Seguiremos, paso a paso, la restauración de un
FIAT 125 1974, gracias a Manuel Prieto, su propietario.

Un poco de historia

En 1999, Manuel Prieto quedó a cargo de este
FIAT 125 que llevaba años en su familia.  Estaba ruinoso y hasta 2007 no pudo restaurarlo. Desde entonces, Manuel repite este proceso cada cinco o seis años.
Ya en 2014 publicamos una reseña del vehículo. Estaba acabado de reparar y quedamos en contacto para seguir el proceso la próxima vez.  El momento llegó, con la llamada de Manuel, en el segundo semestre de 2019. Y comenzó la aventura.

El desguace

Una restauración profunda implica desarmar el vehículo por completo. Se quitaron los agregados principales y desmontaron los accesorios e interior: todo, excepto frenos y dirección. Gracias a esto se logra evaluar el daño existente. 

Mecánica

El uso diario del FIAT 125 dejó saber que los problemas sustanciales estaban en el motor, el principal agregado. Necesitaba una reparación capital: rectificar el block y el cigüeñal, además de cambiar pistones, pasadores, aros, válvulas, metales, cadena de distribución y, por supuesto, todas las juntas. Esta vez, se restauró en función de la 3.a medida de reparación para los aros (80,60 mm de diámetro de pistón) y 2.a del cigüeñal (0,20 mm).
Manuel logró encontrar las piezas por diferentes vías: desde amigos que las hicieron llegar de Argentina, hasta otras producidas artesanalmente. Algunas de las operaciones, como la rectificación del block y cigüeñal, se realizaron en talleres mejor equipados, aunque casi artesanales. Por ello, la experiencia de los operarios es vital, no hay margen para el error: si el block se daña o la medida no es precisa, ¡adiós FIAT 125! Además, se cambiaron pinzas y pastillas de frenos, y se sustituyeron los amortiguadores, elementos que sufren mucho en el tráfico urbano.

Chapistería

La carrocería es crucial, pues define la imagen, autenticidad y... los gastos.  Evaluado el daño, se decidió qué partes recuperar y cuáles cambiar. Encontrarlas es difícil; se buscan en vehículos ya inservibles o se encargan a operarios que, de forma artesanal, fabrican lo necesario.
En este caso fue preciso sustituir el fondo y reparar piso, marco del capó, techo, bóvedas, guardabarros, frente y columnas interiores de las puertas.  Paso a paso, se cortó lo dañado, se conformó y se colocó el elemento nuevo.

Pintura

En este apartado lo más importante es «prepararlo» bien. Hay que encontrar y corregir cualquier defecto de la superficie. Para ello, el metal se desbasta hasta dejarlo limpio por completo de cualquier pintura anterior, incluida «la de fábrica». 
Se utiliza una pulidora, pero en muchos lugares hay que hacerlo a mano. Luego se cubren los desniveles con resinas apropiadas o, en su ausencia, con una «masilla criolla», mezcla de pintura sintética y talco industrial.
Luego de completar cada paso, el auto estaba listo para ir a la «capilla de pintura», apenas un lugar cerrado —no hermético, sin filtros de partículas ni iluminación idónea—, donde se protege el vehículo de los elementos mientras se aplica la pintura final con un compresor doméstico o incluso criollo (he visto utilizar compresores de camiones u ómnibus). Prima el ingenio. 
El pintor confía en su «buena mano», y cualquier gota de agua o de pintura que «chorrée» será un reto que se resuelve a veces con un pincel, una esponja o… ¡volviendo a empezar!

Electricidad y tapicería

En electricidad, la solución fue drástica: sustituir todo el cableado y comprobar la capacidad de trabajo. Por último, se colocaron las luminarias, cruciales para el acabado final, que deben ser originales y estar perfectas.
Llegó el turno de la vestidura. Tapiceros artesanales revistieron por completo las butacas, con una réplica del diseño original, y todo el forro del piso, incluido el maletero.
Los detalles se lograron de maneras inesperadas. Por ejemplo, unos amigos trajeron los ceniceros originales para las empuñaduras de las puertas traseras. Luego, se revisaron los mecanismos de puertas y ventanillas; de estas últimas fue necesario hacer, mediante una cuerda de acero de una guitarra, las grampas que las traban en las puertas.

¡A la calle!

Por meses, amigos y familiares han estado pendientes «del FIAT».  La esposa de Manuel ha sido la «columna vertebral» en la recopilación de la información para estos trabajos. Gracias a ellos, el FIAT 125 regresa, como nuevo, a nuestras calles. ¡Suerte!