En la mejor tradición caribeña y latinoamericana durante los meses de verano todo el que puede se toma unas vacaciones. Esto coincide con lo que algunos dan en llamar la temporada semi-baja del turismo de larga distancia, ese momento del año en que en los grandes emisores del mundo hace calor y para mucha gente deja de tener sentido desplazarse miles de kilómetros para huir del frío en algún paraíso tropical del planeta. Durante junio, julio y agosto las playas del Caribe tienden a criollizarse y eso es algo normal, también, en Riviera Maya, Centroamérica y la América del Sur, donde el turismo doméstico se hace sentir mucho más de lo habitual en este período. Hay que decir, sin embargo, que con la crisis y el deterioro del poder adquisitivo de las grandes masas de viajeros en los principales mercados internacionales, los destinos de la región empezaron a mirar con un interés bien marcado a sus propios públicos, y en muchos casos desde 2008 a la fecha, el turismo interno e intrarregional ha sido el que ha sacado las castañas del fuego. En este sentido el caso de México es sumamente esclarecedor: mientras el país vivía un 2009 durísimo con una importante recaída en los arribos de turistas internacionales a causa de la gripe A H1N1, los turistas nacionales crecieron 24 % y llegaron a representar el 17 % del total computado, lo que terminó por develar las potencialidades del mercado propio, mucho más capaz y activo en la misma medida en que se le atienda, interese y privilegie. Por este propio camino ha transitado Centroamérica y le ha ido muy bien. El año pasado la región registró 10,6 millones de turistas –el 40 % de ellos, viajeros centroamericanos–; y ese dinamismo del turismo interno se ha convertido en objeto de trabajo común para las autoridades turísticas de los siete países del istmo, unidos en el empeño de promoverse como un gran destino multinacional y a la vez, un gran multiproducto. Es una tendencia que se manifiesta, también, en Colombia, Venezuela, Brasil, Ecuador, Argentina, Chile y Cuba, entre otros; mientras prospera, de modo notable, el turismo intrarregional. Para República Dominicana, por ejemplo, en el crecimiento del 5,8 % conseguido en enero último y los sucesivos incrementos logrados hasta el día de hoy, fue decisiva la explosión del 65,7 % en la llegada de visitantes sudamericanos, lo que se ha mantenido como comportamiento y suscitado especiales esfuerzos en destinos como Barbados, Jamaica y otras de las islas caribeñas, que han reenfocado o ampliado sus acciones de promoción y comercialización hacia los emisores de América del Sur, en primer lugar, Brasil. La crisis ha dado una justa dimensión y celeridad a las estrategias de cooperación e intercambio que se avanzaban entre los países latinoamericanos y reanimado el trabajo de promoción y comercialización turística intrarregional y de cara a sus públicos internos, en lo que según expertos este verano dejará entrever muchos nuevos progresos.

José Carlos de Santiago