Alicia Leal y el país de la fantasía
Pródiga en su vínculo con el reino de lo maravilloso y con un nombre evocador de una de las más hermosas historias que nos acompañan desde la infancia, esta Alicia nuestra, enriquece la visualidad y, como en la obra de Lewis Carroll, más allá de la belleza de sus imágenes, de la historia que cada una de ellas nos relata, lleva al pensamiento profundo y la meditación sobre cuestiones trascendentes de la sociedad.
Porque la espirituana Alicia Leal, que ha transitado siempre con éxito por la pintura, la serigrafía y la fotografía, no solo es una de las más fecundas y laboriosas pintoras cubanas de las últimas décadas, sino una de las más imaginativas.
Ahora mismo, en este 2008, culminó con éxito la prueba de confrontar sus recientes imágenes con críticos y espectadores asistentes a ferias de arte en Marbella (España) y Boyacá (Colombia).
Se trata de la continuidad de una saga internacional que en los últimos tres años la ha llevado a Kuala Lumpur (Malasia), Kingston (Jamaica) y a colecciones privadas de Estados Unidos, España, México, Inglaterra, Japón y Francia.
¿Qué ven los ojos de tan diversas latitudes en la obra de Alicia Leal? La crítica norteamericana Heather Lujawski ha dicho que "la pintura de Alicia, con independencia de sus valores temáticos, resalta por la sencillez orgánica de sus trazos gráciles y líricos". La alemana Susanne Rader escribió sobre una exposición de la artista en Bonn: "Los cuadros de Alicia Leal están empapados de elementos naturalísticos. El observador se sumerge en una inmensa pluralidad de especies animales. Y de plantas también. A veces, selvas vírgenes, a veces un simple ramo de flores. En sus lienzos se comprime toda la multiplicidad biológica y su polícroma paleta.
La inseparabilidad de hombre y naturaleza es tan marcada en la obra de Alicia que ambos se funden literalmente en muchas de sus figuras". Estos y otros juicios coinciden en valorar la impronta de género y el poderío de la obra. En efecto, Alicia Leal pinta desde una condición femenina reinvidicativa y contundente, pero también desde la tradición comunicativa de una zona del arte cubano que sin obviar lo figurativo tiende a expresarse a través de metáforas. Una tradición que tiene entre sus hilos conductores a Carlos Enríquez (El rapto de las mulatas) y Fidelio Ponce (Los niños), en el caso de Alicia, estamos ante una artista cuyo sentido de la fabulación dicta su discurso pictórico.