Los expertos vaticinan que para mitad de este siglo china habrá copado el mercado mundial del vino, tanto en consumo como en producción. ¿Estamos preparados para esa realidad?

China es el mercado vinícola que más creció en el mundo durante el último lustro, y la tendencia parece acentuarse cada vez más. Las más importantes bodegas del mundo tratan de consolidar su entrada a la nación asiática, ya no solo para vender sus vinos, sino explorando la posibilidad de producirlos allí mismo. Aunque grande, China es un mercado aún muy joven. Apenas en la década de 1990 comenzaron a entrar las primeras empresas importantes de vinos, aunque muchas tuvieron que esperar casi una década más para satisfacer las dudas de quienes no creyeron en esa inversión a largo plazo. Hoy la realidad comienza a ser muy diferente, porque lo más atractivo de este mercado no es su consumo actual, sino su potencial de crecimiento. Las empresas vinícolas lo saben y por eso, aunque la inversión sea costosa, es un paso necesario para el futuro. En Francia, por ejemplo, que es el mayor consumidor mundial de vino, se bebe una media de 52 litros por adulto al año. En China, debido a su multitudinaria población, esta cifra no alcanza aún el medio litro por persona al año. Pero la cantidad de habitantes es incomparable. Si cada chino comprara apenas diez botellas de vino al año, los más de mil millones de pobladores se beberían mucho más que la producción mundial anual. Por eso, el gigante asiático no solo ha comenzado a comprar importantes cantidades de vino, sino también a producirlo… y de muy buena calidad. Experiencia para ello les sobra. Los estudios arqueológicos atestiguan que en algunas regiones de China se han cultivado viñas desde hace mas de 4 000 años. No obstante, prefirieron decantarse por la fabricación de licores, y de hecho varios expertos señalan que fueron los chinos los verdaderos inventores del brandy. Changyu, Dinasty, Great Wall, Huadong y Dragon Seal, son nombres de bodegas de vinos chinas que ya comienzan a hacerse famosas, no solo por la magnitud de sus producciones, sino por la alta calidad de ellas. Recientemente la tienda de vinos londinense Berry Bros & Rudd (BBR) ha publicado “Future of Wine Report“, en el cual considera que para el año 2058 China será líder mundial en la producción de vinos de alta gama. Para ello no solo se basa en las excelentes condiciones del mercado, sino en la adaptabilidad de las cepas más importantes a nivel mundial a los terrenos montañosos, vastos y semidesérticos de la geografía oriental, favorecida cada vez más por el cambio climático y el corrimiento hacia el norte de las zonas de producción vitiviníferas. De cumplirse estas predicciones, también el mundo de la sommelería sufrirá cambios, pues es bien sabido que de la mano de sus vinos entrarán con mayor fuerza todavía las recetas de la auténtica comida china, y no las interpretaciones erróneas y parciales que se han hecho de esta en muchos países. Gracias a su amplia geografía y la disparidad de pueblos que integran esta enorme nación, la gastronomía china es muy compleja y variada, aunque la cocina cantonesa y la pekinesa son las dos más internacionales. Combinaciones de sabores como el salado intenso, el dulce, el picante y el agridulce serán los desafíos a maridar, y no es de extrañar que los vinos blancos adquieran una supremacía insospechada, dada su tendencia a combinar mejor con los platos asiáticos. Cepas como la sauvignon blanc, la chardonnay o la riesling ya son vistas con interés por ojos rasgados, por su excelente acompañamiento de los platos chinos salados, abundantes en verduras, los pescados y carnes salteadas, o las preparciones agridulces de ave, res o cerdo. No obstante, también habrá plazas clasificatorias para los tintos, especialmente los jóvenes, pues cepas como la syrah, merlot y hasta el cabernet sauvignon pueden acompañar con gran acierto los platos agridulces, los arroces y hasta las carnes asadas que abundan en la comida oriental, especialmente las de pato, pollo, cerdo o ternera, las más utilizadas en los fogones chinos. Sin embargo, la tarea de encontrar el maridaje perfecto no es fácil. Especialmente porque la frugalidad de las raciones en la cocina china va acompañada con la inmensa variedad de platos y combinaciones de sabores. Pero, por eso mismo, la tarea será más atrayente y el mercado mucho mayor. En la mesa china es muy difícil que haya “un vino”. Lo más seguro es que se combinen varios y las copas sean las reinas en detrimento de la botella. También habrá que educar a los comensales, aunqque por ello no habrá que llevarlos de la mano, pues hay que dejarlos adentrarse en el mundo vinícola con pasos propios, pues los maridajes no son una ciencia exacta, pero sí atrayente.. De cualquier forma, algo ya es seguro: El dragón chino ha despertado, y solo el vino parece poderlo aplacar.