Buena parte de la obra pictórica de Wifredo Lam forma parte de la colección de Arte Cubano de esta institución.
"Más de 47 mil piezas, entre pinturas, esculturas, dibujos, grabados, instalaciones y fondos arqueológicos reúne en sus fondos esta institución."
"La Sala de Arte de la Antigüedad, la más grande de América Latina en su tipo, posee una valiosa colección de arte egipcio."

Hace pocas semanas estuvo en La Habana el doctor Zahi Hawass, eminente egiptólogo y uno de los grandes hombres de la museología y del coleccionismo del mundo. Contaba el doctor Eusebio Leal, Historiador de la Ciudad, que cuando el experto visitó el Museo Nacional de Bellas Artes, y apreció su colección de la Antigüedad, exclamó admirado: «mucho sabe de museo el que lo ha hecho».

Acotaba Leal que la admiración del egipcio se acrecentaba aún más, «porque en El Cairo (…) él no ha podido hacer una obra igual». Baste esta carta de presentación para acercarnos a una de las instituciones más emblemáticas de la cultura cubana: el Museo Nacional de Bellas Artes, que este año celebra el 95 aniversario de su fundación (1913). Con un tesoro superior a las 47 mil piezas, entre pinturas, esculturas, dibujos, grabados, instalaciones y fondos arqueológicos, la institución estatal reabrió sus puertas en 2001, luego de un costoso proceso de remodelación capital, que rejuveneció sus dos edificios de exhibición: el Palacio de Bellas Artes y el antiguo Centro Asturiano de La Habana, incorporado desde entonces al Museo.

Los cientos de miles de visitantes, que a partir de aquel momento han traspasado sus umbrales, encuentran en ambos recintos, ahora dotados con modernos sistemas de iluminación, seguridad, climatización y control ambiental, un verdadero oasis de formas y colores, que comienza desde las propias arquitecturas de los edificios, dos magníficos exponentes de uno de los más significativos conjuntos urbanos de América Latina.

El Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1954, fue especialmente construido para su función museológica, y partió de un diseño progresista, donde se unen la modernidad con la tradición arquitectónica colonial. Allí habita la Muestra de Arte Cubano, considerada la más completa y exhaustiva del mundo, con un discurso integrador de las diferentes manifestaciones artísticas, y organizada en cuatro grandes períodos: Colonia, Cambio de Siglo, Arte Moderno y Arte Contemporáneo.

Obras que parten del siglo XVI, y nombres tan conocidos como los de Armando Menocal, Leopoldo Romañach, Víctor Manuel, Carlos Enríquez, Amelia Peláez y Marcelo Pogolotti, se unen a otros grandes como René Portocarrero, Mariano Rodríguez y Wifredo Lam, para seguir en un abrazo con Raúl Martínez, Antonia Eiriz y Alfredo Sosabravo, hasta llegar a artistas contemporáneos como Mendive, Bedia, Nelson Domínguez, Zaida del Río, Fabelo, y las sugerentes instalaciones de Kcho, entre muchísimos otros.

Por su parte, el majestuoso edificio del antiguo Centro Asturiano (1927), es un elocuente y lujoso ejemplo de arquitectura ecléctica de inspiración española. Allí se encuentra la colección de Arte Universal, una mezcla de estilos, lugares y épocas diversas, donde destaca la Sala de Arte de la Antigüedad, la más grande de América Latina en su tipo, con sus amplias y bien dotadas secciones dedicadas a Egipto, Grecia y Roma.

La muestra europea incluye obras de las tradicionales escuelas de Italia, Flandes, Holanda, España, Francia y Gran Bretaña, a las que se suman exponentes del arte asiático, norteamericano, y de las antiguas escuelas nacionales de México, las Antillas y Suramérica. En particular, la colección española –catalogada por expertos como una de las más importantes del mundo fuera de la península- incluye artistas de la talla de Zurbarán, Murillo, Paret Alcázar, Los Madrazo, Sorolla, y Zuloaga, y obras como las calcografías de Goya y Fortuny. El Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, es sin dudas una institución de vida activa e interesante programación cultural.

Su Centro de Información, el teatro, la sala de audiovisuales, el hemiciclo, las tiendas y las cafeterías, permiten también el estudio, la investigación, el intercambio profesional, comprar una reproducción, ver una película o disfrutar de un concierto. En ello están las manos y el corazón de un colectivo muy profesional que hace de este lugar un paraíso de cultura y esparcimiento.