- Descubriendo El Chile exótico de Neruda
El país exuberante y profundo dibujado por la geografía poética de Pablo Neruda, tiene mucho por disfrutarle si el visitante se atreve a ignorar el repique de las guías comerciales, y recorre por otros senderos a esta «muchacha que por las piedras negras de Coquimbo, /por la orilla solemne de la espuma/vuela con pies desnudos»
El «largo pétalo de mar y vino y nieve» que es Chile, dibujado según la geografía sentimental y lírica de Pablo Neruda, tiene aún muchas y ocultas fragancias por saborearle. Ello será posible si el visitante se desmarca de las tentaciones comunes a las que incita el repique de las guías comerciales y se arriesga por otros senderos; si como sugiere el más grande de sus poetas, le revela otros suspiros y otros placeres a esta «muchacha que por las piedras negras de Coquimbo, /por la orilla solemne de la espuma/vuela con pies desnudos…»
Al «Cuando Chile», que titula una de sus odas más estremecedoras, falta agregarle «se redescubre», porque esa será la única manera de salir «a andar, a cantar por el mundo, desde aquellas tierras, de aquel barro, de aquel silencio», haciendo honor a la faz real, deslumbrante y profunda de sus más de 4 300 km de longitud, sin reverenciar a los lugares de siempre. Ese es el viaje que te proponemos.
Islas de novela
Las metáforas físicas e impresionables de Chile no solo están incrustadas en el singular mito de Isla Negra, donde parecía que a Neruda le brotaba toda la fuerza de su creación. En realidad este es un tramo de costa convertido en un continente de poesía. Sin embargo, hay muchos más versos dispersos en otras islas reales de esa nación austral, que están por encontrar sus inspirados. Por ello hay que salirse del itinerario de los lugares trillados y navegar hasta ellas.
Isla de los muertos (Aysén): Considerada Monumento Histórico Nacional. La hermosura de su selva fría esconde grandes misterios nacidos del abandono, la enfermedad y la supervivencia. En 1905, con la llegada en un carguero de 200 obreros chilotes, comenzó a habitarse de leyendas que la recorren hasta hoy.
Isla Robinson Crusoe (Juan Fernández): A unos 670 km de la costa chilena, encontró refugio allí, por cuatro años desde 1705, el marinero escocés Alexander Selkirk, lo cual inspiró la novela clásica de Daniel Defoe.
Isla Rey Jorge: Entre los destinos inhóspitos de esta nación tal vez el más desafiante sea Villa Las Estrellas, en la Isla Rey Jorge, del archipiélago antártico de las Shetland del Sur. Junto a la Argentina Fortín Sargento Cabral se consideran las únicas poblaciones civiles permanentes de la Antártida. En verano la habitan unas 150 personas, que se reducen a la mitad en invierno. Las temperaturas gélidas, las noches de cuatro horas en verano y la casi permanente oscuridad en invierno son una aventura tentadora.
Isla de Pascua: Una piedra conocida como «el ombligo del mundo» es otra de las singularidades olvidadas de Chile que deberíamos conocer. En Te Pito o Te Henua se puede comprobar el enorme magnetismo de ese prodigio natural, como si toda la atracción del mundo se concentrara allí.
Isla Ascensión: Al norte de la Región de Aysén, en el Archipiélago de las Guaitecas, se ubica Melinka, un pueblito que algunos imaginan de la costa de Alaska, aunque sorprende por la tibieza del sur chileno. Está entre los escasos lugares donde todavía pueden verse ballenas azules.
Isla Navarino: Posee los caminos del senderismo más australes del mundo. Los Dientes de Navarino, montañas con lagos y paisajes naturales, se extienden en la mayor parte del territorio. Se les considera las nuevas «Torres del Paine» (reserva natural muy visitada), por el atractivo que comienzan a despertar entre los turistas.
Isla Lemuy y Queilen: Deslumbra la ruta que une Chonchi con Queilén. El primero es un pintoresco poblado dibujado por casas de madera, tejas y latas metálicas al sur de la ciudad de Castro, que se erige sobre tres terrazas, al amparo de su iglesia, monumento del país. Desde un embarcadero al sur se cruza a la paradisiaca Isla Lemuy, el camino recorre diferentes poblados donde las iglesias se roban el protagonismo. Entre sus múltiples atractivos resalta la vista que desde esta porción de tierra se puede tener del continente, y en los paseos marítimos más al sur, los pingüinos magallánicos y familias de delfines chilenos y australes danzando sobre las aguas.
Por la orilla solemne de la espuma
El mar y Chile son, más que una perfecta combinación geográfica, un enlace romántico, incitante, sugerente. El país Neruda lo resumía encantadoramente en sus versos, cuando se enternecía de «tu cinta de espuma blanca y negra en mi cintura», de los hombres «mitad pez» y «otros hombres hechos de agua».
Esa «orilla solemne de la espuma» es otro espacio para un disfrute inigualable.
Parque marino Francisco Coloane (provincia de Magallanes): Cuenta entre los santuarios de la fauna marina poco explorados, con su hábitat de ballenas jorobadas, orcas, elefantes y leones marinos, el pingüino de Magallanes o el cormorán imperial. El recorrido tiene que hacerse en barco, esto lo hace más excitante.
El Puertecillo (Cardenal Caro): Un paraje para paladear la intimidad, hasta fecha reciente únicamente disfrutado por surfistas. En el lugar solo se levantan algunas casas de pescadores, recolectores de algas, restaurantes y humildes hostales. Se admite acampar en El Rincón, al sur de la playa, desde donde, por senderos que bordean escarpados acantilados, se llega a otras orillas.
Cifuncho (Región de Antofagasta): Sugerente caleta situada al sur de Taltal con kilómetros y kilómetros de playas paradisíacas y casi sin urbanizaciones circundantes.
Chañaral de Aceituno (Región de Atacama): Se le considera entre los lugares ideales para observar ballenas azules, jorobadas y franco australes, así como para el buceo en el Chile continental.
Pupuya (Región del Libertador Bernardo O’Higgins): Balneario tranquilo devenido en paraíso del kitesurf y el windsurf, donde existen algunos hoteles pequeños adaptados al ambiente.
Chañaral de Aceituno (Región de Atacama): Pequeña y bella caleta ubicada en el límite sur de Atacama, frente a la Isla Chañaral –una de las que forman la Reserva Nacional de Pingüinos de Humboldt– resulta especial para la exploración sosegada. Desde el lugar son posibles los paseos en botes hasta Chañaral y avistar lobos de mar y ballenas. Tiene la mayor diversidad marina de la costa chilena, por lo que es excelente para el buceo.
Arriesgando la imagen sagrada del poeta, a estas alturas del retrato, puede asegurarse que en el Chile de Neruda sobran las fragancias como para caber un único pétalo. Por eso hay que terminar casi gritando junto a él: «…ay cuándo/ ay cuándo y cuándo/ ay cuándo/ me encontraré contigo».