COSME PROENZA

El pintor, dibujante, ilustrador y muralista Cosme Proenza Almaguer (Báguanos, Holguín, 1948) ha conformado una sugerente y sui generis cosmovisión pictórica que lo hace distinguible en el ámbito artístico contemporáneo, más allá de las fronteras nacionales.
Graduado de la Escuela Nacional de Arte, en La Habana, y del Instituto de Bellas Artes, en Kiev, Ucrania, Cosme ha creado, en series como Manipulaciones, Boscomanías, Los dioses escuchan, Mujer con sombrero, y Variaciones sobre temas de Matisse, reconocibles mitologías individuales donde lo simbólico y lo mítico, mediante el uso de diferentes signos e intertextualidades, acompañan al ser humano en un vía crucis artístico a través del estudio de los códigos del arte europeo. Su obra está basada principalmente en el análisis: “Soy un investigador que trabajo con los códigos del arte europeo”, asegura.
Precisamente esto –el énfasis analítico, la apropiación– lo convierten en uno de los pioneros del posmodernismo cubano, cuando en el escenario insular otras corrientes predominaban. “Nadie se ha apoderado de la tradición como él, nadie con manos más firmes y ondulantes ha recreado al Bosco como él... Él tiene el poder del demiurgo, la llave del castillo encantado. Su dibujo es seguro y delicado, su tratamiento del color le da una dimensión lírica a su posmodernismo, lo fortalece, le provoca una epifanía. Su hedonismo recurre a todas las fuentes, la erótica, la lúdica, la mítica… Pocas obras de arte cubanas muestran un virtuosismo tan inusual”, asegura el escritor y etnólogo Miguel Barnet.
“Mi vida ha sido la interacción, no el reflejo, y ella marca mi forma de ser y de pensar. Cuando trabajo con el código de Occidente lo hago con un código que no nos es ajeno, porque hablamos el idioma de una cultura milenaria, con los sedimentos árabes y demás, con la riqueza de vocablos aborígenes, africanos… porque somos un maremágnum de mezclas. Soy un resultado más de eso. Reflejo algo que tiene que ver con lo cubano, pero no con lo cubano sígnico, pues Cuba es más que eso. Lo grande que tiene el arte es precisamente su capacidad de expansión. La belleza es imperdonablemente adhesiva, no hay manera de escapar de ella”, añade el autor de “Cecilia Valdés”, “Lennon y la noche”, “Jardín”, “La expulsión del paraíso” y “San Cristóbal de La Habana”.
Su obra, recogida en exposiciones como Voces del Silencio y Paralelos. Cosme Proenza: Historia y Tradición del Arte Universal, integran el imaginario colectivo del cubano y sus múltiples resonancias universales, y lo reafirma como uno de los artistas hispanoamericanos dueño de una de las cosmovisiones más originales en los últimos tiempos.