EL PROYECTO CÁSATE CON UN ÁRBOL SURGIÓ EN 2013, UNA IDEA DE AMOR POR LA NATURALEZA QUE CON SUS NUPCIAS SUI GÉNERIS SE HA EXTENDIDO A PAÍSES COMO CHILE, ARGENTINA, MÉXICO, CUBA, COLOMBIA, BOLIVIA, VENEZUELA Y PERÚ

Son muchos los mitos andinos y amazónicos que hablan de la importancia de proteger los árboles. Simbólicamente constituyen la separación entre la tierra y el cielo (Cashinahua), por lo que no deben ser talados.
Cuenta una de las leyendas del inicio de la creación, que un niño, fruto del encuentro entre una mujer y una boa, al cuarto día de nacido se convirtió en un árbol que dio frutos de maíz y diferentes tipos de yuca. Los hombres, que hasta el momento solo comían tierra, al presenciar el suceso lo cortaron, recogieron sus frutos y los sembraron. Así comenzó la práctica de la agricultura en la humanidad, pero los hombres fueron destinados a tener vida mortal, por derribar el árbol.
Quizás esta herencia cultural o la situación medioambiental actual, o ambas, sean las razones que han llevado al artista visual peruano Richard Torres a transformarse en uno de los grandes activistas ecologistas de América Latina ¿Y de qué modo? Pues nada menos que contrayendo matrimonio con árboles.
La idea comenzó en 2013 con el surgimiento del proyecto Cásate con un árbol, concebido por este creativo activista. Desde entonces, ha visitado países como Chile, Argentina, México, Cuba, Colombia, Bolivia, Venezuela y, por su puesto su tierra natal, con sus nupcias sui géneris, transmitiendo de este modo, su discurso de cuidado ambiental.
La acción ha tenido positivos resultados y no son pocas las personas que han contraído matrimonios con árboles en peligro de ser cortados. Algunas las preside el mismísimo Richard Torres; ceremonias en las que nada falta: padrinos, trajes nupciales, testigos y hasta anillo. Todas tienen carácter simbólico y se llevan a cabo en un ritual de comunión entre la naturaleza y el hombre heredado de épocas prehispánicas. No se lanza arroz a los recién casados, sino que los asistentes depositan, alrededor del singular cónyuge, azúcar, sal, granos de maíz, pan, frijoles y agua, elementos que brinda la Madre Tierra (Pachamama) y que les son devueltos en agradecimiento.
«Este proyecto debe ser importante para todos como humanidad. Es una labor por el planeta, por la vida. Casarse con un árbol representa una responsabilidad amorosa de cuidar el entorno, de poder dejar un mejor camino a las nuevas generaciones», ha dicho una y otra vez Torres.
De ese modo, lo que en un inicio fue una acción performática aislada, hoy se ha tornado en todo un fenómeno internacional. Activistas verdes, hombres y mujeres de todas las edades y diferentes partes del mundo, ahora contraen y organizan de forma masiva lo que ha pasado a llamarse bodas ecológicas.