Sra. Dianna Melrose Excma. Em bajadora del Reino Unido en la habana
Con la misma franqueza que ha marcado su vida, con una expresión fina y sencilla, la señora Dianna Melrose afirma: «Yo no soy diplomática de carrera».
Nacida en Zimbabwe, de madre chilena y padre enraizado en Latinoamérica, Melrose se licencia en Londres en Lengua española y francesa, y comienza a trabajar como intérprete de español en una compañía de negocios. «Pero casi toda mi vida (desde 1980) la dediqué a OXFAM de Gran Bretaña, una Organización no Gubernamental cuya misión es promover la justicia social y el desarrollo internacional», explica.
«Allí mi trabajo era de cabildeo, de persuadir a los gobiernos de los países desarrollados para lograr un comercio internacional más justo; participé también en campañas contra el apartheid. Por esa época escribí el libro Píldoras Amargas, criticando a las industrias farmacéuticas por vender medicamentos a precios excesivos.»
Aunque no lo dice, su labor contribuyó a enrumbar la política internacional de OXFAM. Tal vez por ello, dos años después, en 1997, cuando el Partido Laborista asume el gobierno, obtiene un nuevo puesto en el Ministerio Británico de Relaciones Exteriores (FCO). «Me querían para que desafiara nuestra política exterior, para que la analizara, la cuestionara, e hiciera nuevas propuestas. Mi intención era estar un tiempo allí y volver a mi vida normal en OXFAM, pero era tan interesante aquel trabajo, y ellos querían más mujeres en puestos de alta jerarquía diplomática que, luego de aprobar un concurso bien difícil, me quedé.»
Ya en 2000, Dianna Melrose es promovida a Jefa del Personal de Planificación de Política, una alta responsabilidad, como muchas otras importantes misiones que cumple en el FCO, y luego en el Ministerio de Desarrollo Internacional. En agosto de 2004 llega a Cuba por primera vez. Viene como turista, acompañada por sus dos hijos y otros miembros de su familia. Visitan Trinidad, Viñales, La Habana. Escuchan mucha música cubana, que les encanta, y se admiran de la arquitectura, las playas y los autos viejos… pero de pronto son sorprendidos por el agresivo huracán Charlie.
«Estábamos en el hotel Sevilla y nos impresionó tanto todo lo que se hizo para proteger al pueblo cubano, que al regresar voy al Ministerio de Desarrollo Internacional y comienzo a contar: ‹imagínense, hicieron esto, cortaron los árboles, evacuaron a la gente…›, y entonces me dicen: ‹bueno, todo el mundo sabe que Cuba es el país que mejor responde a los huracanes en todas las Américas›.»
Para 2006 regresa a la diplomacia. A principios de este año, recuerda, «miro el listado de países disponibles para nuevos embajadores, y veo a Cuba, entonces me dije: este es un trabajo para mí. Hice la solicitud y fue una suerte, porque la competencia era grande, mucha gente quería venir, así que estoy contentísima. Soy una mujer de desafíos, yo nunca antes había sido embajadora, y era la primera británica que venía con esa misión a la Isla».
Aunque fue en septiembre pasado que presentó sus cartas credenciales, Dianna Melrose asegura que las relaciones entre los dos países «son buenísimas, y mi trabajo es fortalecerlas todavía más». Habla de la estrecha colaboración existente en la lucha contra el tráfico de drogas y en la protección infantil, de la proyección de ideas sobre la respuesta a los huracanes en la región del Caribe; del intercambio científico y de profesionales, de los vínculos culturales y del reto que significa lograr que el Reino Unido siga siendo, con sus más de 210 mil visitantes al año, el segundo emisor de turistas hacia Cuba. Con una afable sonrisa que nunca la abandona, la excelentísima señora embajadora nos revela la «instrucción» que recibió de sus superiores antes de salir hacia La Habana: «Sé tu misma, Dianna», le respondieron.