- La gran Casa del Caribe.
Santiago de Cuba es una ciudad bendecida por las aguas del mar Caribe. Las montañas de la Sierra Maestra y la bahía han sido testigos de toda la historia, cultura y tradiciones que perviven en el pueblo hace ya 500 años.
La cultura tiene muchos límites posibles: la hermandad, los sentimientos compartidos, el sentido común, la comida, el amor y la vida misma. Nada acontece fuera de estas fronteras que la cultura ofrece.
Los santiagueros conocen de sus valores patrimoniales, defienden su cultura popular, llevan la conga en la sangre y protagonizan el quehacer diario de una Ciudad Heroica, cuna del son, la trova y el bolero; tierra de los grandes músicos cubanos; guardiana de la Patrona de Cuba; sede de la Tumba Francesa La Caridad de Oriente y de festividades únicas en el país, al estilo del Festival del Caribe, evento que defiende las expresiones más genuinas de la cultura popular tradicional, desde hace 35 años.
La Fiesta del Fuego, como también se le conoce, es una síntesis de todo lo real maravilloso que se puede encontrar en el Caribe cada mes de julio, cuando se reúnen en Santiago más de mil participantes extranjeros, alrededor de 20 grupos portadores, cerca de 30 países de la región, y otros muy lejanos de esta geografía, como Italia y Alemania.
En cada espacio de la urbe se respiran aires de Festival que llegan desde México, Curazao, Brasil, Colombia, República Dominicana, Haití, Trinidad y Tobago, Honduras, Venezuela, Suriname, Bahamas…, los cuales se mezclan, por lo general, del 3 al 9 de julio, con el objetivo de mostrar el Gran Caribe.
Tamaña hazaña no puede sino confirmar que el camino más directo y expedito para contrarrestar la globalización cultural, el neocolonialismo y las nuevas formas del colonialismo cultural, es la solidaridad.
Cada edición del Coloquio Internacional El Caribe que nos une dialoga sobre historia, cultura, religiones, costumbres, sociedad e identidad; mientras que los sitios naturales de esta suroriental provincia, como plazas, calles, parques..., propician un intercambio distinto, informal, sincero.
El Festival del Caribe constituye el espacio público y oficial de los que nunca lo tuvieron; la voz de los que siempre permanecieron silenciados; el encuentro de los que tienen un nombre común, un talento natural, de los que conservan viva la memoria, las costumbres y los dolores de sus ancestros.
Durante siete días Santiago de Cuba se convierte en un enorme escenario donde el vehículo de la interacción son la música, la danza, el teatro, la oralidad, la poesía, el intercambio de ideas, las creencias religiosas, pero, sobre todo, una especie de conspiración espontánea en la que confluyen la diversidad cultural y en la que prevalecen lo que tienen en común los pueblos caribeños.
La Fiesta del Fuego es herencia cultural, un patrimonio vivo de la identidad regional que defendemos, y la expresión de nuestras raíces artísticas y culturales. Apoyado en el entendido de que la mejor manera de hacer política es la cultura, el Festival del Caribe confirma que, en última instancia, en la salvaguarda de las identidades locales, nacionales y regionales reside la independencia plena de los pueblos que la construyen.