Resigum: una huella definitiva en el patrimonio cubano
El Gran Teatro, uno de los lugares más emblemáticos e imponentes de la capital habanera, es hoy foco de una reparación capital conducida por las empresas ATRIO y ESEO. Este rescate abarca desde el exterior hasta el interior de la edificación intentando, como es claro, preservar las características originales de la misma.
Es aquí donde destaca una vez más la eficacia de Resigum. Rodolfo Barreras, especialista de asistencia técnica de Resigum explica, “Estamos trabajando en la restauración de toda la fachada y los tres torreones. También nos involucramos con toda la parte interior aplicando morteros y barreras transpirables de base cal que permiten controlar la humedad. Igualmente empleamos morteros estructurales confiriéndole mayor resistencia a los elementos de hormigón armado. Asimismo impermeabilizamos las cisternas y cubiertas, o sea, intervenimos en casi toda esta obra patrimonial”.
Construido en 1838, el centro cultural inicialmente se conocía como Teatro Tacón y comprendía solo una parte de toda la estructura que hoy lo compone. Posteriormente fue Palacio Social del Centro Gallego y más adelante pasó a englobar las diferentes instalaciones aledañas y constituir así el Gran Teatro de La Habana. Este monumento es actualmente sede del Ballet Nacional de Cuba, del Teatro Lírico Nacional y del Ballet Español de Cuba, además de una joya de la arquitectura decimonónica antillana, ciertamente distintiva en la visualidad capitalina.
Por su antigüedad y particularidades estructurales se trata, según los entendidos, de un reto en términos de conservación. Tal como abunda el especialista de Resigum encargado de las aplicaciones técnicas “es muy compleja la restauración de la piedra cara a vista ya que primero no se puede eliminar su terminación, su textura, porque atenta contra el diseño original de la construcción. Por este motivo somos siempre muy cuidadosos con los morteros a emplear para reemplazar la aplicación pre-existente y velar porque tengan la misma textura y color debido a que se trata de una fachada que no puede ser pintada. Para mantener sus características empleamos entonces tecnología moderna a la que se le incorporan polvos minerales con sus dosificaciones específicas a fin de crear la misma coloración de la cara exterior. Luego son aplicados materiales hidrófugos que los impermeabilizan y dejan transpirar sin cambiar por ello su color.
“En este caso, al enfrentarnos a esta edificación no percibimos desde un inicio su complejidad, pero luego el estudio reflejó más exigencias en términos técnicos pues nos percatamos que se habían utilizado diferentes tipos de materiales en épocas pasadas que no eran afines al tipo de estructura presente en el teatro, lo que en vez de mejorar, contribuyó a su deterioro y a la no transpiración de la misma. Por ello no podemos dejar de agradecer a los restauradores y especialistas que están trabajando tan de lleno con nuestros productos y tecnología, intentando rescatar lo más auténtico de nuestro patrimonio arquitectónico nacional. Sin dudas, se trata de un trabajo muy complicado que avanza lentamente porque necesita mucho cuidado, tiempo y dedicación, pero en el que estamos poniendo todo nuestro sello de calidad y distinción”, concluyó el especialista.