- El sueño se hace a mano y sin permiso.
REGISTRO DEL CREADOR 8012
A Fernando Javier González Longoria Carralero apenas se le conoce con ese nombre extenso, y menos por ese número. Usted pregunte en Gibara por Longoria, que suena como apodo, y enseguida le dirán qué nuevo sitio está recuperando. Porque este callado hombre no ha cesado de ayudar a recuperar trascendentes edificaciones de su ciudad natal, aunque viva en la ciudad de Holguín.
Ahora está sobre el antiguo Teatro Colonial, donde la mejor madera va cobrando vida, mas antes la obsesión ha sido y aún es el Museo de Arte, institución que atesora más de dos mil piezas de artes decorativas, obras de los siglos xix y xx —cerámica, cristal, esculturas y muebles de estilo— de Francia, Inglaterra y Alemania. Él ha sido parte de quienes, inspirados por el empeño de María Chacón Pavón, directora del museo, integraron el equipo multidisciplinario de técnicos, ingenieros y arquitectos que han perseverado por defender este patrimonio.
Allí están quizás los cuatro arcos de vidriera policromada, que son los medio puntos más grandes de las provincias orientales. Y las rajaduras del edificio ya estaban encima de ellos al punto de poder fracturarlos. Solo el cerrar el edificio con acero, reconstruir los techos, el pretil y las ventanas de marquesina, poder bajar los arcos, colocar molduras, restaurar los vidrios españoles, y hasta los llegados de Bruselas, es para un libro de historia. Para que de una vez igual se recoja la labor de su otro compañero de equipo, el inefable Manuel Alberto Silva Escobar, el otro restaurador solo conocido por el sobrenombre artístico de Tostón.
El orden de los factores no altera el final: también la obra de Longoria se aprecia en los trabajos del Centro Cultural El Colonial, en la Biblioteca de Gibara, en las vitrinas del Museo de Historia Natural y en el hotel La Arsenita, que era el viejo caserón a punto de derrumbarse en la esquina más importante del pueblo, así como en el esplendor de la Casa de la Cultura, sede del recién denominado Festival Internacional de Cine y por más de diez años del comité organizador del de Cine Pobre convocado por Humberto Solás.
Siempre fue un aficionado de esa misma Casa de la Cultura, en dibujo y pintura, desde que estaba en la escuela primaria. En 1994, uno de los años más duros de los noventa, ingresó en la escuela de oficios, donde se graduó de obrero calificado en tornería, porque no logró continuar los estudios ya graduado de preuniversitario. Tres años después, mientras trabajaba como técnico en la Empresa Mayorista de Alimentos, matriculó en el curso por encuentros para trabajadores en la Universidad Oscar Lucero Moya.
Y como su pasión era hacer con las manos, en 1999 presentó sus trabajos a una evaluación por el Fondo Cubano de Bienes Culturales y la Asociación Cubana de Artesanos y Artistas (Acaa) y resultó aprobado como artista independiente. Se graduó de ingeniero mecánico en 2003, cuando ya comenzaba a desarrollar la restauración en las técnicas de madera y cristal que le caracterizan: las imponentes y hermosas lámparas que presiden el Hotel Brisas Guardalavaca, la Plaza 4 de abril, y los corredores del Teatro Eddy Suñol, o las mamparas corridas de vitrales del Hotel Majestic.
Longoria integra en su provincia el grupo Artesanos por la Vida, que realiza su aporte sistemático para el sostenimiento de los hogares de niños sin amparo filial, hogares de ancianos y la sala de oncología del Hospital Pediátrico de Holguín. Sus trabajos han podido apreciarse en la Feria Internacional de Artesanía (Fiart) por cuatro años, en las Ferias Cuba-Ecuador en Ambatos, y en Cancún, México, además de su presencia sistemática en la Feria Iberoarte en Holguín.
Es otro de los imprescindibles, de los que luchan toda la vida.