Sigüenza. España
Ciudad con personalidad propia
Situada al norte de la provincia de Guadalajara, en el alto valle del Henares, esta ciudad medieval ha perdurado en el tiempo destacando con personalidad propia y dejando tras de sí las huellas de algunas de las civilizaciones más importantes de la historia.
El origen etimológico del nombre de esta ciudad castellano-manchega es «La que domina el valle», que no fue acuñado por azar, sino gracias a su situación geográfica y a lo que la historia ha venido contando. Se han encontrado vestigios de la Edad de Hierro en las afueras de lo que es hoy el núcleo urbano de la ciudad. También árabes, visigodos y romanos dejaron rastro de su presencia en estas tierras. En la Edad Media, gracias a su privilegiada situación, tuvo un importantísimo papel defensivo que le permitió recuperar su sede episcopal.
Ciudad monumental La Sigüenza medieval nos ha dejado vestigios de su historia en los imprescindibles monumentos que se encuentran a lo largo y ancho de toda la ciudad. Bernardo de Agen, quién conquistó la ciudad de Sigüenza en el siglo XII, comenzó a formar la urbe en torno a dos núcleos principales; uno civil en torno al castillo y otro eclesiástico, alrededor de la catedral. Situado en lo más alto de Sigüenza encontramos su castillo construido en el siglo XII. Sirvió de palacio-fortaleza y residencia de obispos, señores de la ciudad durante siete siglos. La visión desde las almenas nos ofrece una panorámica de toda la ciudad. En su interior, se encuentra un patio de armas provisto en su centro de un pozo de suministro de agua. Destaca, además, su salón del Trono o Salón Rojo, desde donde los obispos impartían justicia. La catedral, también del siglo XII, es de visita imprescindible. Se le conoce como «Fortis Seguntina» y es de estilo románico, aunque concebido en el período de transición del románico-gótico. Presenta una disposición de tres naves interiores y crucero, con cinco ábsides en la cabecera del templo y claustro en el lado norte. La Casa del Doncel, el Museo Diocesano, la Plazuela de la Cárcel, la Iglesia de San Vicente o la Iglesia de Santiago, son otros monumentos imprescindibles en una ciudad donde el viajero no dejará de encontrarse edificios a su paso del periodo Barroco y Renacentista o de la época del Neoclasicismo. Algo más que historia: gastronomía y descanso Una deliciosa cocina puede disfrutarse de paso por Sigüenza: asados de cordero o cabrito, migas con chorizo, torrezno y huevo frito, la sopa castellana, productos de caza o matanza o la trucha escabechada con jamón son característicos de esta zona, y para terminar las yemas del Doncel y los bizcochos borrachos con miel. La ciudad dispone de diversas ofertas para pernoctar pensando en las necesidades del visitante. La proliferación de alojamientos rurales por toda la comarca, no solo hará que el viajero descanse, sino que descubra distintas rutas cargadas de monumentos, paisajes e historia que harán de su estancia algo difícil de olvidar. Artesanos Pintores, escultores, tejedores, forjadores y artesanos. Parece el listado de las profesiones de los pueblos de antaño, sin embargo nos sorprende la comarca seguntina y sus habitantes, donde muchas familias conservan algunas tradiciones milenarias que hoy en día han convertido en su profesión. La familia Blasco, artesana de tradición centenaria, fabrica desde 1899 la bota de vino con piel natural de cabra e interior de pez, resina que se extrae del pino o del enebro. Elaborado a muy altas temperaturas este material se vuelve impermeable, perfecto para la elaboración de este tipo de botas. Más de cien años después, y cinco generaciones, dos son los hermanos que se han hecho cargo de esta centenaria empresa: Jesús y Carlos Blasco Hermando. Las alfombras artesanales y telares corren a cuenta de la familia Tohede desde 1927. Fernando Veiga trabaja el bronce, Mariano Canfrán es cincelador y Carmen Pau, hace grabados.