Unidas, indica que las exportaciones del área crecieron 23 % en 2011 a cuenta de los precios, pero solo 3 % en volumen físico.

Ante ese giro de los acontecimientos y el comercio, Latinoamérica frunce el ceño y busca alternativas para tenerse en pie.

2012: desaceleración

El débil crecimiento de los países desarrollados y la desaceleración visible en las economías emergentes nubló este año el entusiasmo de empresarios y economistas latinoamericanos.

El informe anual Panorama de la inserción internacional de América Latina y el Caribe 2011-2012, presentado por la CEPAL en agosto pasado, advierte que la desaceleración del comercio exterior en el área se ha hecho más evidente este año. En 2011, las exportaciones latinoamericanas crecieron 23 % 

(1,06 billones de dólares) y las importaciones 22 % (1,01 billones de dólares). Pero para el 2012, esa institución pronostica una magra expansión de las ventas al exterior (4 %) y de las compras a otros países (3 %).

Como anticipo, el reporte observa una moderación del comercio exterior regional desde el segundo semestre de 2011. Ya en los primeros seis meses del actual año las exportaciones e importaciones de los países latinoamericanos apenas crecieron 4 % y 6 % respectivamente. 

«Esta desaceleración ha afectado los intercambios con todos los principales socios comerciales de la región –afirma la CEPAL–, aunque más intensamente las exportaciones, sobre todo las dirigidas a la Unión Europea», que cayeron 5 % de enero a junio del 2012, en comparación con similar etapa del año anterior.

El impacto promete ser más severo para el Caribe, región que mantiene tradicionalmente un comercio muy estrecho con Europa. La CEPAL prevé por esa razón caídas de 0,7 % y 2,1 % en las exportaciones e importaciones caribeñas para el actual año. Por iguales razones también sufriría el comercio externo suramericano.

La inquietud de los analistas se agrava por los síntomas de desaceleración económica en países del Lejano Oriente. La región de América Latina y el Caribe había encontrado en China y otras economías asiáticas un salvavidas frente a los sismos de­sa­tados en el Norte desarrollado a partir de la crisis financiera global del 2008.

En la estructura de destinos del comercio exterior de América Latina y el Caribe, la participación de Estados Unidos disminuyó casi en una quinta parte del año 2000 y el 2011: de 58 % a 39 %. También declinó el intercambio con el Viejo Continente, a lo largo de una etapa definida ya como «década perdida» para la zona euro, por su pésima evolución económica. 

Por el contrario, saltaron las exportaciones e importaciones con Asia, de 6 % a 18 %. 

El comercio se expandió con China, en particular: de 1 % a 9 % en ese período. Aunque en menor medida, también creció el intercambio entre los propios países latinoamericanos y caribeños: de 16 % a 20 %.Con tales antecedentes, no es difícil anticipar, entonces, cuáles son las cartas en que depositan sus esperanzas numerosos gobiernos, empresarios y economistas de esta región.

Debilidades puertas adentro

No faltan productores, comerciantes y consumidores latinoamericanos que hacen muecas frente a la «invasión» de bienes asiáticos, chinos en particular. Primero, claro, tienen que descubrir el origen en la marca o la identificación del producto. Pero el resquemor cede ante una evidencia: las economías emergentes –con énfasis el Asia Meridional y del Pacífico– han mostrado un ritmo de crecimiento más saludable que las naciones desarrolladas y prometen mantener su misión de escudo del comercio mundial en los próximos años, a pesar de las previsiones de desaceleración.

El gobierno de China ha adoptado medidas para moderar el avance económico: planificó un crecimiento del PIB entre 7,5 % y 8 % este año. Aún así, el gigante asiático será un importante sostén a la demanda mundial de productos básicos, como el petróleo, los minerales y los alimentos, que constituyen el grueso de las exportaciones de América Latina y el Caribe.

La CEPAL pronostica que las exportaciones latinoamericanas hacia China aumentarán en torno a 16,4 % anualmente de 2013 a 2015, muy por encima de las tasas de crecimiento hacia la Unión Europea para ese período (1,1 %), a Estados Unidos (6,2 %) o a la propia región de América Latina y el Caribe (3,7 %).

Varios países del área moldean tesoneramente ese vínculo. El intercambio de delegaciones oficiales entre Beijing y La Habana, por ejemplo, confirma el interés y los nexos económicos entre ambos países, con un comercio bilateral que subió a 870 millones de dólares en el primer semestre del actual año, según reportes de la agencia Xinhua. El gigante asiático constituye el segundo mayor socio externo de Cuba y esta nación es, a su vez, el principal socio comercial de China en el Caribe.

Sin embargo, la debilidad europea pende como una espada sobre la economía mundial, asiática incluida: amenaza a las ventas de China hacia el Viejo Continente y, por extensión, a la industria de ese país y a su demanda de materias primas latinoamericanas.

La otra mirada de productores y comerciantes de América Latina y el Caribe queda en la región. Mediante acuerdos gubernamentales bilaterales, la firma de contratos empresariales en el área y la ampliación gradual de la integración regional, los países buscan estrechar vínculos con los vecinos. Los procesos de integración recibieron un impulso, con el ingreso oficial de Venezuela al Mercosur a fines de julio de 2012, la constitución un mes antes de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú) y la suscripción en noviembre de 2011 de un acuerdo de libre comercio entre México y los países centroamericanos, entre otros pasos. También se fortalecieron alianzas como Unasur y el ALBA, mientras el CARICOM negocia ajustes. 

Dos países que lideran los flujos del comercio en la región, Brasil y México, han mostrado creciente interés por profundizar esos nexos. 

«No creemos que nuestro desarrollo pueda estar aislado del futuro de nuestros vecinos, debemos crecer juntos combatiendo la desigualdad», afirmó recientemente la presidenta brasileña Dilma Rousseff, en un mensaje enviado a una reunión de la CEPAL en San Salvador. En su opinión, «hay mucho espacio para el crecimiento del comercio intrarregional y para la cooperación económica, social, cultural y política». Bajo ese principio, aumentan las inversiones de empresas de Brasil en países del área, y su presencia en ferias comerciales latinoamericanas. 

Uno de los eventos que atrae la atención brasileña es la Feria Internacional de La Habana, cuya XXX edición, FIHAV 2012, promete ser una buena ocasión no solo para ampliar nexos e inversiones en Cuba, sino con otras firmas y países latinoamericanos, de tradicional presencia en esa cita. Una buena pauta es el creciente intercambio entre Brasil y Cuba, que en 2011 ascendió a 642 millones de dólares, 31 % por encima del año anterior, aunque solo 90 millones correspondieron a exportaciones cubanas, según datos oficiales.

Sin embargo, el flujo comercial intrarregional todavía muestra debilidades. Las empresas locales tienen más disposición para negociar con compañías de otros continentes. Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el intercambio dentro de la región redondeó 17,1 % del comercio exterior total de América Latina y el Caribe, cifra algo menor a 17,3 % alcanzado en 2010. Los exportadores del área buscan con mayor avidez puertos en el Asia en desarrollo y Estados Unidos, que en las naciones vecinas.

Nichos, obstáculos, desafíos 

La CEPAL identifica como un obstáculo para fortalecer las cadenas de producción entre empresas latinoamericanas la escasa presencia de bienes intermedios en sus exportaciones. Aunque esos productos manufactureros suelen garantizarle a las compañías de la región éxito ante los vecinos, solo representan 10 % del total de las ventas de un país a otro dentro de la región. 

Los productos primarios –petróleo, minerales y alimentos como la soja, el azúcar, el café y el banano– soportan el grueso de las producciones y exportaciones latinoamericanas. Esa tendencia, en lugar de acercar, enfrenta y distancia entre sí a los países del área. 

Para dar un vuelco a esa situación y crear un entorno propicio a la integración productiva, los latinoamericanos tendrían que apostar a nichos de producción avanzada. Líneas emprendidas aún por pocos países, como producciones para Internet, biotecnología y alternativas de eficiencia energética, resultan un terreno fértil para proyectos de cooperación entre empresas de uno y otro país.

El desafío sería aprovechar la resistencia económica conseguida por fortuita coyuntura de la demanda asiática y la especulación financiera, para desplegar alas y traspasar las fronteras de las producciones de bajo valor agregado que han predominado hasta el presente en el portafolio de América Latina y el Caribe