- Vamos a llegar muchísimo más lejos.
La sede estable de la más legendaria de las artes escénicas en la Isla reverdece a partir de su reapertura en el 14 Festival Internacional Circuba 2015.
Por primera vez las más de dos mil personas asistentes a los espectáculos disfrutarán de estos en un ambiente climatizado.
La nueva carpa es consecuencia de todos estos años de trabajo. Hace treinta y seis que estoy en Europa y un poco en el mundo entero. Con muchos de esos miembros del jurado, como Laci Endrez, director artístico del Blackpool Toer Circus en Inglaterra, o Sophie Edelsten, directora artística del circo Pinder and Jean Richard en Francia, por ponerte dos ejemplos, colaboré primero como artista, y hoy represento al circo cubano. Mas también es el resultado de un trabajo colectivo desde Cuba y, en especial, con Germán Muñoz hace ya casi una década.
A Germán lo conocí en Francia cuando actuaba en vivo, y él fue a allí a hacer galas. Yo llevaba entonces espectáculos de hielo, con el Gran Circo de México. Y fui a verlo, siempre estuvimos en contacto. Hasta que un día coincidimos en Cuba, cuando él venía de Brasil, donde las cosas no fueron nada bien, y yo venía de Taiwán, donde habíamos tenido problemas con un espectáculo, cubano por demás.
No había nada, ni siquiera la carpa Trompoloco. Nos encontramos en la calle, no me acuerdo bien. Sin cables, sin recursos. Él tenía una troupee de siete u ocho personas, y un número de báscula que yo lo he vendido como espectáculo de hielo. A aquellos cubanos los vestimos de árabes orientales, y después a la obertura del circo Price, en Madrid. Y vivíamos en el suelo, porque apenas había tiempo de ensayar, el que venía volando le caía en el pecho al último, las caídas eran muchas; y la directora me viene a ver y dice: mira, Lito, yo te voy a pagar, pero no quiero que trabajen más los cubanos, porque se van a matar. Y mi respuesta fue: yo prefiero que no me pague, pero que sigan hasta hacerlo bien. La voluntad de los muchachos era mayor, y nuestra decisión aún más firme.
Porque si hubiera sido por un tema económico, no se habría hecho. Siempre creyendo en lo que nosotros creíamos. Con el apoyo y reconocimiento de Julián González, actual ministro de Cultura, y de Gisela, la presidenta del Consejo Nacional de Artes Escénicas, que nos escucharon y entendieron, y creyeron en nuestro sueño.
Dije: hagámoslo. Invertir lo poco que uno tiene, el tiempo de todos. No había ni donde ensayar, ni siquiera carpa. Así nace el Maravilla, en el Cerro. Con la decisión del Consejo Nacional de Artes Escénicas, y del esfuerzo de Germán y los muchachos, se armó el primer recinto para poder preparar los espectáculos de la Compañía Havana. Hasta que se quedó chiquito, y nos dieron el Alegría.
La historia de la carpa es esta: me cayó en las manos de repente. Tengo un amigo en Francia de hace muchísimos años, que trabaja en una compañía de telecomunicaciones en África. Y él sabía lo que representaba para mí aquella carpa: le propuse participar, la compré a un precio bajo para su verdadero costo, e intenté el proyecto en Zaragoza, que duró nada. Nos fundimos rápido. Pero no la vendí. La aguanté y guardé por tres años, pagando a veces más por tenerla almacenada. La quería aquí, donde estaba mi sueño. No nos iría bien entonces, pero las perspectivas eran buenas. Y aquí hacía más falta.
Cuando se ve el resultado, cuando ves esta carpa montada, uno experimenta sensaciones raras, no toda la vida pasa esta alegría. Verla viva, con tanta gente riéndose, la felicidad de los muchachos, es una recompensa: no se trata de dinero, sino de lo que uno quiere como sentido de la vida.
A veces pienso en mí mismo cuando los veo cómo se desarrollan. Yo soy Lito, porque en Argentina le ponemos a todo un sobrenombre, un diminutivo. Y como me llamo Orlando, era Orlandito. Yo me olvido de mi nombre porque siempre fui Lito. Mi familia y yo somos del norte de Argentina. Yo fui a la escuela, pero mi primer oficio fue vender sodas. En esas andanzas me encontré con las boleadoras. Ya mi familia cantaba, bailaba, y yo escuchaba bombos, hasta que me perfeccioné en esta tradición de bailar con boleadoras. Hice una vida en el circo como artista, después como productor de espectáculos, hasta llegar a hoy.
Van a venir momentos de cambio, donde tendremos que ver cómo vamos a evolucionar. De qué forma vamos a mantener estos logros, esta calidad de espectáculo. Es hermoso el fruto de la escuela, mas hay que buscar aquí nuestra propia fuente de trabajo. Porque la situación económica es mala en todas partes, y hay muchos buitres que encandilan a los más jóvenes. En un momento de distracción, te comen el hígado. Si mañana en cualquier parte del mundo empezamos a mover un circo nosotros, no va a ser fácil, pero tampoco es difícil ni imposible. Porque si otros lo hacen, con lo que nosotros hemos logrado, con lo que se ha educado, cómo no podremos nosotros.
Es una época donde el circo está en plena transformación, los animales ya no son aceptados y, forzosamente, el recurso humano es decisivo. Van a necesitar más artistas que animales, y que tengan una formación, una calidad que no se improvisa. Un chino puede ser más perfecto que nosotros, pero nosotros tenemos la alegría, los bailes. Lo veo en cada función, en cualquier parte del mundo, haya rusos, franceses… Cuando salen a la pista los muchachos, por encima de cualquier dificultad hay que contar con ellos.
Y ver cómo nuestros muchachos ganan premios, flores, delante de jurados que no son cualquier cosa, sino entre los circos más importantes del mundo, eso me emociona. Yo sé todo lo que hemos sufrido para llegar a este momento. Me siento parte de esto. Hay que pasar sobre los contratiempos, los obstáculos. Porque se lucha contra monstruos que a veces están al acecho de tus errores para arrancarte la cabeza. Pero estoy acostumbrado a eso, es mi trabajo. Defender los intereses de los nuestros y los míos propios porque allí, como decía el gaucho argentino, todo empieza en mí y termina en mí. Y en ello está la imagen de ese circo cubano por el que hemos luchado tanto, por la calidad artística, pero también por la calidad humana.
Por eso no me vas a ver nunca pregonando ni delante de las luces, y pido que mi nombre no se mencione. A mí no me pidas fotos ni nada. Yo vivo el momento. Lo que ya pasó, pasó, y que venga lo que venga. Una forma de vida que no me ato, los souvenirs los tengo en la cabeza. Y cuando me agarre el alzheimer, ya no queda. Que venga como venga. Y yo sé que vamos a ir más lejos, muchísimo más lejos.