Cementerio Santa Ifigenia
Mausoleo José Martí, Héroe Nacional de Cuba

Una de esas plazas imprescindibles de Santiago de Cuba es el Cementerio Patrimonial Santa Ifigenia, necrópolis fundada en 1868 y que atesora un impresionante número de tumbas y panteones de alto valor patrimonial, histórico y artístico. Al recorrerlo tendremos la sensación de estar inmersos en el laberinto de la historia y la cultura, rodeados de  grandes de  la Patria, representantes de diferentes épocas y de todos los sectores de la vida económica y social.
Entre todos los monumentos, sobresale uno por su jerarquía y composición: el Mausoleo del Héroe Nacional José Martí y Pérez; lugar donde descansan sus restos desde el 27 de mayo de 1895, apenas ocho días después de su caída en combate en Dos Ríos. Desde entonces el lugar ha sido objeto de la veneración de todo un pueblo que admira y quiere al Apóstol por la actualidad de su pensamiento, su profundo humanismo y la calidad de su obra literaria. Allí se guarda para siempre el alma de la Patria. Allí acude a nutrirse de espiritualidad toda alma buena.
Una lápida donada por la emigración de Jamaica en 1898 y traída a Santiago de Cuba por el benefactor Emilio Bacardí Moreau presidió el nicho 134 de la Galería Sur donde fuera inicialmente enterrado el Héroe Nacional de Cuba. Un simple texto le rendía tributo: “Los cubanos te bendicen”. Más tarde, en 1907, ya en plena república mediatizada, aparecería un modesto templete construido por el gobierno provincial y en 1947 se daría inicio al proyecto “Por una tumba digna del Apóstol Martí”, que se concluiría en 1951 y es el que hasta hoy se yergue justo a la entrada del Campo Santo.
De clara filiación Monumental Moderno, fue construido en piedra de Jaimanitas y proyectado a dos manos por el arquitecto Jaime Benavent y el escultor Mario Santí, ambos asesorados por el Historiador de la Ciudad de La Habana en ese tiempo, Emilio Roig de Leuchsenring.
Martí nos enseñó que “como el corazón es casa para los recuerdos, el monumento es casa para los héroes. El pueblo debe tener objetos vivos en que encarnar y hacer sensibles su respeto y amor”. Y eso es el Mausoleo, un sitio para el respeto y la veneración eterna al cubano más grande, al Apóstol.
Es por ello que el próximo 19 de mayo de 2015, en el 120 aniversario de la caída en combate de José Martí, será un momento de peregrinaje solemne para depositar en la cripta gloriosa, la rosa blanca merecida para el hombre eterno que dio todo por la patria y solo pidió: “tener en mi losa un ramo de flores y una bandera”.