El propio nombre de la planta ya nos remite a sus buenas cualidades. La ciencia ha preferido llamar al árbol del cacao Theobroma cacao, que significa "alimento de los dioses", quizá por el reflejo de las creencias mayas que suponían que esta planta era un regalo de los dioses a la humanidad.

Los primeros árboles del cacao crecían de forma natural a la sombra de las selvas tropicales de las cuencas del Amazonas y del Orinoco, hace unos 4000 años, pero los primeros en cultivarlo fueron los pueblos olmecas y, posteriormente, los mayas, que emigraron al Yucatán en el siglo VII d.C.

Corrían los tiempos de los grandes descubrimientos, y el explorador español Hernán Cortés llevó a su país su propia versión del "brebaje" que bebían los aztecas: el xocolatl.

Al ver el éxito de su empresa y las propiedades que los aztecas atribuían a la bebida de chocolate - los granos de cacao se usaban como moneda y la bebida tenía virtudes reconstituyentes y, al parecer, afrodisíacas - Cortés decidió explotarla comercialmente y creó plantaciones de cacao en México, Trinidad y Haití, y hasta lo llevó a una isla de Africa occidental, en uno de sus viajes de regreso a España.

El chocolate normal o amargo se elabora a partir de dos materias primas, los granos de cacao y el azúcar. Un chocolate con un contenido de cacao extremadamente alto puede tener tan baja calidad como con uno de muy poco contenido. Los mejores se sitúan entre un 55% y un 75% de cacao. Lo que sí es determinante es la calidad de los granos.