- La pintura más antigua de Cuba.
El primer museo fundado en Cuba dedicado al arte religioso, nombrado Museo Arquidiocesano “Enrique Pérez Serantes” de la Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba, primera catedral de Cuba, conserva expuesta la obra del Santo Ecce Homo, óleo sobre madera de cedro, de 18 pulgadas de alto e igual de ancho. Fue supuestamente realizado por un pintor de imágenes religiosas llamado Francisco Antonio, en 1610, en Cartagena de Indias, Colombia, y traída al país en 1619, por lo que se considera la pintura más antigua de Cuba.
El nombre de la pintura es tomada de la frase que utilizó el gobernador de Judea, Poncio Pilatos, cuando presentó a Cristo delante del pueblo, próximo a ser crucificado: “He aquí el Hombre”.
En 1643, por solicitud del Cabildo, se obtiene autorización eclesiástica para levantar una capilla para la veneración de la obra, que en esa época se consideraba como patrón tutelar de Santiago de Cuba, con el objetivo de librar la ciudad de los ataques de corsarios y piratas.
Desde esa época se remontan historias y leyendas relacionadas con la pintura, que fue vista sudando en 1611, hecho repetido en 1630 y 1643; por eso la imagen se declaró milagrosa. Debido a estos sucesos, los vecinos comenzaron a llamarle a la tabla “Santo Ecce Homo” y se asignó para su celebración el último miércoles del mes de agosto, y por misa la votiva del Espíritu Santo.
La tradición a este culto quedó bien asentada, e impidió que se perdiera esa costumbre. No obstante, para la segunda mitad del siglo XVIII había perdido importancia, quizás a ello contribuyó el terrible terremoto ocurrido en 1776, que destruyó gran parte de la ciudad.
Según la tradición, en los tiempos de terremotos y sequías la pieza era sacada en procesión por toda la ciudad para pedir protección. El siglo XIX, con el fortalecimiento de las devociones de la Virgen de la Caridad y Nuestra Señora de los Dolores, marcó el fin de la tradición del Santo Ecce Homo.
La obra representa a Cristo flagelado a una columna. Es una composición simple de fondo neutro, con una degradación de matices; tiene una luz emanente que ilumina algunas partes del cuerpo, denotando cómo el artista logra buena definición anatómica de la figura principal.
Los matices claro oscuros definen los volúmenes de los músculos del cuerpo humano y logran expresar aflicción, dolor.
El artista logra el movimiento a través de un arco del torso hacia delante y la flexión de una pierna. Hay una gran riqueza de textura definida en tres planos.
Fuentes:
Rafael Duharte: “El Santo Ecce Homo: historia y leyenda”, en Lo real maravilloso santiaguero.
Museo Arquidiocesano “Enrique Pérez Serantes”, Santa Basílica Metropolitana Iglesia Catedral de Santiago de Cuba.