Nació sin calles, ni casas, ni plazas, la Villa de San Cristóbal de La Habana fue en el año 1514. Diversas razones llevaron a que se trasladara en dos ocasiones y fundara por tercera vez en 1517 en la ubicación actual junto a la costa al borde de un puerto acogedor.

Nuestro itinerario comienza en El Templete. Si desea entrar en el interior, guarda tres lienzos que recrean en imágenes la fundación de la Villa. Además dice la tradición que a quien da tres vueltas al tronco, el espíritu de la Ceiba le concede un deseo.

En La Habana Vieja todas las calles van a dar al mar; al canal del puerto coronado de fortalezas, siempre el agua bañando esta ciudad que para algunos es la más hermosa del mundo. La Habana va cobrando importancia, el peligro de los piratas aumenta y se construyen castillos, el primero es destruido por el corsario francés Jacques de Sores.

Entonces deciden edificar el Castillo de la Real Fuerza que aún subsiste casi intacto con su foso y puente levadizo, siendo la fortaleza conservada más antigua de América. Iniciado en 1588 por orden del rey Felipe II y terminada en 1677, en su torre más alta se colocó la inconfundible estatua de bronce de la Giraldilla, símbolo de La Habana.

Han pasado siglos por ella pero muchos aspectos permanecen intactos. La Habana Vieja constituye uno de los conjuntos arquitectónicos de la época colonial mejor conservados de América.