Joyas del paraíso
Privilegiadas por su naturaleza y la ubicación geográfica, las islas del Caribe son de los mejores destinos del mundo para vacacionar. Todas con sus valoradas y tentadoras generalidades: sol, playas transparentes y azul turquesa, arenas blancas y finas, deportes náuticos, lujosos y grandes resorts o pequeños hoteles, tienen sus propias singularidades, que constituyen una permanente invitación.
En sus culturas, historias, diversos idiomas y la arquitectura colonial con reminiscencias de España, Inglaterra, Francia u Holanda, las coloridas formas de vestir o decorar las casas, las tradiciones, cocinas y poco más, se encuentran realmente las únicas diferencias que exhiben entre sí, las pequeñas islas caribeñas. Más allá de las Bahamas y las Antillas mayores –Cuba, Santo Domingo (República Dominica y Haití), Puerto Rico, Jamaica– están las Antillas menores: Islas Turcos y Caicos, Islas Vírgenes, Anguila, Saint Kitts y Nevis, Antigua y Barbuda, Guadalupe, Dominica, Martinica, Santa Lucía, Barbados, San Vicente y las Granadinas, Granada, Trinidad y Tobago, Aruba, Curazao y Bonaire, además de las Islas Caimán. Barbados, la isla más al oriente del Caribe y la más británica, con su fervor por el cricket y el té, combina los confortables hoteles en el oeste con la casi inexplorada costa este. Saint Martin, cercana a Puerto Rico y rodeada de fuertes, celebra clásicas regatas y cuenta con una reserva marina protegida a la que acuden las ballenas y los delfines para reproducirse. El Caribe holandés, cerca de Venezuela, está formado por territorios minúsculos pero famosos como Aruba y Curazao, cuya capital de colores pastel, Willemstad, semeja una réplica en escala menor de Amsterdam y donde los juegos de la luz en la cueva submarina Blue Room hacen que el agua adopte diferentes y extraños colores. Pero queda Bonaire, una de las mecas mundiales del buceo. La lista sigue con Anguila y sus pequeños hoteles y villas de playa; o las Islas Caimán, donde los edificios, por ley, no deben exceder la altura de los cocoteros. Antigua y Barbuda, regalan una combinación de desarrollo con naturaleza salvaje y playas vírgenes; y son célebres por sus super-exclusivos alojamientos, el archipiélago Turcos y Caicos, cuarenta islas e islotes habitados por unas 30 mil personas, constituye un paraíso de espacios libres con una isla reservada a las iguanas. Guadalupe, por su parte, es una conjunción de urbes modernas y hermosa naturaleza, con dos islas principales, Grande-Terre y Basse-Terre, separadas por un río y tupidas selvas, cuyo símbolo es el mapache. Trinidad y Tobago es tierra de carnaval y calipso, en la que existen varios refugios naturales y torneos náuticos y de pesca, como el Game Fishing y sitios muy singulares como el Lago Pitch. Pero hay que saber organizarse muy bien para conocer las islas diminutas del Caribe, aún deficitariamente interconectadas vía aérea; y para lo cual la mejor opción son los cruceros, con variadas rutas, itinerarios, frecuencias y duración, desde 5 a 25 días. Mientras disfruta las comodidades de estos lujosos hoteles flotantes, tendrá la oportunidad de conocer diversos puertos y paraísos naturales inhabitados, vivir la aventura de bajar a tierra y adentrarse en la vida de diferentes islas. La mayoría de los cruceros tienen su punto de partida en los Estados Unidos, sobre todo en Miami y Key West, aunque hay también opciones de viajes trasatlánticos. Numerosas compañías, entre ellas Costa Cruceros, Pullmantur, MSC Cruceros, Norwegian Cruise Line, Carnival Cruises Line, Caribbean Royal, Celebrity Cruises y Festival Cruceros ofrecen una larga y rica lista de posibles itinerarios. Sólo queda escoger y disponerse a vivir días inolvidables visitando las islas diminutas del Caribe.