“Las cañas de azúcar segud unas poquitas que se pusyeron han prendido”. Así describía el Gran Almirante Cristóbal Colón al Rey de España el inicio de este cultivo en las Américas, del cual traería unas pocas cepas en su segundo viaje al Nuevo Mundo.
Sin embargo, ni siquiera Colón imaginó que con la caña daría al mundo uno de sus subproductos más importantes, incluso tanto como el azúcar: el ron.
Calificado como un licor alcohólico destilado, obtenido a partir de la caña de azúcar, el ron es hoy ampliamente conocido en todo el mundo y se produce en decenas de países, cada cual según su clima y métodos específicos, aunque sin dudas el más famoso universalmente es el ron cubano, especialmente el Havana Club.
Este se obtiene a partir de la melaza del azúcar, obtenida de la caña, planta originaria de la India, aunque otros entendidos señalan que es de China, si bien su expansión se produjo ya desde el siglo IV antes de Nuestra Era, cuando se introdujo en Egipto.
Según las crónicas milenarias, fueron los soldados de Alejandro Magno quienes primero produjeron la “miel de caña” por evaporación en caliente del jugo obtenido de ella, aunque hay quienes dicen que este procedimiento lo copiaron de Bengala.
Sin embargo, existen pocas dudas sobre el hecho de que fueron los árabes los primeros en destilar la caña de azúcar, produciendo así una bebida llamada Arad, utilizada con fines terapéuticos, aunque el refinado del azúcar no vio la luz hasta 1470 en Venecia.
Los primeros canutos de caña salieron desde las Islas Canarias hacia las Antillas en el segundo viaje de Cristóbal Colón al llamado Nuevo Mundo en 1493, y en enero de 1494 fecundaron las primeras plantas.
La cunyaya, aparato indígena, fue el primer instrumento empleado para extraer el jugo de caña o guarapo. A este le sucedieron trapiches o molinos tirados por caballos y bueyes, ingenios o aparatos con fuerza hidráulica y, por último, las centrales, instalaciones más sofisticadas.
Dice la leyenda que fue precisamente un esclavo quien bebió de forma accidental el jugo fermentado de caña, el cual lo puso en un excelente estado de embriaguez. Cierta o no la historia, sí es real que en el siglo XVI ya el padre Jean Baptiste Labat observó que “los salvajes, los negros y los pequeños pobladores de la isla fabrican una bebida fuerte y brutal a partir del guarapo de caña, que los alegraba y reponía de sus fatigas”.
Fueron los corsarios y piratas quienes primero comercializaron y extendieron esta bebida por todo el mundo, incluyendo el famoso Francis Drake, quien acuñó con su nombre un preparado a base de ron, agua, limón y hierba buena, muy similar al tan conocido “Mojito”.
Pero no fue hasta 1650, en documentos de Barbados, donde se menciona por primera vez la palabra “ron”, término tan controvertido como la paternidad de esta bebida.
Hay quienes dicen que salió del “kill-devil”, que en inglés significa “mata-diablo” o del “rumbellion”, una palabra de Devonshire, Inglaterra, que significa “gran bullicio”, nombre que se le daba a las fiestas que los piratas celebraban después de haber obtenido grandes tesoros en sus incursiones.
Otros aseguran que pudiera provenir de la última sílaba del nombre científico de la caña de azúcar, Saccharum officinarum, aunque lo cierto es que en el siglo XVII ya estaba extendido el vocablo inglés rum, el francés rhum y el español ron.
Además de los piratas, también los marinos contribuyeron decisivamente a difundir el ron, especialmente el almirante Penn, un inglés que en 1655 ordenó la distribución diaria de una ración de licor entre los marineros británicos.
No hay duda alguna de que la historia del ron es también la del Caribe. Su producción en esta región sirvió como moneda de intercambio en el comercio triangular entre Nueva Inglaterra -hoy Estados Unidos-, Europa, África y la propia región antillana.
Intercambiados por ron llegaron a esta parte del mundo innumerables esclavos, y a su vez hubo tiempos en que se pagaba casi su peso en oro o aliviaba el tedio de las cortes con bacanales borracheras entre los soberanos.
Ya para 1791, como consecuencia de la revuelta de los esclavos en Haití que motivó la destrucción de los ingenios azucareros, Cuba se convirtió en el principal proveedor de las exportaciones de azúcar hacia Europa.
Comenzaría así no solo el auge y expansión de esta industria, sino también de la destilación del ron, que pronto dejó de ser una bebida áspera y pesada al paladar, para adquirir un refinamiento digno del mejor bouquet.