Breves consideraciones sobre el habla de Santiago de Cuba

El español es la lengua nacional de muchos países. Más de 400 millones de personas lo consideran como su idioma materno. Ello ha hecho que exista una sensible variación, especialmente en la pronunciación y en el léxico.

Concretamente en Cuba, y más especialmente en nuestro Santiago de Cuba, también se notan algunas diferencias fónicas y léxicas con el resto de otras regiones. No en balde estamos ubicados en una de las cinco zonas lingüísticas en que se considera dividido el país.

Si nos referimos a las características fónicas, hay tres aspectos muy distintivos a saber: trueques de [l] por [r], por ejemplo: decimos “parque” [p á l q u e], “carbón” [k a l b ó n]; en menor cuantía ocurre un fenómeno contrario: cambio o trueque de [r] en lugar de [l]: “último” [ú r t i m o], “dulce” [d ú r s e]; y omisiones de la [s], sobre todo en posición medial: “casco” [k a k o], “distrito” [d i t r í t o], etcétera.

Existe otro rasgo distintivo: una entonación muy peculiar que nos diferencia mucho de los hablantes del occidente del país, que se conoce como el “cantaíto oriental”, del cual nos enorgullecemos.

Si hablamos de las características léxicas, entonces debemos decir que aunque en Cuba existe una unidad lingüística, aparecen variantes léxicas que definen a los hablantes de las distintas regiones del país.

Las variantes léxicas que tradicionalmente se han opuesto entre los hablantes del occidente de la Isla (donde está incluida La Habana, capital del país) y nuestra provincia, pueden deberse, principalmente, a que algunas de estas regiones han preferido el uso de palabras del español peninsular o del español de América, indistintamente.

Ejemplos de lo anterior lo tenemos en las palabras siguientes: armario (Santiago de Cuba)/ escaparate (occidente); balde/ cubo; macho/cerdo.

También los habitantes pueden haber seleccionado por razones históricas una forma originaria de las lenguas amerindias en una zona y en otra preferir para el mismo objeto un término de la lengua española. Ese es el caso, digamos, de la palabra cutara, de origen Taíno (aruaco), que en otros lugares se denomina chancleta –en los últimos tiempos existe una tendencia generalizada a utilizar dicho término en Santiago de Cuba–, que en español se define como “chinela sin talón, o chinela o zapato con el talón doblado que suele usarse dentro de la casa”.

Al respecto tenemos los siguientes ejemplos: en Santiago se dice congrí, tostones, papaya y zapote por moros y cristianos, chatinos, fruta bomba y mamey del occidente del país, respectivamente. Las voces unánimes caracterizadoras del habla de Santiago de Cuba son los siguientes sustantivos; zapote (fruta), níspero (fruta), guineo (plátano fruta), guinea (racimo), balance (mecedora), balanzual (cercha), pluma (llave de agua), entre otros.

En esta provincia existe una unidad lingüística que se corresponde con una zona de intereses comunes tanto políticos y económicos, como socioculturales.