Tahiti y sus islas
¿DÓNDE QUEREMOS PASAR LA LUNA DE MIEL? EL IMAGINARIO NOS HABLA DE PLAYAS PARADISÍACAS, PUESTAS DE SOL FRENTE AL MAR, CABAÑAS EN LAS QUE SE VE EL AGUA DESDE LA CAMA, BEBIDAS DE COLORES EN RECIPIENTES HECHOS CON FRUTAS. LA LUNA DE MIEL TENDRÍA QUE SER LO MÁS LEJOS POSIBLE, EN EL LUGAR MÁS EXÓTICO IMAGINABLE. SIN EMBARGO, NO HACE FALTA CASARSE PARA DISFRUTAR DE UN VIAJE DE PELÍCULA. TAHITÍ Y SUS ISLAS CONSTITUYEN UN LUGAR DONDE AFLORARÁ TODO EL ROMANTICISMO; Y SI NO SE ESTÁ EN PAREJA, SE LE ECHARÁ DE MENOS, PUES ES EL LUGAR PERFECTO PARA DAR AQUEL BESO QUE VA A QUEDAR EN LA MEMORIA DE TODO AMANTE.
Existe una dificultad si uno quiere recorrer las islas de la Polinesia. La principal: la distancia. Si sumamos el espacio que ocupa la Polinesia francesa y lo superponemos al mapa de Europa, comprobaremos que tienen un tamaño similar, con la diferencia de que en Tahití y sus Islas lo que más abunda es el mar. Precisamente el agua resulta la gran atracción al visitar este destino. Los atolones, los arrecifes, las tonalidades que puede llegar a cobrar el agua aquí son impactantes. Por eso viviremos el agua como los locales, encima de barcos para llegar a un resort o debajo del agua para nadar con tiburones. No nos va a sorprender que la pasión en estas islas del Pacífico Sur, sean las canoas. Una manera diferente de conocer Tahití y sus islas es hacerlo coincidiendo con la competición deportiva mas esperada en la Polinesia francesa: la “hawaiki nui vaa race”. Claro que ser parte de esta gran fiesta va a cambiar la imagen habitual de unas pacificas islas, que durante tres días van a convertirse en un frenético ir y venir de canoas. En este marco vamos a ver más gente en el agua que en tierra firme, pues los locales viven intensamente las 3 etapas y cuatro islas de las que se compone este recorrido. Empezamos la aventura en la isla de Huahine, allí nos damos cuenta de la magnitud del evento: en el agua se encuentran las 143 canoas participantes, cada una compuesta por seis remeros. Todos dispuestos en una interminable línea en el mar. Enfrente tienen 130 km de recorrido, en los que constantemente tendrán acompañantes: los espectadores, que lógicamente necesitarán embarcaciones para poder seguir el espectáculo. De este modo parte de la Polinesia se convierte en un bullicioso encuentro de barcos, yates, canoas,… Desde lejos parece una gran batalla sobre el mar, dentro de la comitiva uno no hace otra cosa que vibrar al ritmo de las paladas de los remeros. Acompañamos la carrera, pero a veces capta más nuestra atención el espectáculo que representan los espectadores. Tantos barcos de distintos tamaños juntos, tanta gente gritando y vitoreando sus equipos. Unos sencillamente toman el sol, otros beben, bailan,… Contrasta bastante con el tremendo esfuerzo de los remeros. A veces vemos aparecer en el agua un hombre que suelta unas botellas que luego van recogiendo los remeros para no deshidratarse. Es lo único que parece romper el ritmo matemático que llevan los incansables participantes venidos de cualquier isla de los cinco archipiélagos tahitianos, pero también de Nueva Zelanda, Australia, Nueva Caledonia, Hawai e incluso Francia. Llegamos a la Isla de Raiatea tras 45 kilometros de esfuerzo. Para los remeros no debe resultar tan impresionante llegar como lo es para los ojos curiosos del que descubre Polinesia francesa. Cualquier isla resulta la confirmación que estamos en algo muy parecido al paraíso: por sus aguas, por su orografía, por el olor a flores que desprende cualquier rincón. Raiatea significa cielo brillante, y no nos sorprende, pues aquí pasaremos largos ratos contemplándolo. Al día siguiente sigue la carrera. Nuevamente el espectáculo sobre el mar, para llegar a la laguna donde se encuentra la isla de Taha’a. Nos alojaremos en las típicas cabañas sobre aguas turquesas. Sabe bien dormirse en una cama en la que si miras al frente ves el verde de las montañas que nacen del agua dormida de la laguna, y si miras abajo ves el suelo abierto de cristal, donde con suerte podremos ver, sin salir de la habitación, algún tiburón o una manta raya. Llega el desenlace de una competición que nos presenta su etapa más dramática. Las canoas luchan entre si frente a gigantescas olas que rompen a pocos metros. Tras 58 kilómetros, se adentran en la playa más famosa de la isla más popular, Matira Beach en Bora Bora. El espectáculo no termina con la llegada de los ganadores, no hace más que empezar una nueva fiesta. No imaginamos un lugar más idílico que éste para poner fin a tanto esfuerzo. Allí les esperan, dentro del agua, los habitantes de la isla, los incondicionales que han acompañado el evento amarran sus embarcaciones en el punto de llegada. La música nos contagia rápidamente mientras las flores inundan el mar y la gente abarrota la playa. A medida que las canoas van cruzando la meta, les van colocando collares de flores, a la vez que en un inmenso escenario contemplamos bailes tradicionales. Nos metemos en el agua, nos invitan a beber. El fuerte sol nos obliga a cobijarnos y pronto veremos la ceremonia de proclamación del vencedor. Se nos escapa el tiempo, pero parece ilógico estresarse aquí queriendo hacer muchas cosas. Este es un lugar para dejar los problemas volar, o mejor, dejar las preocupaciones disolverse en el agua, pues es donde más tiempo vamos a pasar. En especial si nos gusta el submarinismo. Las tranquilas y cristalinas aguas de estas islas representan el lugar perfecto para disfrutar de esta práctica, o si se le tiene respeto a las profundidades, con colocarse unas gafas podremos nadar con todo tipo de especies de peces de colores, incluso tiburones de arrecife que podremos tocar sin ningún peligro. Y si queremos poner fin al viaje con algún recuerdo que no podamos borrar nunca, podemos optar por algo tan frecuente en Tahití como un tatuaje. Sorprende ver cómo una gran mayoría de sus habitantes los llevan, siendo algo originario precisamente de estas islas. Si se duda en hacerse uno, sin duda aquí cobra otra dimensión. Aunque los más reacios a dejar marcas de por vida, pueden optar por muchos otros recuerdos. La lástima es que algo con tanto simbolismo como la flor de tiaré, no nos va a durar mucho. Aunque está garantizada su presencia en todo el viaje: desde que nos subimos al avión, hasta el último instante al dejar tierra firme, para alejarnos desde el aire de este lugar tan especial del planeta, el punto más alejado de cualquier continente.
Buceo en TahitÍ y sus islas
Existen 41 clubes y escuelas repartidos en 14 islas, y algunos cruceros especializados en los atolones de las Tuamotu. Facilitan aletas, máscara, tubo, cinturón, plomos, chaleco estabilizador y reguladores. Para los buzos experimentados los lugares favoritos son Rangiroa, Fakarava y las Islas Marquesas. Precio por inmersión: 60 euros. También inmersiones nocturnas.
Isla recomendada para el buceo, Bora Bora La mejor isla para observar distintos tipos de mantas rayas. También abundan, en aguas poco profundas, tiburones limón, gris, de punta negra y de punta blanca. Profundidades de 1 a 60 metros. Apto para principiantes y experimentados.