Lençóis Maranhenses: el misterio de la vida
¿Es posible que un desierto se convierta en una zona con condiciones ideales para la vida? Esto ocurre y, paradójicamente, en Brasil, el lugar donde menos imaginaríamos un panorama de dunas de arena, pero sí el milagro siempre sorprendente de la naturaleza.
Las dunas avanzan tierra adentro, cubriendo con su manto más de 50 kilómetros, por lo cual se ha nombrado este territorio como las Sábanas de Maranhao o Lençóis Maranhenses.
El Parque Nacional del estado de Maranhão, en la orilla norte de Brasil, ocupa un área de cerca de 300 km2 de dunas blancas salpicadas de lagunas azules, un espectáculo solo imaginado por el pincel del artista más alocado. Porque, ¿cómo entender que un desierto se asocie con cristalinas aguas de contrastante color y humedad?
El enigma se despeja con el cambiante clima de la región, que alterna un período de sequía en el cual las lagunas desaparecen por la evaporación, con una temporada de lluvias que ha alcanzado récords de 1 600 mm, 300 veces más que en el Sahara.
Los científicos que buscan formas de vida asociadas al agua tienen toda la razón en este paraje brasileño. Tras las precipitaciones, el desolado paisaje se convierte en hogar propiciatorio para diferentes especies de peces, tortugas y almejas.
Cuando se llenan las oquedades entre las dunas con el preciado líquido se produce un retorno casi mágico de la fauna local. De acuerdo con algunas apreciaciones, los huevos de peces y cangrejos se mantienen vivos en la arena para abrirse en época lluviosa. También se observan aves de exóticos nombres y características, como el Maçarico, el Marreca-de-asa-azul y el Trinta-réis.
Después del diluvio, nosotros
A los amantes de las formas caprichosas de la naturaleza este sitio los envuelve con cálido placer y fresca tentación. A pesar de las temperaturas superiores a los 30 °C, el baño en las refrescantes lagunas y playas casi vírgenes es un verdadero deleite. Sobre todo en la espléndida Laguna Azul, de impresionante y memorable belleza.
En Barreirinhas hay hoteles, hosterías, restaurantes y negocios de artesanías que complementan la oferta turística, y las villas de la región son un buen lugar para degustar los platos típicos y entablar relaciones con los habitantes, conocer sus costumbres y apreciar tradiciones relacionadas con el encantador paraje.
Entre esa municipalidad y Primeira Cruz se ubica el parque del litoral maranhense, adonde se puede llegar en automóvil o en ómnibus tras un largo viaje de 10 horas, pero que en avión fletado se convierte en un trayecto de 40 minutos desde São Luís, capital del Estado de Maranhão, rumbo a Barreirinhas.
Algunos recomiendan el recorrido por los Lençóis cercanos a esa localidad, los Pequenos Lençóis en el camino hacia Atins, este propio sitio y Caburé, donde las posadas ofertan alojamiento. Los huéspedes dispondrán de energía eléctrica gracias a que estos establecimientos poseen generadores de electricidad. Además es posible acudir a los Lençóis desde Santo Amaro, en la parte occidental del parque, pero ello significaría realizar un gran rodeo.
De junio a septiembre, tras el período lluvioso, es el mejor momento para ir a Lençóis Maranhenses. Luego, hasta el fin de año, se produce la evaporación de las lagunas y la «sábana» queda totalmente blanca e hirviente, como salida de la tintorería.
Si el espíritu aventurero de los seres humanos no ha menguado, en este transformista desierto de Brasil hay una oportunidad para el disfrute. Tras el diluvio temporal, como las especies que han hecho allí su hábitat, retornaremos una y otra vez.