Deborah AndolloLa novia de Neptuno
Conocida también como la Sirena del Caribe, ella no se diferencia mucho de cualquier otro ser humano, salvo por unos pulmones privilegiados y una fuerza de voluntad olímpica, que la hizo imponer dieciséismarcas mundiales. Habla lindo, como los ángeles que habitan su inmenso corazón.
De los principales récords que impusiste como inmersionista, ¿cuáles semantienen vigentes y cuáles consideras los más importantes? Aquella fue una época hermosa. Habían realmente pocas contrincantes y muchas veces competía contra mis propias marcas. Los 74 metros en la modalidad de «cuerpo libre» fue, en su momento, récord absoluto (para hombres y mujeres), y hasta la fecha sigue siendo el récord femenino. No tengo predilección por ninguno: todos fueron importantes.
En el 2002 me retiré con el de 100 metros en «lastre variable», pero igual de lindo fue el que rompí después de tener a mi hijo, tras una larga separación con el mar. Sin embargo, haber conseguido superar en tres metros la marca que durante doce años impuso la italiana Ángela Bandini, con sus 107 metros en «no limits», resultó muy emocionante, y es el récord que más impacto mediático internacional tuvo.
Gracias a él, y a otros que impuse durante 1996, recibí el premio a la mejor buza del mundo, lo que nosotros llamamos el «Oscar marino». Ese es tal vez el momento más glorioso de mi carrera deportiva.¿Y el peor? Cuando tuve el accidente automovilístico, sufrí muchos daños físicos yel proceso de recuperación fue muy difícil; tuve que comenzar de cero, como si nunca hubiese estado en el agua. Lo recuerdo como una etapa muy dura en mi vida personal y deportiva, pero también la vencí.
Ahora eres presidenta de la Federación Cubana de Actividades Subacuáticas (FCAS) ¿Cuáles son hoy tus retos, sueños y preocupaciones? En la FCAS somos un grupo de personas que compartimos una pasión única y muy grande, y la estamos defendiendo con muchísimo empeño. Trabajamos de forma voluntaria, y a mi me cuesta reconocerme como "la jefa" de todos estos marinos locos, que nos hemos inmerso --valga el término-- en la ardua tarea de fomentar, reglamentar y desarrollar con seguridad las actividades subacuáticas en Cuba. Mi vida ha cambiado mucho. Hace poco, todo mi tiempo y energías eran para los entrenamientos y mis proyectos personales. Hoy estoy entregada a cosas que tienen gran impacto social, y estamos muy involucrados con otras instituciones nacionales y extranjeras que también se ocupan del tema. El mayor sueño y reto por delante es la creación de la Escuela Cubana de Actividades Subacuáticas.
Con el caudal de instructores, buceadores, apneístas, pescadores y científicos que tenemos, es imperdonable que no hayamos logrado todavía algo tan útil a nuestra sociedad. Pongo también mucho empeño en estudiar, para enseñar cada día más y mejor a los nuevos instructores de apnea. Tengo, por supuesto, sueños personales, como madre, como esposa. Quisiera que mi hijo creciera de la mejor manera, con todo lo que necesita espiritualmente para ser un buen hombre. Lo mismo para este otro --u otra--, que recién supe llevo dentro. Pocas personas como tú conocen los fondos marinos cubanos y su patrimonio sumergido. ¿Qué piensas de su cuidado y conservación? Somos acreedores de un patrimonio sumergido invaluable.
Es muy difícil hacer una inmersión en Cuba y no descubrir algo, desde un simple pez, un alga, un coral, hasta un ánfora, una vajilla, o un pedazo de la quilla de una embarcación. Yo digo que la belleza y las bondades que el océano nos brinda; esas formaciones rocosas, esas playas naturales maravillosas, y esa población y biodiversidad marinas, son también parte del patrimonio nacional cubano. Varias instituciones estamos comprometidas con su cuidado, pero se trata de un deber de todos. El planeta está necesitando con mucha urgencia comportamientos de sostenibilidad. El hombre le ha arrancado a la naturaleza, en trescientos años, lo que ella creó en trescientos millones.
Una ilustre científica cubana, María Elena Ibarra, dice algo que a mi me gusta repetir: «acción local para un impacto global». Las pescas indiscriminadas en otros lugares del mundo, inciden en nuestro Mar Caribe, y viceversa. Cualquier cosa que hagamos en Cuba, para bien o para mal, con respecto al medio ambiente, va a tener siempre un impacto mundial. Fuiste catalogada como la Novia de Neptuno y te gustó mucho. ¿El haber dejado el deporte activo no te ha separado un poco de esa relación? Considerarme la novia de Neptuno es bien romántico. Mi amor por él es eterno. Hemos pasado por todas las etapas, desde el enamoramiento a primera vista y la pasión, hasta este momento cuando tenemos una relación madura, mucho más compleja… más profunda. Me siento muy feliz de ser aceptada por ese reino tan poderoso, y al mismo tiempo me veo muy pequeña ante la inmensidad de quien ha sido responsable de la génesis de la vida. Ahora no voy al mar todo lo que quisiera y lo extraño mucho. Pero sí tengo un ritual que es muy respetado por mi familia: los fines de semana yo se los dedico al mar. He aprendido a disfrutarlo aún cuando ya no esté en sitios espectaculares. He aprendido otras maneras de apreciarlo de cerca… Y también a apreciarlo de lejos.