Leonardo Padura Fuentes. El hombre que ama a sus libros y la buena comida
EL MÁS DEMANDADO Y LEÍDO DE LOS AUTORES CUBANOS CONTEMPORÁNEOS, DIALOGA APETITOSAMENTE SOBRE SU MUNDO LITERARIO, PERSONAL Y GASTRONÓMICO
Los libros del famoso escritor cubano Leonardo Padura son perseguidos por los miles de lectores que devoran su obra. Por lo general, las ediciones se agotan antes de que la “cola” de sus pacientes, e impacientes, degustadores literarios toque a su fin.
Sus novelas, traducidas a más de 23 idiomas, han tenido gran éxito internacional, y han recibido, además, prestigiosos reconocimientos en concursos de literatura. “Yo no seré el mejor escritor de Cuba, pero soy el que más trabaja”, asegura el más leído de los autores contemporáneos en la Isla, poseedor del Premio Princesa de Asturias (España, 2015) y del Premio Nacional de Literatura (Cuba, 2012).
Padura se confiesa un apasionado del béisbol y de la música cubana, y es un formidable y controvertido polemista de lo que considera mal hecho. En casi todos sus libros, principalmente en los protagonizados por el policía Mario Conde, la gastronomía tiene una presencia muy especial. Esas fabulosas comidas, elaboradas por “Josefina” —personaje mitad maga, mitad cocinera y madre de su más entrañable amigo—, recrean complicidades tragicómicas en el intento por conseguir los productos necesarios para tan alucinantes banquetes.
Para seguirle la pista, buscar más evidencias e indagar en su mundo literario, personal y gastronómico conversamos, apetitosamente, con Padura.
Conocemos por algunas entrevistas, anécdotas y comentarios de amigos, que Ud. es un amante de los vinos y la buena mesa. ¿Cómo se definiría a sí mismo: un gourmet, un gastrónomo o un sibarita?
Soy un cubano de 62 años que ha vivido, casi toda su vida, en Cuba. He tenido la suerte de viajar con frecuencia fuera de mi país y he probado platos muy diversos en diferentes restaurantes de muchos países, y siempre me he reencontrado con lo que soy: prefiero la comida rústica, sencilla, contundente, como la asturiana o gallega, la griega, o la más simple de sitios que se han ido refinando, como Perú y México. En Perú, ceviche; en México, tacos al pastor. Lo demás es alharaca. Y el vino tinto, que debe tener una sola condición: que sea bueno. Me importan poco las denominaciones de origen y esas otras cosillas.
¿Cuánto de Padura hay en Mario Conde y cuánto de este personaje hay en Padura?
Muchísimo, pero no es mi alter ego. Es alguien de mi generación, con experiencias vitales parecidas a las mías, con una vida en un barrio como el mío, con lecturas comunes y preocupaciones sociales muy parecidas.
Conde y yo nos encontramos todos los días en la esquina de mi casa. Tengo a Conde allí, viendo y olfateando el ambiente, recibiendo los vientos de cuaresma de lo que se va viviendo en Cuba. Conde, como he dicho, es mis ojos en sus novelas y es una metáfora: él resume muchas de las actitudes y maneras de pensar de mi generación, y lo hace con una pureza moral y sentimental en la que, incluso cuando no entiende algo y lo rechaza, lo analiza y lo asume, que es algo que yo trato de hacer cada día (quizás sin la pureza de Conde, la verdad).
Conde y yo, que nacimos el mismo día, un 9 de octubre, nos encontramos además en ese culto cuidadoso a la amistad, en el amor por la literatura y el arte, y en la fe en su invencibilidad, a pesar de los huracanes y las marginaciones. Nos encontramos también en el disfrute estético y sensorial de contemplar la belleza femenina y en el placer de fumar cigarros Populares; y nos empezamos a distanciar en las cantidades de ron que él puede beber y que yo soy incapaz de tragar. Nos separamos en nuestros oficios, pues él fue policía y ahora vende y compra libros, y yo siempre he sido un curioso, un investigador, que además escribe libros. Nuestras biografías son confluyentes y a la vez paralelas, pero las confluencias son decisivas para que yo pueda, a través de Conde, expresar mi percepción de la vida en general (el lado espiritual) y de la vida cubana en particular (el lado material).
Ud. ha confesado que es inhábil como cocinero y que solo participa en el ritual gastronómico al sentarse a la mesa a degustar de una buena comida. Entonces, ¿quién es su Josefina?
De mala gana, Lucía, mi mujer, que cocina muy bien, pero a la que no le gusta meterse en la cocina. Y tengo una amiga, Helena Núñez, que es toda una gastrónoma y de vez en cuando nos invita a tocar el cielo con los platos que prepara sacando cosas de no sé dónde… ¡como Josefina!
Se conoce su gusto por la comida típica cubana y también por la cocina española, italiana y francesa. ¿Cuál considera el plato que mejor definiría su personalidad?
En Cuba, pues el arroz con pollo y el guiso de quimbombó. En España, la fabada asturiana y el cocido madrileño. En Francia, el croissant del desayuno y el chucrut de Lipp. Y en Italia, la pasta y el café.
Para un escritor sus libros son tan queridos como sus hijos; algunos con sus virtudes, otros con sus defectos. Pero apartándonos de esa convención, ¿cuál es su libro-hijo más amado?
La novela de mi vida, que no es de mi vida, sino de la vida de José María Heredia, el poeta romántico cubano del siglo XIX. Es mi libro más esencialmente cubano y en el que mejor logré decir lo que necesitaba decir, que es la esencia de la literatura.
Poniéndonos en el plano novelesco, imaginemos que “Leonardo Conde Padura” o “Mario Padura Conde” es declarado culpable por un horrendo crimen y la sentencia del tribunal es: “Pena capital mediante la ingestión desmesurada de comida”. ¿Qué pediría como “última cena”?
Pues mi arroz con pollo chorreando, pero no caldoso; unas buenas yucas con mojo de naranjas agrias y mucho ajo; un pozuelo de potaje de frijoles negros bien espesos; una ensalada de aguacates cubanos, de los del patio de mi casa; y, de postre, dulce de coco rallado en almíbar con medio queso crema encima. Si hay vino en la cárcel, pues un tinto español. Y que me den un café bien hecho y un cigarro Popular, negro, cubano.
Leonardo Padura Fuentes. The Man Who Loves His Books and Good Food
The books written by celebrated Cuban author Leonardo Padura sell like hotcakes among thousands of followers. Generally speaking, they sell out before the long line of both patient and impatient readers lays hands on them.
His novels -they have been translated into nearly twenty languages- have garnered countless prizes and awards worldwide, especially in contests on cloak-and-dagger literature. The most sought-after Cuba writer today sat down with Excelencias Gourmet and talked about his books, his appetite for haute cuisine and his personal life.
“I’m a 62-year-old Cuban man who has lived most of his life in Cuba. I’ve been lucky to travel abroad and taste plates in different restaurants from around the globe, but I’ve always come back to my roots. I mean, I prefer down-to-earth, homemade and plentiful food.
“I stick to my stew-looking rice and chicken with cassava seasoned with plenty of sour orange juice and garlic. A pot of thick porridge of black beans, Cuban avocado salad, and all that much served in my home backyard. And last but not least, grated coconut dipped in syrup and half a portion of pasteurized cheese as topping.”