Ernest y Martha Hemingway en 1955 en la barra del Floridita con Spencer Tracy, actor estadounidense ganador de los premios Óscar y Globo de Oro.
Ernest y Martha Hemingway en 1955 en la barra del Floridita con Spencer Tracy, actor estadounidense ganador de los premios Óscar y Globo de Oro.

ESTOS DOS BARES Y SUS TRAGOS INSIGNIAS GOZARON DE LA PREFERENCIA DEL PREMIO NOBEL DE LITERATURA DURANTE SU ESTANCIA EN LA HABANA

Justo a las 12 del día bulle la esquina de Obispo y Monserrate, en la céntrica Habana Vieja. Tras las paredes del Floridita los cantineros ultiman detalles: uniformes listos, copas en su sitio, limón, azúcar, hielo triturado, ron y Marrasquino. De las paredes hacia afuera, un ejército de turistas aguarda por el gran momento: conocer la Cuna del Daiquirí, ese mítico lugar que enamoró, como ningún otro, al “Papa” Hemingway.
A finales de los años 20, cuando escribía el borrador de Por quién doblan las campanas, llegaría por primera vez a este sitio el célebre escritor norteamericano y Premio Nobel de Literatura Ernest Hemingway. 
“Las personas piensan que el escritor era un cliente asiduo del Floridita, pero en realidad puede decirse que él prácticamente vivía aquí”, afirma Ariel Blanco Rodrigo, actual Director del Floridita, entidad que pertenece hoy a la Empresa Extrahotelera Palmares, de Cuba.
Se dice que no dejó de visitarlo ninguno de los días que estuvo en Cuba. Convirtió en su despacho una de las esquinas de la barra, donde le daba forma a alguna de sus historias y donde recibía a actores reconocidos y personalidades de la política internacional.
“Como Hemingway era diabético, Constante creó un daiquirí especial para él, el famoso Papa Doble, hecho con toronja y sin azúcar. Fue llamado así por el apodo del escritor y porque lleva el doble de cantidad de los ingredientes”, explica.
La emblemática escultura de bronce del Premio Nobel de Literatura, que reposa en el que fuera el asiento habitual, se incorporó en el año 2003. La obra, del artista José Villa Soberón, se creó a partir de retratos y fotografías del escritor. Hoy día los camareros del establecimiento todavía le sirven su copa.
Pero ligado a la irrefutable experiencia etílica de Hemingway, se encuentra también otro coctel y otro sitio que estuvo entre las preferencias del autor de El viejo y el mar durante su estancia en La Habana.
El escritor norteamericano alternó sus recorridos entre el Hotel Ambos Mundos –donde residió desde 1932 a 1939– y La Bodeguita del Medio, suerte de catedral de la cubanía y de la cocina criolla, visitada por poetas, intelectuales, cantantes, políticos, jugadores de fútbol o simples turistas.
En la “bodeguita” disfrutaba Hemingway del trago insignia de la casa, el Mojito y allí escribió en 1954, en el libro de clientes distinguidos del restaurante, la ya célebre frase: My Mojito in La Bodeguita, My Daiquirí in El Floridita.