Una fiesta de Fuego en el Caribe
El festival Caribeño, esa mezcla de fuego, danza y magia, que se ha hecho tradicional en el mes de julio, en Santiago de Cuba después de casi dos décadas de celebración anual, ratificó en 1998 la presencia de una identidad regional cuyo alcance trasciende horizontes y emite llamas inextinguibles.
Dedicado este año a la huella hispánica en la región, la XVIII edición del Festival de la cultura caribeña tuvo la asistencia de alrededor de 800 delegados de 26 países. La quema de un fantoche que representa al diablo, en medio de un jolgorio de medianoche que involucra a toda la ciudad, dio fin a siete días continuos de la conocida como “Fiesta del fuego”. El atractivo y enigmático acto, ofrece una ceremonia donde luz y sombra ofrecen un contraste de conjuro. La unión de elementos como el intenso color, el ritmo de tambores y danzas tradicionales, combinados en un contexto de eufórica devoción por la cultura y sus misterios, parece crear a los asistentes de otras naciones un sentido de pertenencia que les obliga a extender su estancia o repetir la experiencia. Este ritual es heredado de una costumbre medieval que consiste en la quema de un muñeco de paja, que en este caso tiene rasgos del folklore haitiano, identificado con el diablo, el cual muere y se regenera en esa lucha eterna del hombre entre el bien y el mal. La jornada de clausura, contó con un desfile de las más importantes agrupaciones artísticas presentes. “El Caribe que nos une”, a su vez, reunió a investigadores del arte y la cultura caribeñas, con temas que giraron en torno a la identidad, el ansia de reencuentro y la defensa de las conquistas comunes a estos pueblos que comparten como amigos un mismo mar. Otro fenómeno característico de esta cita, es la toma por asalto de las esquinas de la ciudad por grupos cubanos que conservan la tradición haitiana. Al cerrar en esta ocasión su telón al Caribe, la percusión cubana, esperará las próximas ediciones, en las que se dedicará esta fiesta del fuego a la diáspora caribeña, en 1999, y la del 2000 a Africa.