Chile es una continua sorpresa para el turista, que disfruta con la misteriosa belleza del altiplano lindero con Bolivia, la árida grandiosidad del norte del país y del desierto de Atacama, la majestuosidad de los Andes vertebrando toda la geografía o la húmeda estampa de la parte central, un intrincado laberinto de lagos, montañas y volcanes rematado en su parte meridional por el archipiélago de Chiloé, último reducto de la colonización española y famoso por sus iglesias Patrimonio de la Humanidad. Pero todos los viajeros, casi sin excepción, coinciden en resaltar el sur del país como la zona más bella, sin duda influidos por la espectacularidad "pocas veces puede aplicarse ese término con tanto motivo a un paisaje" del Parque Nacional de Torres del Paine, el punto culminante del viaje para quienes recalan en la Región XII del país, la que comprende todo el territorio situado al sur del paralelo 49, latitud sur: Magallanes, Tierra del Fuego y Antártica chilena. La zona no está comunicada por carretera con el resto del estado, lo que obliga a llegar por barco o, si usamos el coche, a través de la Patagonia Argentina. Pero la vía más rápida será el avión, gracias al aeropuerto de Punta Arenas, una activa ciudad de 113.000 habitantes ubicada a orillas del estrecho de Magallanes y fundada en 1848 como guarnición militar y penitenciaría. Para visitar el Parque Nacional de Torres del Paine, auténtico tesoro de la Patagonia chilena, deberemos encaminarnos hacia el norte por la Ruta 9, dejando a la derecha el estrecho que comunica el Atlántico con el Pacífico, y a la izquierda los senos de Skyring y Otway, donde pueden verse pingüinos a lo largo del verano austral. Nuestro destino será Puerto Natales, una entrañable y tranquila ciudad de 18.000 habitantes, distante 242 kilómetros de Punta Arenas y que cuenta con un pequeño aeropuerto inactivo desde hace años. Los españoles ya estuvieron por la zona en el siglo XVI mientras buscaban una ruta para llegar al Pacífico, pero la presencia de población indígena hostil alejó la posibilidad de cualquier asentamiento hasta finales del siglo XIX. Puerto Natales es una buena base de operaciones para conocer el Paine, ya que dispone de 70 establecimientos hoteleros y ofrece una completa oferta gastronómica basada en las carnes, el pescado y el marisco, todo fresquísimo. Además, existen numerosas agencias que organizan visitas por la zona. En Chile todas la distancias son enormes -el país mide 4.300 kilómetros de norte a sur-, y por eso no deben asustar los 112 kilómetros que aún nos separan del parque, casi cien de ellos correspondientes a una buena carretera de grava que nos permite seguir degustando un entorno que invita a la relajación y en el que la presencia humana se limita a pequeñas explotaciones ganaderas aisladas en mitad de las praderas. Dicen que el de Torres del Paine, Reserva Mundial de la Biosfera desde 1978 y protegido por el gobierno chileño desde 1959, es el parque nacional más hermoso del Sudamérica, y hay quien lo sitúa entre los 20 lugares más bellos del planeta. Son 240.000 hectáreas que impactan visualmente al visitante con sus lagos y lagunas de tonalidades verdes y azuladas, con sus violentos ríos y cascadas, sus bosques y glaciares o una fauna, muy fotogénica, en la que destacan las manadas de ñandúes, flamencos y guanacos, el siempre vigilante cóndor, el zorro y el puma, depredador éste muy difícil de ver pero que invita a organizar la excursiones siempre en grupo, sobre todo en este parque nacional surcado por sendas a través de las que podemos caminar durante días y días alejados de la civilización. Pero, sin duda, el atractivo principal de Torres del Paine está en su macizo montañoso sin igual, con pilares de granito de más de 2.500 metros de altura formando paredes verticales que parecen sacadas de un escenario de ciencia-ficción. Desde varias decenas de kilómetros, a medida que nos aproximamos a cualquiera de las entradas del parque, la visión ya resulta espectacular, pero la sensación de grandiosidad aumenta a medida que recorremos las carreteras interiores y comprendemos mejor las proporciones de estos colosos, cubiertos parcialmente de nieve durante todo el año. Además, y eso es importante para comprender su magnitud, las montañas arrancan prácticamente desde el nivel del mar, pues los numerosos lagos que salpican su base a modo de espejos se encuentran a menos de 100 metros de altitud sobre el nivel del Pacífico. Alguna guía afirma que las mejores vistas se obtienen desde la Estancia Lazo, a orillas de Laguna Verde, pero ni la propia dueña de la hostería allí existente, hija de un emigrante asturiano, está convencida, pues -se ven los Cuernos y el Paine Grande, pero no las Torres-. Y es que el escenario granítico del parque nacional cobra formas muy diferentes en función del lugar elegido para contemplarlo.

Impresiona, desde luego, la imagen desde la Estancia Lazo, con los 3.050 metros de la Cumbre Principal tapizados por una gruesa capa de hielo y nieve, o la inquietante estampa de los Cuernos del Paine, tres colmillos formados por rocas de diferente color que se alzan hasta los 2.200, 2.400 y 2.600 metros. Pero si vamos bordeando hacia el este, el paisaje se transforma hasta descubrir las legendarias Torres, auténtico símbolo del lugar y paraíso de los escaladores, con cumbres que alcanzan los 2.850 metros y paredes prácticamente lisas donde se reflejan, en las mañanas despejadas, unos amaneceres casi mágicos. Y así desde hace 12 millones de años, pues fue entonces cuando la corteza terrestre se resquebrajó para que estas moles de piedra fueran erigiéndose imparables hacia el cielo. El visitante, que puede encontrar hosterías en diversos puntos del parque aunque a precios algo elevados, no debería abandonar Torres del Paine sin acercarse hacia su parte noroeste, donde el Campo de Hielo Patagónico Sur, uno de los mayores glaciares del planeta, desemboca sobre el Lago Grey formando inquietantes paredes de hielo azul de más de 30 metros de altura que rivalizan en espectacularidad con las del glaciar argentino Perito Moreno, no muy alejado de aquí y que goza de una mayor fama.

CÓMO LLEGAR Hasta Punta Arenas hay vuelos diarios de LanChile desde Santiago, vía Puerto Montt, y los miércoles y sábados con escala en Concepción. La compañía Avant también tiene vuelos diarios desde Santiago, con escala en Puerto Montt, salvo el domingo, uno con escala en Temuco y otro en Concepción. De Punta Arenas a Puerto Natales hay autobuses directos, que tardan tres horas. Además, en verano pueden encontrase autobuses que viajan al Parque de Torres del Paine y a El Calafate, en Argentina, donde se encuentra el glaciar Perito Moreno.

DONDE DORMIR EN PUERTO NATALES Casa Cecilia (61 413 875). Trato familiar, desayunos deliciosos y tarifas muy aceptables. 15 euros la habitación con baño privado. Hotel Natalino (61 411 968). Situado también muy cerca del centro y del embarcadero, ofrece una buena relación entre calidad y precio. Entre 22 y 28 euros las habitaciones con baño privado. Hotel Martín Gusinde (61 412 770). Hotel moderno y de calidad excelente, ideal para quien pueda pagar un poco más. Entre 95 y 115 euros.

EN TORRES DEL PAINE Hostería Mirador del Paine (61 226 930). Se encuentra en la Estancia Lazo y ofrece unas agradables instalaciones. Entre 90 y 105 euros. Hostería Las Torres (61 226 054). Un centro ideal para visitar el parque gracias a su ubicación, completas instalaciones y buen restaurante. Habitaciones individuales desde 70 euros y dobles a partir de 85.