MUSEO ARQUEOLÓGICO DE EL CAÑO
A la altura del kilómetro 117 de la carretera Panamericana, un pequeño letrero indica el arribo al corregimiento de El Caño, pequeño pueblo cercano a la población de Natá de los Caballeros, en el que se localizan las ocho hectáreasde un verde intenso que identifican al Parque Arqueológico de El Caño.
Resulta una interesante invitación para acercarse a la vida de los habitantes originales de estas tierras, que fundaron asentamientos en las sabanas de El Caño y Natá de los Caballeros, donde desarrollaron su vida durante cientos de años, aprovechando las bondades de una naturaleza que les proveía de buena caza y pesca, y de los materiales necesarios para construir sus viviendas e instrumentos para estos quehaceres. Aunque hoy no sea muy evidente por los esfuerzos de rescate emprendidos, la historia del Parque como zona arqueológica, ha tenido algunos considerables contratiempos.
En 1925, atraído por el alto contenido arqueológico de El Caño, el norteamericano Hyatt Verril, con los auspicios de la Heye Foundation, realizó las primeras excavaciones. Se cuenta que de allí extrajo más de ciento cincuenta cajas con fragmentos de columnas, vasijas enteras, estelas, figuras de animales y humanas esculpidas en piedras, adornos de calcedonia verde y piezas de oro, que hoy exhibe el Museo del Indio Americano y que han sido objeto de reclamos por parte del gobierno panameño para su devolución.
En años posteriores, el interés en la zona decayó como consecuencia de otros descubrimientos realizados en lugares cercanos como El Sitio Conte y la Loma de los Muertos. El Caño se convirtió entonces en área de cultivo y fomento ganadero, clara muestra del desconocimiento de sus valores culturales e históricos.
En 1973, se emprenden nuevas investigaciones pues durante la realización en la zona de algunos trabajos de nivelación a cargo del ingenio azucarero La Estrella fue descubierto un grupo de tumbas. El sitio fue declarado patrimonio arqueológico y es abierto al público en 1979 como Parque Arqueológico de El Caño, debidamente protegido por ley.
Una visita a El Caño incluye la Casa Museo construida al estilo colonial, la cual alberga gran información sobre el sitio y donde un guía local se encargará de explicar al visitante de los hallazgos arqueológicosen la provincia de Coclé, la historia de las tribus indígenas que habitaron la zona y las diferentes actividades que realizaban. Según estudios, la presencia indígena en El Caño data del año 150 después de Cristo hasta el año 1520, cuando es afectada por la conquista española.
El sitio arqueológico se encuentra dentro de una zona cultural homogénea fechada entre los años 3000 a.c. hasta 1600 d.c. En el recorrido se muestran tres áreas claramente definidas. La llamada «de alineamiento de columnas basálticas» nos lleva a la hipótesis de que estas eran la división del campo para situar dos equipos de jugadores en una especie de fútbol —conocido como bateyn—, el cual jugaban con una bola confeccionada de goma extraída del árbol de caucho y su savia.
Pero más que la alineación de las columnas y sus hipotéticas funciones, el gran misterio por descifrar radica en su peso extraordinario y cómo fueron transportadas al sitio desde la cordillera central y colocadas de la forma en que aún yacen.
Otra de las áreas exhibe unos pocos monolitos tallados, los cuales presumiblemente se utilizaban para ceremonias. Gran parte de estas piezas fue saqueada por Verril e integran los fondos del Museo del Indio Americano. En tanto, una serie de montículos constituyen el interés principal de la tercera área. Estos pilotes, que ofrecían protección a las viviendas de las inundaciones, estaban destinados también a convertirse en sepulcros familiares de sus propietarios.
Hoy sólo se conservan cinco con sus respectivos restos funerarios y la curiosidad adicional de dejar apreciar, las diferencias de enterramientos entre rangos: al jefe de cacería y pesca se le enterraba a metro y medio de profundidad con todas sus pertenencias; a orfebres y otros de menor nivel, en una tinaja o vasija, después que los animales dejaran al descubierto la osamenta. En El Caño es muy probable que se realizaran actividades comunales que tenían que ver con el contacto entre los diferentes linajes que conformaban la sociedad de este grupo indígena.
El complejo formado por El Caño y el Sitio Conte, localizados a muy corta distancia, debe verse como un solo centro de poder, en el que tumbas suntuosas y organizaciones de megalitos, eran las manifestaciones físicas del ejercicio de ese poder por un grupo determinado de la sociedad.
El área donde está localizado El Caño correspondía al territorio del cacique Natá, actualmente investigado por National Geographic, el Smithsonian y la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación SENACYT Panamá, que realizan nuevas excavaciones, convencidos de que hay aún muchas sorpresas por descubrir.
La mística que encierra su paisaje, la armonía con su entorno y sobre todo, la historia que allí yace, nos invita a redescubrirlo y seguir de cerca el desarrollo de los nuevos estudios que se realizan.