Aunque ya casi nadie discute que el agua constituye el cosmético más efectivo y popular para que la piel se mantenga en forma y funcione bien el organismo humano, la exposición incorrecta o permanencia excesivamente prolongada en el agua, puede provocar irritación en algunas zonas del cuerpo y hasta producir síntomas de maceración en la epidermis. Por eso es recomendable no permanecer con la ropa de baño mojada después de salir de la playa o la piscina; ni llevar zapatos húmedos durante mucho tiempo; pues terminarían por hacer perder a la piel su función de barrera y hasta generar una sensación de enfriamiento general, con posible aparición de resfriado, aún en medio de las altas temperaturas del verano. Mucho más peligroso sin duda puede ser el sol en la temporada de vacaciones, cuyas quemaduras aparecen sin aviso previo, cuando bajo el entusiasmo de la playa se pierden de vista algunas precauciones ineludibles. El sol, como regla, constituye el agente que más problemas y molestias provoca en verano. Lo mejor por eso es prevenirlos con la mejor protección posible: sombrilla playera, sombrero, gorra y, además, alguna ropa clara para cubrir la zona superior del cuerpo. Hay en el mercado variedad de filtros solares cuya aplicación resulta más efectiva si se ponen entre 20 minutos y media hora antes de exponerse al sol. Quienes llevan meses sin someterse a las radiaciones solares propias de las latitudes más cálidas, deben hacerlo poco a poco, temprano en la mañana y avanzada la tarde, por lo menos las primeras dos o tres veces. Tomar abundante agua es una manera de proteger la piel al mantenerla hidratada y si aparecieran síntomas de molestias y enrojecimiento, lo mejor será aplicar compresas de agua fría y, seguidamente, alguna loción balsámica. Otro omnipresente agente del verano es también el aire. Se está de vacaciones, se buscan y prefieren actividades en espacios abiertos… la exposición a este elemento natural es mucho más frecuente, que en otros momentos del año. Un jeep safari en vehículos sin capota, un bojeo marino contemplando el horizonte desde la cubierta, un paseo a pie, tienen presentes al aire, del que también hay que protegerse, con cremas, gafas y ropas apropiadas, por más inofensivo que nos parezca. Son estos los grandes y a la vez algo peligrosos aliados del verano.