Antes de Waterloo, la derrota definitiva, Napoleón Bonaparte debió regresar para sentarse en el trono de Francia luego de un año de exilio en la Isla de Elba. Esta historia comienza así, el primero de marzo de 1815, cuando el emperador desembarcó en la playa del Golfe-Jean y tomó rumbo a París.
La ruta, unos 324 km, lleva su nombre desde 1932 y está marcada por el romanticismo histórico y los provenzales campos y ciudades de los Alpes franceses. Actualmente, y en auto, es posible recorrerla en unas ocho horas, pero ¿porqué quitarle emoción si podemos emular el camino del conquistador y sentirnos uno de sus 1 200 soldados? Andemos la route como si nosotros también retornáramos del exilio.
Por supuesto, es complicado hacer el mismo recorrido, en especial porque la campiña no es la misma de entonces y porque el camino constituye en su mayoría la moderna carretera N85. No obstante, soñemos.
De las playas de Golfe-Jean sigue rumbo a las de Cannes, que —festival de cine de por medio— muy poco tiene que ver la ciudad de ahora con la de 1815.
Luego, los hombres de Napoleón volvieron hacia el interior y caminaron toda la noche; sin embargo, hoy día se puede descansar en Grasse, el hogar del perfume francés. Aunque, siendo estrictos con la ruta histórica, los soldados no se quedaron allí, solo se detuvieron por un almuerzo rápido en St-Vallier-de-Thiey, algo que podemos emular con un picnic mientras observamos las impresionantes vistas sobre el valle.
Además, en su viaje los hombres fueron invitados por el alcalde para pasar la noche en el castillo de Brondet. Por supuesto, eso sí que es imposible. Próxima parada: el pequeño pueblo de Logis du Pin y luego la ciudad de Castellane.
Para este punto hay una parada imprescindible, la catedral de Notre Dame du Roc, la que hay que llegar a través de bien nombrado «Puente de Napoleón».
Después de una parada de noche en Barrême, el grupo marchó temprano a lo largo de un sendero de montaña difícil a través de la estéril Pré-Alpes de Digne, el  momento más complicado en aquel entonces y que ahora es la carretera principal D20, muy segura para los autos y con espectaculares vistas.
La siguiente noche la pasaron en Bléone Río a Malijai, pero Napoleón no durmió en el campo con sus hombres. Pasó la noche en el castillo que es ahora el ayuntamiento y centro de visitantes, donde se puede disfrutar de la bella decoración y los jardines a la francesa, exquisitos y ordenados.
El empuje de Napoleón tuvo poca resistencia, incluso en aquellos sitios donde la esperaban. Es el caso de la ciudad de Sisteron, una pauta necesaria en el trayecto antes del final en Grenoble, a través de Corps y La Mure.
Si conoce algo de Francia, es fácil guiarse; si no, también: solo debe seguir las águilas de bronce que marcan el camino como señal perenne de que por allí anduvo el emperador. El resto de la historia ya la conoce. Napoleón I reinó de nuevo solo 100 días, en los que decidió retomar la conquista de Bélgica y encontró la derrota en la batalla de Waterloo, el 18 de junio de 1815. Abdicación y otra vez destierro, en esta ocasión en Santa Elena, donde encontró la muerte el 5 de mayo de 1821.
Lo dijimos, la Route es un lugar de histórico romanticismo, pues aunque simboliza el regreso, para Napoleón en realidad fue el inicio del fin.