- El sabroso ¨BOLLO PRIETO¨ cubano.
LA SALVAGUARDA DE LO MÁS GENUINO DE LAS TRADICIONES CULINARIAS NOS REGALA LA POSIBILIDAD DE DISFRUTAR SABORES DEL PASADO, A LA VEZ QUE LE OTORGA A NUESTRA COCINA UN ELEMENTO DE ORIGINALIDAD Y DIFERENCIACIÓN TAN NECESARIAS EN LA OFERTA TURÍSTICA
La región de Bayamo ha sido muy creativa a la hora de nombrar sus platos y se puede encontrar desde una “mandanga”, hasta un “negro estropeao” o un “romántico suspiro”. Pero entre todos estos platos hay uno que despierta mucho la curiosidad por su nombre picaresco. Seguramente usted se sorprenderá si una morena se le acerca a preguntarle si desea probar un “bollo prieto”, pero no se alarme y acceda complaciente que nada de morboso hay en la propuesta. Ella se refiere a uno de los postres bayameses, célebre no solo por su nombre sino por su longevidad y sabor.
La vetustez del bollo prieto es demostrada, ya en la segunda mitad del siglo XIX, exactamente el 19 de julio de 1857 en el Eco de Manzanillo, cuando José del Tirador lo manda a pedir a Bayamo, junto con otros dulces tradicionales como el ahogagato y la ciruela borracha. Pero fue durante nuestras primeras guerras de independencia que este postre adquiere verdadera relevancia.
Se dice que este alimento era frecuente en la dieta mambisa por su fácil elaboración, el alto valor calórico y por no exigir condiciones especiales para su conservación, elemento imprescindible en las difíciles condiciones de la manigua insurrecta. Un maestro de la cocina, Ángel Sánchez Pelenque, quien vive en el poblado montañoso de Guisa, apasionado investigador de la cocina rural, ha sido por mucho tiempo su principal promotor y quien gustoso nos ofrece su receta:
El bollo prieto es una mezcla de pinol y miel. Se le puede agregar también maní y ajonjolí si se desea. Luego se le da forma esférica y… listo para saborearlo.
Hoy el bollo prieto se puede degustar en el Mesón la Cuchipapa de la ciudad de Bayamo. El postre se oferta de forma estilizada, encima de un casabe pequeño, bañado con miel pimentada y ornamentado con el delicioso fanguito (leche condensada hervida).
La salvaguarda de lo más genuino de las tradiciones culinarias nos regala la posibilidad de disfrutar sabores del pasado, a la vez que le otorga a nuestra cocina un elemento de originalidad y diferenciación tan necesarias en la oferta turística. A todo ello habría que agregarle el incremento del orgullo por lo propio.
Ningún regalo es más agradecido que el devolver al paladar aquellos primeros sabores que descubrimos en la mesa de los abuelos o vivir una nueva experiencia gustativa a partir de platos regionales. El respeto al legado de nuestros mayores es esencial para lograr que la historia culinaria cubana no solo se preserve, sino que también se disfrute.
Entonces ya sabe, cuando llegue a Bayamo y una bella mulata le pregunte que si gusta del bollo prieto, no se alarme y corra a probarlo porque en su sabor se encuentra la esencia de más de 200 años de tradición culinaria.
Ángel Sánchez Pelenque es un apasionado defensor de ese legado. No solo defiende la tradición en la cocina, también lo hace desde la poesía. Y si no lo creen, les regalamos la décima que le sacara al famoso bollo prieto:
Cuenta la historia que en Guisa
el chef Ángel rescató
un dulce que se fundó
cuando la etapa mambisa.
Puso su aroma en la brisa
y hoy nombre se revive
y tanta demanda exhibe
en todo el que lo ha probado
que su sabor se ha regado
por la zona del Caribe.
El chef hace que se asombre
todo el que su dulce prueba
es tan especial que lleva
lo codiciado en el nombre.
En la cocina del hombre
elaborarlo es un reto
y por su nombre indiscreto
todo el que lo escucha ansía
en probar las calorías
del famoso bollo prieto.
Este bollo que rebasa
la demanda de hoy en día
suele darnos energía
por ser exquisito en grasa.
Es adecuada su masa,
y su sabor es completo
y a decirles me someto
para un mejor desarrollo
si se va a comer un bollo
trate de que sea prieto.
Este bollo a diferencia
de otros bollos comestibles
crea un hábito increíble.
Donde llegue su presencia
con mayor inteligencia
elaborarlo es un reto
y para que esté completo
su postre y su medicina
trate de que en su cocina
nunca falte el bollo prieto.
The Tasty Cuban “Dark Bun”
The region of Bayamo has been highly creative when it comes to naming its dishes and you can find from “mandanga” to “spoiled negro” or “romantic whisper”. Among all those recipes, there is one that arises curiosity due to its picaresque name. You’ll be certainly surprised if a brunette comes and asks you if you want to taste a “dark bun”, but don’t be alarmed and accept it since there is no morbidity in the offer. She’s talking about one of Bayamo’s desserts, which is not only famous for its name, but also for its longevity and taste.