América Latina y el Caribe. Playas con Bandera Azul
Una bandera azul ondeando en la playa indica que la calidad del agua es óptima y la seguridad y los servicios cumplen los estándares más exquisitos. Es una distinción que los turistas valoran cada vez más. Hay unas 3 000 en el mundo, pero sólo 20 en Latinoamérica y el Caribe, la región con más menciones en las listas de mejores playas del planeta.
El programa Bandera Azul que en 1985 inició la Fundación Europea para la Educación Ambiental, más tarde rebautizada como Fundación para la Educación Ambiental (FEE por sus siglas en inglés), llega hoy a playas de 41 países, con España como líder, gracias a 493 certificaciones. En Sudamérica, la única Bandera Azul ondea desde 2009 en Jureré Internacional, cerca de Florianópolis, estado brasileño de Santa Catarina. En el Caribe, República Dominicana tiene ocho playas certificadas, Puerto Rico seis y Jamaica cinco, todas en entornos con infraestructura y desarrollos turísticos. Para que una playa reciba la certificación –que se otorga o renueva anualmente–, sus aguas deben estar limpias y bajo control periódico de la autoridad sanitaria local. Debe haber sistemas estables de recogida de basuras y limpieza de arena, señalización y personal de vigilancia y socorrismo, facilidades de información y programas de educación ambiental. Además, suministro de agua potable, accesos fáciles y seguros para personas con poca movilidad, duchas y servicios sin detergentes. No se podrá aparcar automóviles en la playa y ésta será objeto de inspecciones sorpresivas. Puede suceder que se detecte una infección o contaminación, se acumule basura por una huelga de empleados o un ataque vandálico dañe algunas instalaciones… En esos casos, la administración local está obligada a retirar el estandarte y reponerlo sólo cuando se restauren las garantías de que el baño es ciento por ciento ecológico y seguro. Por eso es cada más importante sumarse al movimiento: por un lado, implica que gobiernos y pobladores están preservando, junto a una autoridad internacional, la calidad medioambiental de los valores naturales locales, su desarrollo sostenible y permanencia en el tiempo; y por otro, significa un plus al competir en mercados emisores que cada día toman más en cuenta la eco-concienciación, que de noción progresista o ética pasó a ser condición sine qua non para destinos turísticos y empresas. Playas azules Jureré Internacional, una de las joyas del litoral brasileño, fue certificada con la Bandera Azul en 2009. Hasta ahora es la única en Sudamérica. En el norte de la isla de Santa Catarina, a 23 kilómetros del centro de Florianópolis, tiene 2 kilómetros de longitud, aguas tranquilas y un ambiente exclusivo marcado por la impecable infraestructura y el visible glamour: buenos restaurantes, tiendas, cafés, condominios de lujo y shows nocturnos. Un centro de alto estándar en una región de gran belleza y desarrollo turístico. La sureña Romana-Bayahíbe es donde más fuerza tomó en los últimos años la tendencia al desarrollo turístico sostenible en República Dominicana. En la región –cuyos hoteles tienen el sello Green Globe– está La Laguna, que se extiende por la playa pública Dominicus y las propiedades de los hoteles Oasis Canoa, Catalonia Gran Dominicus, Iberostar Hacienda y Viva Wyndham Dominicus Palace y Beach. A unos 40 kilómetros de Punta Cana, Cabeza de Toro tiene también la Bandera Azul 2009-2010. Es compartida por varios resorts, sólo se puede acceder a pie y los vehículos deben estacionar a más de 300 metros. En el norte, Playa Dorada es un complejo de 15 resorts mayormente bajo régimen Todo Incluido, con amplios servicios extrahoteleros (desde cines y centros comerciales hasta golf y discotecas), a 15 km del aeropuerto de Puerto Plata. En Puerto Rico están Carolina, Seven Seas, Escambrón, La Monserrate o Luquillo, Punta Salinas y Boquerón. Más allá de la urbana El Escambrón –que con sólo 150 metros y en pleno San Juan, mantiene increíblemente desde 2004 los estándares que exige Bandera Azul–, las demás playas son joyas al más puro estilo de paraíso caribeño. Luquillo o Monserrate, en el noreste, es quizá la más conocida: de arenas color crema, protegida por una barrera de coral y enmarcada por un bosque de palmeras, tiene horario de apertura y cierre (9 am a 6 pm). Cuenta con todas las facilidades para los bañistas –incluidos deportes acuáticos sin motor y sitios para masajes y relajación– y está cerca de la selva tropical Bosque Nacional El Yunque y del pueblo de Luquillo (1797), también conocido como la Capital del Sol. Negril, en el occidente de Jamaica, fue sitio de excursión para los hippies en los ´70 y sigue atrayendo a los viajeros por tener, según sus pobladores, las mejores playas de la isla. Mezcla de encanto natural, plácidos resorts (entre ellos el Riú Negril) y locales míticos como el Rick's Café, es uno de los sitios imprescindibles en este país junto a Kingston, Montego Bay y Ocho Ríos, las Montañas Azules, las cascadas Mayfield y las Cataratas del Río Dunns. Paraísos certificados Los Roques (Venezuela), Tortuga o Guanacaste (Costa Rica), San Andrés (Colombia), Cayo Largo y Guanahacabibes (Cuba), Noronha y Ubatuba (Brasil), San Blas y Pedasí (Panamá), Saona y Samaná (República Dominicana), Riviera Maya, Anguila, Providenciales, St. Marteen… Latinoamérica y el Caribe están llenos de playas alucinantes –lo mismo vírgenes que concurridas–, cerca de ciudades coloniales o parques nacionales selváticos y ruinas precolombinas. Hay países que dan al turista la posibilidad de bañarse en un mismo día en dos playas vírgenes, una en el Caribe y otra en el Pacífico; hay playas para el surfing, impresionantes barreras coralinas bajo las aguas más transparentes, extensiones costeras e íntimas ensenadas para hospedarse en un hotel boutique –con todos los lujos e Internet–, convivir con los pocos pobladores locales y probar sus muy ecológicos productos: el Shangri-La del viajero que huye de la «turbo-modernidad» y ansía lo natural y lo auténtico, la discreta sofisticación. Ante tal realidad, sería válido pensar que estos paraísos pueden muy bien pasársela sin el certificado Bandera Azul –lo tienen todo, son únicos y perfectos. Mas en cualquier caso este movimiento ya internacionalizado ha despertado el interés de gobiernos y el sector privado y gracias a él comienzan a tener otra visión, pues el sello en cuestión, puede convertirse en fuente de más turismo y mayor sostenibilidad, que es más futuro.
Aunque retrasados en el movimiento Blue Flag o Bandera Azul, varios países de la región están entre los primeros en el Índice de Actuación Medioambiental 2010, presentado en el Foro Mundial de Davos: Costa Rica logra 86,4 sobre 100 y ocupa el tercer lugar por detrás de Islandia y Suiza en una lista de 163 naciones. Cuba, con 78,1, es noveno; Colombia, con 76,8, décimo; Chile, con 73,3, está en el puesto 15, y Panamá en el 24, con 71,4 puntos. Entre los parámetros están la influencia del medioambiente en la salud, la calidad del aire, el manejo de los recursos hídricos, la biodiversidad, la pesca, la agricultura, los bosques y las acciones contra el cambio climático y la contaminación. El programa Bandera Azul de la FEE, que apoyan la ONU y la Organización Mundial de Turismo (OMT), es impulsado en el Caribe por la Alianza Caribeña de Turismo Sostenible (CAST, por su siglas en inglés). Más información: www.blueflag.org